Profanadores de tumbas
Miércoles, Noviembre 27, 2013 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, noviembre 2013, www.cubanet.org.-Fabricar peceras con 
los cristales de ataúdes de recién fallecidos, es un negocio en alza por 
estos días en La Habana, donde la afición por la acuariofilia se 
dispara, diríamos que en proporción con el creciente número de decesos.
Asimismo asciende proporcionalmente la relación de precios entre la 
materia prima y el producto terminado. Hasta hace poco, los fabricantes 
de peceras pagaban 20 pesos, moneda nacional, por cada cristal robado de 
un ataúd, en tanto vendían las peceras pequeñas a 100 pesos. Pero ahora 
el precio de las peceras aumentó a 280 pesos, porque los proveedores de 
cristales los están vendiendo más caros, debido al reforzamiento de la 
vigilancia en los cementerios.
En cada tumba un comité
Ciertamente, en el cementerio de Colón ha crecido el número de 
guardianes en la misma proporción en que desaparecen los cristales de 
los féretros y prospera la acuariofilia. Incluso equiparon a los 
guardianes con prismáticos y otros auxiliares técnicos. En cada tumba un 
comité, parece ser la consigna de la administración. Sin embargo, en 
esto, como en todo lo demás, el incremento de la vigilancia y de los 
controles represivos sólo logra estimular la iniciativa de los infractores.
Tampoco la del cementerio es la única fuente suministradora. Las 
funerarias están apoyando igualmente esta nueva campaña por el auge de 
la cría de peces, en especial de peces peleadores, que tanto se asemejan 
a nosotros, sobre todo en aquello de invertir la totalidad de sus 
energías en agredirse mutuamente y en comerse unos a los otros para 
satisfacer las apuestas de los amos.
La ratería de los funerarios discurre de un modo casi solemne, tal y 
como se les enseñó oficialmente a operar durante el Período Especial, 
por lo cual terminaron convirtiendo la costumbre en hábito. Minutos 
antes de que el cortejo fúnebre parta rumbo al cementerio, uno de los 
empleados entra a la capilla donde han estado velando al muerto. Luego 
de dar el pésame a los familiares, murmura vagamente "con permiso", 
entonces retira el cristal de la parte superior delantera del ataúd, y 
se lo lleva. Lo común es que nadie le pregunte por qué lo hace. Pero hay 
excepciones. Personalmente, presencié cómo uno de los dolientes le 
preguntaba. Y el empleado, con la mayor naturalidad, respondió: "Es que 
están en falta los cristales. La crisis y el Bloqueo, ya usted sabe".
En 1871, el poder colonial de España en Cuba fusiló a 8 estudiantes de 
medicina. Entre las acusaciones (casi todas injustas) que pesaban contra 
ellos, estaba la de haber rayado el cristal de la tumba de Gonzalo 
Castañón, un furioso enemigo de nuestro independentismo. Hoy, dadas las 
circunstancias, sería difícil enjuiciar a alguien por ese tipo de 
profanación, pues faltará la prueba.
Y conste que no sólo me refiero al cristal, ya que en los cementerios 
también está en alza el robo de cadáveres, o de algunas de sus partes, 
como base de otro próspero negocio, el de hacer brujería con miembros 
humanos, tasados según su importancia simbólica: las manos y los pies, 
20 cuc; una cabeza, entre 30 y 50 cuc…
Claro que en este caso los precios igual oscilan en proporción con los 
riesgos que corre el profanador. No cuestan lo mismo las partes del 
cuerpo de un niño o de un joven, cuyos familiares pueden descubrir la 
mutilación y armar la bronca, que las del cuerpo de un mendigo o las de 
un anciano sin parientes vivos en el país. Nuestros usureros de la 
muerte se guían por reglas muy estrictas, representantes al fin de los 
cambios para actualizar el modelo fidelista.
Source: "Profanadores de tumbas | Cubanet" - 
http://www.cubanet.org/?p=53747
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