Publicado el lunes, 07.01.13
Ni secos ni mojados
ALEJANDRO ARMENGOL
El senador Marco Rubio declaró recientemente que pensaba que se debe 
"examinar" la Ley de Ajuste Cubano. Es cierto, pero antes se debería 
eliminar la medida conocida como "pies secos/pies mojados".
Durante demasiadas décadas, la política del gobierno norteamericano 
hacia la isla se limita a la inmovilidad en sus rasgos fundamentales y a 
la retórica de campaña en su superficie. La administración de Barack 
Obama no ha sido una excepción.
Sin embargo, la inmovilidad de Washington no ha impedido que con los 
años se haya producido una transformación, tanto de la situación 
migratoria en lo que respecta a las leyes establecidas por La Habana, 
como a la valoración y significado de la figura del "balsero".
En primer lugar se debe destacar el cambio en la representación del 
inmigrante cubano, una simbología que ha evolucionado del mito del 
héroe-balsero a la denuncia del contrabando humano; de la epopeya de 
enfrentar la Corriente del Golfo en débiles embarcaciones a los 
guardafronteras persiguiendo las lanchas rápidas. Aunque la tragedia no 
deja de estar presente, la entrada ilegal de cubanos ha perdido su 
justificación política, vista ahora en el mejor de los casos como un 
drama familiar.
Irse de Cuba de forma ilegal, en la mayor parte de los casos, ya no es 
contemplado como un desafío a las leyes del régimen castrista ni se 
considera un escape de la tiranía: es sencillamente una violación de las 
fronteras de Estados Unidos, un asunto familiar y un delito.
Sólo un cambio tan notable de percepción sobre el inmigrante cubano (la 
palabra balsero abandonada ante la presencia o la huella de 
embarcaciones más poderosas utilizadas para la fuga) explica que la 
devolución casi cotidiana de cubanos encontrados en alta mar no produzca 
protestas, ni siquiera interés. Las nuevas medidas migratorias que a lo 
largo de los años se han establecido para disminuir la entrada de 
cubanos por vías ilegales se han presentado como normas cuyo principal 
objetivo es poner fin al contrabando humano, y no se hace mención a otra 
característica que conllevan: cerrar una vía de escape a la situación 
imperante en la isla. En la famosa ecuación "pies secos/pies mojados", 
empapar a todos los que aspiran a inmigrar ilegalmente, tratar por todos 
los medios de que nadie se pueda secar en la arena de las playas del sur 
de la Florida.
Este esfuerzo para poner fin a la inmigración ilegal y acabar con el 
contrabando humano responde no sólo a los intereses fronterizos de EEUU, 
así como a la necesidad de frenar una actividad delictiva, sino que 
también ha avanzado en la elaboración de una política migratoria 
respecto a Cuba de cara al futuro, a la espera del día en que se 
produzca un restablecimiento pleno de los privilegios de los residentes 
en la isla a la hora de emigrar.
Hay que señalar en este sentido que los avances estadounidenses se han 
limitado al cumplimiento de las leyes, más que a la transformación de 
las normas, mientras que en Cuba la reforma migratoria, aunque no da la 
amplitud necesaria, en buena medida deja en entredicho los reclamos 
políticos para colocar en primer plano los económicos. La posibilidad de 
vivir un tiempo a este lado del estrecho de la Florida, para ganar 
dinero, enviar remesas, medicinas y artículos de todo tipo a la isla, o 
incluso "descansar un poco de la persecución" (como ha declarado la 
familia Payá), y luego regresar a Cuba, implica una nueva situación de 
la que se desprende un cambio en la legislatura vigente en este país. No 
más el proclamar la llegada a "tierras de libertad" como salvoconducto 
de entrada.
El establecimiento de la política "pies secos/pies mojados" fue una de 
las tantas salidas a medias e hipócritas que caracterizaron al gobierno 
de Bill Clinton. Fue establecida tras los acuerdos migratorios de 1994 y 
1995, como resultado de la Crisis de los Balseros.
A favor del mantenimiento, tanto de la política "pies secos/pies 
mojados" como de la Ley de Ajuste Cubano, puede argumentarse la 
permanencia del régimen castrista. Solo que el reclamo amenaza 
convertirse en excusa. La desaparición de los hermanos Castro no 
significará el fin de los problemas para los cubanos y por supuesto que 
siempre habrá motivos para reclamar la excepcionalidad. También se puede 
decir que no toca a alguien que emigró señalar circunstancias que 
podrían poner fin a los beneficios que en la actualidad disfrutan otros 
como él, o al menos que comparten igual origen nacional, pero esa 
reclamación es válida solo si se aspira a permanecer siempre fiel a 
cualquier arreglo parroquial.
Durante muchos años la política migratoria ha sido utilizada como un 
instrumento político, por parte de EEUU y Cuba. Dos países disímiles 
unidos por un problema común, mientras miles de desesperados continúan 
buscando un destino mejor.
Source: "ALEJANDRO ARMENGOL: Ni secos ni mojados - Opinión - 
ElNuevoHerald.com" - 
http://www.elnuevoherald.com/2013/07/01/1510902/alejandro-armengol-ni-secos-ni.html
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