Una sociedad fuera de control
Viernes, Marzo 8, 2013 | Por Víctor Manuel Domínguez
LA HABANA, Cuba, marzo, www.cubanet.org -La indisciplina social en Cuba
está fuera de control. El comportamiento invasivo de miles de ciudadanos
contra el derecho de los demás a disfrutar en paz de los espacios
públicos y privados, atenta contra la calidad de vida de la población.
Nadie puede escapar del mal.
Para muchos, la estridencia sobre la mesura, la guerra contra la paz, el
hacerse sentir sólo por hacerse sentir, es el comportamiento necesario
para sobrevivir en una selva social rodeada por rejas de pancartas y
carteles propagandísticos de una revolución que ya no es tal.
Los que no comulgan con el chancleteo populachero, el grito estentóreo,
la obscenidad pública, el patrioterismo cerrero de ocasión y otros
ingredientes de la mezcla del falso igualitarismo cocida en la olla
colectiva de la revolución, solo pueden mantenerse al margen de la sociedad.
Ser un ciudadano decente en la Cuba de hoy significa formar parte de una
exigua minoría en peligro de extinción, no por temor a que se contamine
con el desparpajo de los demás, sino debido a la posibilidad de ser
expulsado de su entorno natural, por la fuerza o por las circunstancias.
En un artículo titulado Desparpajo (Juventud Rebelde, 3 de Marzo 2013),
el periodista José Alejandro Rodríguez se pregunta: ¿Qué fracasó en esos
seres que arrasan los espacios públicos con sus instintos primitivos?
¿Qué falló en la familia, en la escuela y la calle, en la sociedad?
Frente a estas y otras preguntas que se hace el periodista y miles de
ciudadanos, predomina una respuesta: La revolución. Si la calle es de
los revolucionarios (como reza un lema oficial), cuanta suerte de bicho
incontrolable desande por ella es parte de la base del desparpajo social.
La revolución, con su falso igualitarismo, su vulgaridad y la
indiferencia frente a comportamientos antisociales u obscenos, siempre
que no afecten la supuesta incondicionalidad al régimen, es la
generadora del caos.
En el referido artículo, José Alejandro Rodríguez añade que "el
desparpajo es el VIH de la vía pública para el que no hemos encontrado
antídoto. Su código es el escándalo sin fronteras, la hegemónica
sumisión de los comedidos, la intolerancia contra la delicadeza".
Y en la realidad es así. No existe lugar público ni privado que no sea
invadido por actos de indisciplina social. Dentro del hogar o en la
calle, el ciudadano es víctima o está rodeado por el desparpajo y la
insensibilidad.
La música estridente hasta la madrugada, los portazos, los gritos, la
obstrucción de la escalera común, el trabajo por cuenta propia en áreas
colectivas o que afectan un espacio privado, son causas de innumerables
quejas, no pocas broncas entre vecinos, y ninguna medida policial.
En la calle resulta peor. Decenas de habaneros han sufrido lesiones
físicas y psíquicas por el mal comportamiento de ciudadanos de todas las
edades en espacios diseñados para transitar.
Una vecina sufrió un pelotazo en un oído que no para de zumbarle y le
provoca crisis nerviosas, que desde hace cinco años deben ser tratadas
por un especialista en el hospital. Un adolescente, de 15 años, sufrió
la pérdida de la visión de un ojo por la misma razón: el juego de pelota
en la calle.
La razón que argumentan algunos vecinos no afectados, y las
organizaciones de masas de la cuadra, es que los niños, adolescentes y
jóvenes no tienen áreas deportivas dónde jugar, así que lo hacen en la
calle o en un parque, sin que les importe si afectan a los demás.
No es inusual que una maceta de barro, una bolsa llena de excrementos o
un cubo de agua mezclada con orine, arrojados desde un balcón, caigan
sobre alguien que transita por una calle de la capital.
Son tantas las indisciplinas que se cometen a diario en cualquier lugar
público, sin que se logre ponerles fin, que un artículo no hará la
diferencia. Pero vale el intento. Soñar no cuesta nada.
vicmadomingues55@gmail.com
http://www.cubanet.org/articulos/una-sociedad-fuera-de-control/
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