Reflexiones de la Caimana:
Lecciones de obtusa política y escasa humanidad
Publicado el Domingo, 01 Septiembre 2013 09:50
Por Ramón Alejandro*
En días recientes se han producido algunos lamentables sucesos que
ilustran bien las consecuencias de esa ficción jurídica que hace posible
la existencia política de una centena de estados nacionales de opereta
que hoy en día gobiernan arbitrariamente a buena parte de la humanidad.
Existe frente a la península de la Florida una enorme extensión de cayos
e islotes dispersos por un buen trecho del Océano Atlántico, cuya mayor
parte está totalmente despoblada, y solo en algunos pocos de ellos viven
unos 300 mil habitantes que nunca se ha distinguido en su inexistente
historia por nada en particular, aparte de pescar y procrearse. Hoy
viven económicamente dándole cobija a capitales extranjeros que buscan
escapar a los impuestos de sus países de origen, o a turistas de países
ricos que vienen a solazarse en sus extensísimas y solitarias playas.
Es muy verosímil que también estén interesados en seguir cultivando sus
buenas relaciones con el gobierno castrista, y hacerse de la vista
gruesa con ciertas operaciones (no precisamente de langosta y camarones)
que llegan al Caribe desde Suramérica y les permiten a algunos de
residentes hacerse de unos pesitos más.
Pues bien, a eso, la comunidad internacional finge considerarlo como una
nación.
Orgullo nacional
Seguramente tienen sus cuerpos represivos y probablemente están tan
dispuestos a defenderse de una improbable invasión extranjera al igual
que sus colegas de la vecina isla de Cuba. Están tan orgullosos de ser
bahamenses como los cubanos de ser cubanos. Al punto que cuando algunos
cubanos en fuga pasan por esos oleajes y arenales desolados que
constituyen su territorio nacional, aprovechan la ocasión de
entretenerse un poco para aprisionarlos como a peligrosos delincuentes y
devolverlos sádicamente al abusador de su amo, el vejete gobernante de
Cuba con su corte de ancianos generales.
No ven en esos infelices fugitivos de la opresión y la miseria a seres
humanos en busca de libertad y oportunidades de vida que les niega su
sistema de gobierno, ven a cubanos, es decir extranjeros pobres sin
capitales que depositar en sus bancos fantasmas que no tienen ningún
derecho a transitar por sus inmensos mares salpicados de cayos
infestados por mosquitos.
No ven que son seres humanos como ellos aunque hablen otra lengua y
tengan otro color de piel. Gente de paso que no les representan ningún
inconveniente real, sino que solamente se ven obligados a transitar por
sus territorios para llegar a la Florida de sus sueños. Los desprecian
por ser extranjeros a la deriva, sin nadie que responda por sus vidas.
Víctimas inocentes de la jiña gratuita de sus propios gobernantes.
Una flaca identidad
Igual pasa en Honduras y Bélice, casi países de flaca identidad
nacional, y hasta en México que sí es una verdadera nación con una larga
historia de varios estados realmente constituidos con sus respectivas
civilizaciones propias aún desde mucho antes de la llegada de los
europeos a América.
Cubanito que les cae en las manos, cubanito que atropellan impunemente.
¿Será que esos pilluelos saben lo que pensamos de ellos y como entre
nosotros cuando no hay moros en la costa hablamos cáscaras de ellos y de
sus países, y que en cuanto les llega la ocasión de vengarse nos cobran
nuestro desprecio?
Cuando hacemos una mueca delante de un espejo, éste nos la devuelve. Es
la Ley de la Causa y su Efecto, la misma que utilizan las ciencias
occidentales modernas para llevar a cabo sus investigaciones y y
sorprendentes descubrimientos. Cuando le sonreímos amablemente al mismo
espejo, nos devuelve la misma amable sonrisa. Cuba devolvió a la
Alemania nazi un barco cargado de judíos en fuga que terminaron
asesinados en sus eficaces campos de concentración, ahora los bahameses
deportan a los cubanos como antaño nuestro gobierno deportó a aquellos
judíos que buscaban su libertad. La Ley de la Causa y su Efecto se
cumple invariablemente. Aunque pasen muchos años entre un hecho y su
consecuencia kármica.
Según Arnold Toynbee, historiador inglés que estudió seriamente el tema
de la decadencia del cristianismo en Occidente durante el siglo XIX, el
vacío que dejó en nuestras mentes se llenó con tres venenos, el
Nacionalismo, el Comunismo y la fe en el Progreso basado en la ciencia y
su consecuente tecnología.
Después de que Nietszche proclamó solemnemente la muerte de Dios, el
hombre se fabricó él solito esos otros tres ídolos para ponerlos en los
altares, en los cuales hasta entonces había estado entronizado ese Dios
inventado cuando el estado romano tardío nacionalizó al cristianismo
bajo Constantino el Grande. El Jesús que veneraban los primeros
cristianos era otra cosa.
Ese sabio esclavo
Conviene aquí recordar aquella fábula de Esopo en la cual ese sabio
esclavo cuenta como Júpiter había dado a las ranas de cierto estanque un
rey hecho de palo. Antojándoseles poco operante, esas ranas inconformes
con su suerte fueron a ver a Júpiter para pedirle otro rey más
interesante, y Júpiter complaciente les mandó a una garza que se las fue
comiendo a todas una por una.
Como hemos podido observar por las consecuencias que esta evolución tuvo
durante todo el subsiguiente siglo XX en Europa y el resto del Mundo nos
resultó peor el remedio propuesto por este y otros pensadores
bienintencionados que la terrible enfermedad de la que pretendieron
curarnos.
Salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor. Nos sucedió igual que a
las ranas de la fábula de Esopo. Porque hay que ver que esos filósofos y
cuentistas griegos ponían mas sabiduría en cada una de sus fábulas y
mitos que todos los profetas del antiguo testamento jamás pusieron en
sus famosas escrituras supuestamente inspiradas por el mismo Jehová.
El Nacionalismo es una religión que adora al Poder Colectivo de una
etnia particular. Poder colectivo es otra forma de nombrar al Estado.
Según Toynbee, tanto el comunismo como el nazismo y las diversas formas
de fascismos coinciden en ese culto al Estado. El individuo se convierte
en un sencilla pieza dentro de esa monstruosa maquinaria estatal. Dentro
del mítico Leviatán, como lo nombró Hobbes, el ser humano se vuelve una
simple herramienta al servicio de quienquiera que sea quién gobierne su
nación. El ego hipertrofiado del estado anula su individualidad. Eso lo
reconforta y le hace sentir fuerte, parte de un todo poderoso con el
cual se identifica de cuyos beneficios goza y al que sacrificándose
parecería darle cierto sentido a su vida.
El arte de disimular
Otra peligrosísima característica de ese ego estatal es que logra
justificarse disimulando muy sutilmente su carácter deleznable al
nombrar de las maneras más diversas a sus víctimas y enemigos.
Manipulando hábilmente el lenguaje. Cuando el yo se disuelve en el
nosotros, la persona pierde totalmente su responsabilidad, así ya no es
Fritz Schultz quién asesina a una familia judía, sino que es el pueblo
alemán quien justamente elimina a esos maléficos seres inferiores, de
manera que cuando al ser transferida la autoría del mismo crimen que
reconocería como abominable cometido por él solo a un sujeto plural, el
sujeto autor del hecho, por muy atroz que este sea, queda libre de pecado.
Las víctimas ya han sido previamente deshumanizadas al cambiarles el
nombre, de manera que se pueden asesinar sin escrúpulos. Los hermanos
Pérez Pérez ya pueden tumbar a la avioneta de los Hermanos al Rescate
sin problemas morales. Los gusanos no merecen vivir, por lo tanto hay
que no solo tumbarles esa avioneta invasora sino también hundirles el
remolcador en el cual intentan huir de la Noble Patria cubana para
refocilarse indignamente con bienes de consumo en la feroz Yuma. Los
soldados japoneses que asesinaban a mujeres y niños chinos, coreanos,
filipinos o malayos no lo hacían ellos por su cuenta propia sino que era
el Japón Imperial, personificado en el Mikado Hiroito, descendiente de
nada menos que Amateratsu Omikami la Diosa del Sol quién legítimamente
ejercía su superioridad sobre esos pueblos.
Los esbirros rusos que asesinaban a los campesinos para imponer la
catastrófica reforma agraria en Ukrania lo hacían por su gran Patria
Rusa y el Padrecito de los pueblos Josef Stalin. Igual que los
conquistadores castellanos y extremeños asesinaban a los indígenas
americanos tan campantes por amor a Jesús y a la Virgen María, dudando
que esos ingenuos y desnudos personajes, ataviados con plumas de aves y
fumadores de tabaco por los agujeros de sus narices, tuvieran o no almas
en sus cuerpos. Así le dieron candela al pobre cacique Hatuey aquellos
curas tan cristianos que acto seguido cubrieron púdicamente los senos a
sus mujeres sobrevivientes para no ofender a su orden moral.
¡Josú, qué cachondas que eran esa indias…chaval!
¡Ajustadores con ellas y fuego en el sitio de su pecado, como si fueran
las mismas hijas de Bernarda Alba!
Torturadores y torturados
El torturador que en Cuba maltrataba a desafectos que las autoridades le
ponían entre sus manos, ahora vive muy contento en Estados Unidos.
Abusaba de sus compatriotas por gratitud a la revolución que se lo había
dado todo. Ahora se sentirá igual de agradecido a Estados Unidos, y no
me extrañaría para nada que cuando tenga derecho al voto vote por la
extrema derecha belicista y se convierta en un antimusulmán visceral. Su
adoración por el Estado seguirá siendo la misma que cuando vivía en
Cuba. ¡El Estado Yuma es mucho más sangandongo y poderoso que el
cubiche, por lo tanto cuanto más adorable! El caso es abusar del débil y
lamerle las botas al fuerte. Pisotear al caído y guataquear al poderoso.
Estar siempre del lado del más fuerte.
Son maneras de ser que no se cambian con facilidad. Muchos batistianos
se transformaron en revolucionarios fervientes después del primero de
enero de 1959.
A quien le gusta abusar, cualquier causa que se lo permita hacer sin
pagar consecuencias legalmente le viene igual de bien.
El Nacionalismo es la ideología que les da carta blanca a cualquier
mequetrefe para dejarse ir a sus más bajos instintos. Y también a alguna
gente muy instruida como esos científicos nazis alemanes que trabajaban
en el proyecto termonuclear ideado por Hitler, quienes unos meses
después del derrumbe del Tercer Reich fueron los mismos que se pusieron
alegremente a confeccionar las bombas atómicas simultáneamente para los
rusos y los americanos.
La ciencia también tiene doble filo igual que la moral, es la calidad
humana del individuo la que determina su actitud ante el Poder. Es su
corazón lo que lo hace actuar noble o indignamente. Como Oswaldo Payá o
Miguelito Barnet. Las Damas de Blanco o Mariela Castro. Los Pérez Pérez
o los Hermanos al Rescate. José Martí o los Voluntarios españoles.
Diplomáticos con contenedores
Yo vi con mis propios ojos como en el aeropuerto del Distrito federal
los funcionarios de la embajada cubana en México viajaban a Cuba
acompañados por unos contenedores descomunales, llenos de bienes de
consumo, para hacerse unos pesitos vendiéndolos en La Habana con la
mayor buena conciencia de estar en su legítimo derecho de ejercer ese
privilegio ganado defendiendo en el extranjero los intereses de la
camarilla que agobia al pueblo con sus arbitrariedades legales.
¡Lo están haciendo por La Patria, asere!
Todo eso es falta de desarrollo de las cualidades propiamente humanas
inherentes a nuestra especie. El hombre nace como un animalito y
solamente se convierte en ser humano cuando se le educa adecuadamente.
La prueba la dan los niños criados entre lobos u otros mamíferos que
nunca llegan a ser plenamente seres humanos. Las dictaduras educan como
les conviene a esos individuos en el culto del divino poder estatal. Son
los perros de los que habla Georges Orwell en su Rebelión en la Granja.
Cuando el país es rico por su propia naturaleza el banquetón es de
película, como sucede actualmente en Venezuela.
Vacío espiritual y vulgaridad naterialista
El vacío espiritual que se ha creado en los países más desarrollados de
Occidente con el final de la fe en un Dios, por muy falso que este
fuera, y el consecuente culto del exclusivo Bienestar Material, el
Becerro de Oro prefigurado en el antiguo testamento, o el Materialismo
vulgar del que hablaba el propio Marx, pronto nos va a llevar a vivir
muy desagradables sorpresas. Porque seguimos creyendo en el Progreso
irreversible aunque alrededor de nosotros lo que veamos sean las
terribles secuelas de ese desarrollo ilimitado de nuestro deseo de gozar
a pierna suelta la opulencia presente y reirnos a mandíbula batiente que
las consecuencias de nuestra golosa manera de vivir tendrán para
nuestros eventuales descendientes.
El individuo de hoy no tiene ninguna razón de portarse bien. Porque los
valores morales se han disuelto en la conveniencia inmediata de cada uno
en lucha contra todos los demás. En cualquier régimen que sea, las
personas viven al día y para sí mismas, en la inconsciencia voluntaria
más autocomplaciente. Tanto tirios como troyanos están en la misma
despreocupada cogioca.
En Cuba o en Nueva York, la misma gozadera.
Mientras tanto el respetable estado Soberano Bahamense rige
orgullosamente el ejército de aguamalas y caballitos de mar de las aguas
de su oceánica república y maltrata como mejor le parezca a cualquier
náufrago que sin la más mínima intención de quedarse en Bahamas encalle
en sus desolados arenales. Ejerce su derecho soberano, sí señor, y hasta
se hinchan de orgullo al ver flotar al viento su curiosa e
insignificante banderita.
Que Dios los bendiga por darnos en nuestras propias narices esta lección
de obtusa política y escasa humanidad. ¡Y que viva la Pepa!
*Reflexiones de la Caimana es una sección de crónicas y testimonios que
publica semanalmente el pintor cubano Ramón Alejandro en CaféFuerte.
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