Si de control se trata…
ORLANDO DELGADO | La Habana | 29 Jun 2013 - 7:53 am.
A la hora de vigilar a sus ciudadanos, ningún gobierno del mundo puede
competir con los Castro.
Por estos días los medios de comunicación del mundo entero destapan el
escándalo que ha suscitado las revelaciones de un exagente de la CIA
sobre el control de los organismos de inteligencia de EE UU sobre las
comunicaciones de ciudadanos. La prensa oficial cubana no se quedó
atrás, pues cualquier evento medianamente cuestionable ocurrido en el
vecino del norte enseguida es aprovechado para presentar a ese país como
una dictadura disfrazada bajo el manto de la democracia. A las
verdaderas dictaduras poco les importa satanizar a las democracias,
olvidando en el proceso que no le pueden tirar piedras al vecino cuando
su tejado es de vidrio.
En materia de control y vigilancia, el Gobierno cubano puede dar cátedra
a los más altos oficiales de cualquier servicio de inteligencia del
mundo. La dictadura que desgobierna Cuba posee el dominio absoluto de
las comunicaciones dentro y hacia fuera de la Isla, interviene teléfonos
cuando le viene en gana, penaliza derechos básicos como el de la
libertad de expresión y asociación y, para ello, detiene a opositores y
viola las más elementales normas de protección hacia el individuo,
encarcela, golpea y difama de sus adversarios mostrando conversaciones
telefónicas y videos tomados de forma ilegal.
Entrenada por las tenebrosas KGB soviética y la Stasi alemana, la
Seguridad del Estado es un organismo dedicado a controlar y a su vez
sembrar desconfianza entre los ciudadanos. Y eso, a pesar de que
numerosos científicos sociales han demostrado que la confianza es un
elemento básico para el avance y desarrollo de las sociedades modernas,
pues crea un capital social indispensable para poder solucionar de
manera pacífica los numerosos problemas que se generan continuamente.
En innumerables ocasiones, Fidel Castro se ha quejado de que las
llamadas telefónicas que sostiene con presidentes de terceros países son
escuchadas por los servicios de inteligencia norteamericanos; es decir,
demanda para sí lo que le quita a sus propios ciudadanos, privacidad en
sus conversaciones telefónicas.
Además, la ciudadanía desconoce cuánto gasta anualmente el Ministerio
del Interior en cámaras de video, automóviles, gasolina y micrófonos en
su vigilancia de la oposición interna. Aun cuando las autoridades
disponen de cuantiosos recursos para impedir la expansión de un
pensamiento alternativo, de vez en cuando se ven obligadas a organizar
conferencias y charlas en distintos centros universitarios con sus
destapados agentes, para contrarrestar la limitada influencia que podría
ejercer la sociedad civil cubana sobre los más jóvenes. Así, el daño que
intentan ocasionar a la dignidad de la persona es terrible, al presentar
a chivatos como héroes y exaltar la delación como medio legítimo para
reprimir a los que no piensan como enseña el vetusto periódico Granma.
Pero cada vez más encuentran menos seguidores y la simulación y la doble
moral campean por su respeto.
Presa de sus constantes errores y su asfixiante control, el castrismo
hace aguas por todas partes. Aunque intenta controlarlo todo y retrasar
el acceso pleno de Cuba a las más modernas tecnologías de la
comunicación, sabe que su apuesta tiene fecha de caducidad. La escena
final está cada día más cerca.
Source: "Si de control se trata… | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1372230414_3931.html
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