Jesús Rojas Pineda - 18 años de presidio político
Viernes, Agosto 30, 2013 | Por Lilianne Ruíz
LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org.- Indocumentado y con el 
estigma de "terrorista", a duras penas sobrevive Jesús Rojas Pineda en 
Jagüey Grande, Matanzas; luego de haber sido liberado el 19 de octubre 
de 2012, de la prisión Kilo 9.
El pasado 7 de agosto Rojas Pineda cumplió los 70 años.
Su causa es la misma por la que fue juzgado Armando Sosa Fortuny: El 15 
de octubre de 1994 desembarcaron juntos por Caibarién, más indignados 
que organizados, como se verá a continuación.
Antes de enrolarse en el grupo de siete hombres que desembarcó aquella 
noche, Rojas Pineda había sido pescador en su natal Caibarién, hasta que 
el 12 de julio de 1994 se echó a la mar en un bote plástico y remando 
llegó a las costas de la Florida.
"Fuimos bien recibidos como balseros, enseguida nos dieron ayuda", 
relata Rojas.
También consiguió trabajo: "Me puse a hacer nasas para capturar langostas".
Pero, según sus palabras, el 12 de agosto de ese mismo año, en una 
funeraria de la Calle 8 estaban tendidos los cadáveres de dos balseros 
cubanos. "Ese día llegaron 600 balseros a las costas norteamericanas".
Cuenta que allí mismo se organizó una protesta contra el gobierno 
cubano, responsabilizándolo por la muerte de los balseros. "El plante 
duró 24 días… El 10 de octubre nos pusimos de acuerdo para volver a Cuba 
un grupo de siete, con algunas armas pero sin sustancias químicas ni 
explosivos".
El resto de la historia es bien conocido. Intentaron trasladarse del 
pedraplén recién inaugurado, que conecta cayo Santa María con Caibarién, 
hasta el Escambray. En el camino apareció el carro donde viajaba, entre 
otros, el secretario del partido comunista de la provincia de Villa 
Clara, que resultó muerto de un disparo accidental del arma de Humberto 
Real Suárez, otro de los expedicionarios.
"En el juicio, la misma fiscalía admitió que el disparo fue accidental, 
ya que el arma que portaba Humberto era moderna y si él hubiera apretado 
el gatillo intencionalmente hubiera soltado una ráfaga de disparos en 
vez de uno solo, como ocurrió", rememora Rojas Pineda.
A pesar de eso, las condenas fueron de entre 20 y 30 años de prisión, 
destacándose la de fusilamiento para Humberto Real Suárez, que había 
declarado en el juicio: "Yo no vine a matar inocentes, sino a pelear 
contra la dictadura".
Varios de los siete hombres habían sido heridos de gravedad por sus 
captores. Fortuny en la cabeza y en un hombro; Real Suárez en la muñeca; 
Rojas Pineda por el impacto de 82 partículas de cristal tras el 
estallido de las ventanillas del auto, y Díaz Bouza, estando esposado en 
el suelo, recibió un disparo de AK que le hirió en la quijada y en un brazo.
La condena para Rojas Pineda fue de 20 años, a pesar de que en el juicio 
fue reconocido por la fiscalía que su arma nunca llegó a ser disparada.
Se me perdió la llave
Tras el juicio, fueron trasladados a prisiones de máxima severidad.
Para describir el presidio cubano por dentro, Rojas Pineda expresa: 
"Monstruoso, se ve de todo".
La prisión de Kilo 8, en Camagüey, conocida como Se me perdió la llave, 
fue uno de los primeros lugares por los que pasó.
"Ahí estuve en la celda No.50, de máxima seguridad. No te sacaban al 
sol, y te negaban la asistencia médica alegando que éramos terroristas".
En esa cárcel, Rojas Pineda recibió el apodo de Matador, porque no se 
dejaba maltratar por los oficiales. "Te imponían castigos extras, como 
reducirte el agua y quitarte los alimentos que mandaba la familia".
En algún momento tuvo necesidad de ser operado de hemorroides y para 
conseguir que lo viera un cirujano tuvo que plantarse en una huelga de 
hambre que duró 18 días. "Me negaban no solo que me viera el médico, 
sino hasta los analgésicos".
Al cabo de los 18 días de iniciada la huelga de hambre, estaba 
programada la visita de una Comisión del MININT proveniente de La 
Habana, para inspeccionar la cárcel.
Rojas Pineda llenó los trapos de sangre y los tiró para el pasillo, 
según relata. Solo entonces lo llevaron al hospital, donde al día 
siguiente fue operado. Pero de regreso a la celda le cortaron el 
suministro de agua: "Tenía que desplazarme, recién operado, para poder 
conseguir un poco de agua para el aseo".
"Una noche, un muchacho empezó a llamar después de la orden de silencio: 
Déjenme ir a la celda de Matador que él siempre me da algo de comer", 
continúa su relato Rojas Pineda.
"Un guardia lo sacó y junto con otros tres le dieron una paliza que por 
poco lo matan. Los presos empezaron a gritar ¡Abuso, abuso!, y 
comenzaron a golpear las rejas. A la segunda noche, buscaron tropas 
especiales hasta con lanzallamas, porque los de la cárcel les llamaron 
diciendo que era una revuelta contra el gobierno. Los presos se 
expresaron diciendo: Esto es un problema por los abusos y atropellos 
diarios".
"Retiraron las tropas y a los pocos días una comisión de oficiales de La 
Habana trajo 50 bajas, 50 condicionales y 50 mínimas", agrega.
La libertad condicional le fue negada en muchas ocasiones. Finalmente, 
el 19 de octubre de 2012 obtuvo la libertad "por cumplimiento de la 
sanción". Suman en total 18 años cautivo.
Hasta el último día, compartió el mismo destacamento y el mismo reducido 
espacio con Armando Sosa Fortuny, a quien llama "hermano".
Después de recibir la libertad, en una oportunidad fue a visitar a 
Fortuny llevándole alimentos, pero "no aceptaron ni la jaba, porque 
dijeron que no era día de visita". Todas las tardes, Rojas Pineda se va 
al teléfono a esperar la llamada de su "hermano".
Actualmente, padece de hipertensión, problemas circulatorios y un grado 
avanzado de sordera, además de todo el desgaste por tantos años en el 
presidio político.
Indocumentado
La familia de Rojas Pineda es del criterio de este hombre no quiere 
estar más en Cuba. Al principio no se le podía cerrar ninguna puerta en 
la casa.
Rojas Pineda estaba en los trámites de residencia norteamericana cuando 
decidió regresar a Cuba. La dirección postal de Miami es la que aparece 
en el documento que le entregaron cuando salió de la cárcel, que no es 
un carnet de identidad, sino una especie de carta de libertad.
Pero no puede emigrar legalmente a los Estados Unidos, en primer lugar 
porque su documentación norteamericana quedó en poder de las autoridades 
cubanas tras su detención.
Lo que le propone la Oficina de Inmigración y Extranjería de Cuba es 
iniciar el trámite de "repatriación", para poder obtener el Carnet de 
Identidad. Pero Rojas Pineda ya no se siente bien en la patria que lo 
vio nacer, que no levantó suficientemente la voz por su causa, y que no 
le ahorró ningún sufrimiento a él y a su familia en sus 18 años de 
presidio político.
Cuando esta reportera le comenta que su historia puede ser leída por el 
público cubano en el exilio, expresa su deseo de enviar un fuerte abrazo 
a sus hermanos y la petición de que "si alguien sabe de una manera en 
que se pueda obtener un duplicado de la documentación que me retienen 
las autoridades cubanas desde el mismo día de nuestra detención, y que 
habrá quedado en algún archivo en la Florida, me lo haga saber. Quiero 
pasar mis últimos días tranquilo", concluye.
Source: "Jesús Rojas Pineda: 18 años de presidio político | Cubanet" - 
http://www.cubanet.org/articulos/jesus-rojas-pineda-18-anos-de-presidio-politico/
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