Corea del Norte y Cuba, de un MiG las dos alas
BORIS GONZÁLEZ ARENAS | La Habana | 30 Mar 2014 - 9:50 am.
¿Qué hay detrás del contrabando de armas entre ambos países?
¿Qué razones puede tener el Estado cubano para violar el embargo de 
armas que la comunidad internacional ha impuesto a la República Popular 
Democrática de Corea? Cuando el pasado año fue encontrado por las 
autoridades del Canal de Panamá, en un carguero del país asiático, 
enterrado bajo miles de sacos de azúcar, un alijo de armas cubanas que 
incluía dos aviones MiG-21, fue esa una interrogante general.
La inmediata declaración del Gobierno cubano y la divulgación de una 
nota sobre ello en nuestra prensa oficial, indicaban lo delicado del 
asunto. Aquella nota aseguraba que las armas presentes en el barco 
norcoreano eran material obsoleto que se enviaba a Corea del Norte para 
su reparación. Esa, aunque dudosa, habría sido una razón.
Pero el pasado martes 11 de marzo un informe de expertos de las Naciones 
Unidas ha hecho público que ese envío viola las resoluciones de Naciones 
Unidas destinadas a impedir que el país asiático obtenga o exporte algún 
tipo de armamento. Las armas, asegura el documento, estaban en perfecto 
estado, habían sido probadas los días previos a su embarque y parte de 
ellas estaba en su empaque original. Por tanto, la declaración de 
nuestros medios de prensa era falsa.
Sobre esta conclusión de los investigadores de la ONU nada ha dicho la 
prensa oficial cubana.
No son tiempos de solidaridad. Aquella solidaridad irracional con que el 
Gobierno cubano rechazaba emitir, décadas atrás, cualquier explicación 
por sus actos. Al parecer, el gobierno de Raúl Castro no ha intentado 
usar este argumento con los expertos de la ONU ni tampoco ha sido 
mencionado en nuestros medios de difusión. Desde el fin del socialismo 
este-europeo, la solidaridad ha quedado como recurso retórico o para 
encubrir la naturaleza del negocio montado por el castrismo con la venta 
de nuestros médicos a países de la región.
Tampoco son tiempos de esgrimir aquello de "a Cuba no la fiscaliza 
nadie" con que Fidel Castro impidió a los investigadores internacionales 
entrar a nuestro país en 1963 a raíz de la Crisis de los Misiles. Pues 
según deja entender el documento hecho público el pasado martes, las 
autoridades cubanas cooperaron con la investigación.
Se abren interrogantes
El evento abre otras interrogantes. ¿Qué beneficios puede tener para 
Corea del Norte hacerse de unos aviones antiguos y de algunas piezas de 
repuestos u otras armas? La respuesta a esta pregunta puede volver más 
siniestra la participación cubana.
Poco, muy poco podrá hacer Corea del Norte con estas armas a menos que 
le dé un uso menos convencional. La República Popular Democrática de 
Corea tiene numerosos enemigos firmes y no pocos potenciales, sin 
embargo, a ninguno de estos países, potencias militares todos o 
fuertemente respaldados por EEUU, puede significarles el vuelo de un MiG 
21 peligro alguno. A menos que el avión cargue, apto para estallar, algo 
del arsenal atómico que, se presume, posee el Gobierno norcoreano. En 
ese caso no se trataría de un antiguo avión, sino de un inteligente y 
muy peligroso misil y el Gobierno cubano habría jugado un papel muy 
irresponsable al facilitar estos aviones.
Se puede alegar otra razón en todo este sinsentido. El Gobierno cubano 
podría haber presumido que el barco norcoreano no llegaría a su destino, 
que las armas serían encontradas (el historial del barco daba para 
sospecharlo) y que, a partir de ello, Washington quedaría en 
dificultades para continuar sondeando la continuidad, modificación o 
eliminación del embargo económico contra Cuba.
Ya Fidel Castro derribó dos avionetas estadounidenses en 1995 para 
presionar al presidente Clinton a firmar la Ley Helms-Burton y aumentar 
el cerco norteamericano sobre nuestro archipiélago. Días antes, Clinton 
había puesto reparos importantes para aceptar aquel proyecto de ley y, 
luego del derribo de las avionetas, quedó sin argumentos frente a otras 
voces que demandaban acciones más violentas contra instalaciones 
militares cubanas. Para los que afirman que el embargo norteamericano 
resulta útil al castrismo, este evento vivifica sus argumentos.
Por otro lado, la longevidad de las armas no manifiesta un compromiso 
real de apoyo al gobierno de Corea del Norte que justifique medidas 
globales de mayor gravedad contra el gobierno de Raúl Castro.
Es difícil pensar que en la anquilosada mente del presidente cubano 
—"sin prisa pero sin pausa"—, o en la de sus asesores, pueda concebirse 
esta idea y que tengan valor para llevarla adelante. Pero las armas 
aparecieron y alguna razón debió existir para embarcarlas.
Podría alegarse también que las autoridades cubanas no se daban cuenta 
de lo que hacían. Habría que ser un poco obtuso para no percatarse de su 
gravedad, pero recordemos el precio puesto a los automóviles desde que 
recientemente se liberó su venta en nuestro país, por citar uno de los 
más recientes desvaríos del Gobierno.
Todo está rodeado de mucho absurdo, si no estupidez. A China o Rusia, 
aliados por reminiscencia del castrismo, no debe haberles hecho gracia 
el episodio, en especial a China, que en los últimos años ha venido 
distanciándose de la dinastía norcoreana.
Es poco probable que las armas cubanas en el barco de Corea del Norte 
tengan repercusión importante para Cuba. No por casualidad el texto del 
documento de la ONU se ha hecho público en medio de la gran crisis 
internacional que ha desatado Rusia al invadir a Ucrania y anexarse 
parte de su territorio, lo que le garantizaría muy poca atención.
Source: Corea del Norte y Cuba, de un MiG las dos alas | Diario de Cuba 
- http://www.diariodecuba.com/cuba/1396042793_7870.html
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