Publicado el martes, 04.01.14
La precaria democracia latinoamericana
VICENTE ECHERRI
Sorprende a la gente sensata que, apenas una década después del desplome
de la Unión Soviética y los regímenes comunistas de Europa Oriental, el
socialismo haya tenido una segunda vida en América Latina, valiéndose,
además, de la denostada democracia representativa.
Mediante consultas populares -que, sólo en contadas ocasiones han sido
cuestionadas o consideradas fraudulentas-, la izquierda ha llegado al
poder, con diversos grados de fervor e ineficacia, en la mayoría de los
países de nuestra región. No se trata, en ningún caso, ni siquiera en el
de Venezuela, de la receta totalitaria que Fidel Castro impuso en Cuba
hace más de medio siglo, sino más bien de una mayor injerencia estatal
en la economía con una exacerbación del tradicional
antinorteamericanismo, que sirve para justificar los desmanes y la
corrupción. El nefasto sistema presidencialista de nuestras endebles
democracias viene a legitimar la gestión torpe y fallida de unos
impresentables como el desaparecido Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel
Ortega, Cristina Kirchner y ahora Nicolás Maduro; y respalda la de otros
líderes de mejor talante (Michelle Bachelet, Dilma Rousseff, Rafael
Correa) que han sido más exitosos en lo interno, sin dejar de consumir
por eso los manidos clichés de la izquierda clásica en el plano
internacional. Para toda esta camada de dirigentes, el neoliberalismo y
las políticas de privatización, que han sido el indiscutible factor de
desarrollo en muchas otras economías, son la encarnación del demonio.
La corrupción administrativa, endémica en nuestros países y responsable
directa de todos los fracasos que pueda haber tenido la política de
libre mercado, ha servido para potenciar la ignorancia de los votantes
-intoxicados durante varias generaciones por la prédica insidiosa de
revolucionarios profesionales y hastiados de las promesas vacuas de los
políticos de siempre- y para propulsar a fascinerosos al poder, dando
lugar, muchas veces, a cambios constitucionales respaldados por
plebiscitos al objeto de prolongar o perpetuar un mandato, sin más
consecuencia que el incremento de la misma corrupción que una vez
denunciaron para seducir al electorado, a lo que suele sumarse la
inoperancia de las instituciones, la plebeyez estatuida y el fracaso
económico. El caso de Venezuela es una vitrina para ilustrar este proceso.
El resultado es lamentable y desesperanzador, salvo por estos chicos
venezolanos que están en la calle dispuestos a jugarse la vida por
enderezar el rumbo de su país e impedir que una falacia como el llamado
"socialismo del siglo XXI" siga despilfarrando los recursos de una
nación rica e imponiendo la sumisión abyecta por medio de un analfabeto
soberbio e irresponsable. En Venezuela está ahora mismo, en el ámbito de
esta protesta, la única esperanza de libertad y prosperidad que le pueda
quedar a la región, de ahí que sería tener miras muy cortas suponer que
es un fenómeno local que sólo concierne a sus nacionales, cuando se
trata más bien de una apuesta por revertir una peligrosa tendencia
continental.
La supervivencia de la democracia en América Latina precisa de una mayor
independencia institucional -en la judicatura, en las Fuerzas Armadas-
y, al mismo tiempo, de una reeducación del electorado para que se haga
inmune a las promesas de los demagogos populistas. De lograrse esto, las
sociedades estarían más preparadas para defender sus tradiciones
constitucionales y los votantes serían más aptos para favorecer a
políticos menos parlanchines y mejores administradores.
Si una lección deben aprender los pueblos -y algunos la han aprendido al
precio de mucha sangre- es que el capitalismo es la única fórmula
económica viable, cuya eficacia se puede perfeccionar y cuyas
injusticias se pueden atenuar mediante una legislación racional, pero
cuya esencia no se puede agredir sin pagar un gran precio en términos de
libertad y bienestar.
Es en verdad muy triste que después de tantos años -casi tantos, en
algunos casos, como los que tienen de existencia independiente algunas
de las naciones latinoamericanas- el panorama político regional esté tan
contaminado de fórmulas idiotas y enconos irracionales que sólo
benefician a los oportunistas que se erigen en falsos salvadores de sus
pueblos. Tal como ocurre en las democracias de mayor solera, el marco de
las instituciones debe ceñir mucho más a los políticos y brindarles
mucho menos espacio para hacer de las suyas.
Echerri 2014
Source: VICENTE ECHERRI: La precaria democracia latinoamericana -
Vicente Echerri - ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/01/1715928/vicente-echerri-la-precaria-democracia.html
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