Fabricantes de la pobreza
[30-11-2012]
Alberto Medina Méndez
(www.miscelaneasdecuba.net).- El pseudo progresismo se ha constituido en
el mayor generador de pobreza de este tiempo. Lo hacen a diario, y pese
a las irrefutables evidencias que confirman esta visión, están
convencidos de estar recorriendo el camino inverso. Definitivamente han
hecho un culto de la indigencia. Después de todo se nutren de ella.
Las naciones que lograron vencer al subdesarrollo, que progresaron en
serio, no lo hicieron construyendo una industria de dádivas, ni gestando
un huracán de privilegios, ni tampoco planteando condiciones ideales
para esa sociedad injusta en la que los que se esfuerzan obtienen lo
mismo que los que no lo hacen.
Esta casta de dirigentes ruines que pueblan las bancas legislativas y
las oficinas públicas, la inmensa mayoría de ellos, incapaces de exhibir
un éxito profesional en sus vidas, disponen de los dineros de todos,
fundamentalmente del de los más pobres, para seguir empobreciéndolos, en
una lógica que, a estas alturas, ya debería haber caído por su propio peso.
A los que menos tienen, los castigan con una carga tributaria
inexplicable. Les hacen pagar a los más débiles, a los que con mucho
esfuerzo solo pueden sustentarse, impuestos que tienen como destino el
despilfarro de siempre, ese que permite ejercer retorcidas prácticas
políticas, favorecer amigotes del mandamás de turno, o alimentar la
epidemia de la corrupción.
Ellos, la clase política de diferentes espacios, que gobierna estos
países desde hace demasiado tiempo, ha construido una maraña de reglas
de juego para mantenerse allí, esquilmando a los que producen, pero
también a los que dicen beneficiar.
Son los sectores más empobrecidos los que pagan con mayor fuerza este
sistema que, suponen que los defiende. Impuestos, inflación, derroche y
corrupción. Resulta difícil identificar en esta lista, en qué lugar está
la tan mentada defensa a los que menos posibilidades tienen con la que
se llenan la boca los dirigentes de este tiempo.
Han diseñado un esquema para enriquecerse como funcionarios, que se
sostiene sobre la base de sojuzgar a los más pobres. No han generado las
condiciones para que dejen de serlo, muy por el contrario, crearon un
sistema para que los pobres sigan siendo pobres y queden esclavizados,
en manos del clientelismo y el asistencialismo que se han ocupado de
edificar durante décadas.
Un país rico y prospero, como el que sostiene el relato, no saquea a los
pobres con impuestos e inflación para luego subsidiarlos, no los
humilla, ni los impulsa a convertirse en mendigos de la política.
El país en el que nos quieren hacer creer que vivimos, no existe. Somos
parte de una sociedad donde un pobre es inducido a votar a un candidato
partidario, a cambio de un plan social estatal o de una mera promesa.
Los que se ufanan de hacer política en serio, organizan, cual asociación
ilícita, un afinado método para entregar una bolsa de alimentos el día
de las elecciones solo para lograr mayor caudal electoral. Intentan
arrear a los ciudadanos como ganado, en vehículos. Todo ese despliegue
con dineros públicos muchas veces, confirmando esa cruel sociedad entre
la política y la corrupción.
Habrá que ser menos piadosos con esa clase política. Se trata de una
perversa casta, una verdadera lacra social, avalada por muchos
ciudadanos, los más de ellos cómplices involuntarios de esta parodia.
Esta caterva de dirigentes políticos, no tiene autoridad moral para
hablar de progreso. Se encargan a diario de tratar a la gente como "una
cosa", de condenarlos a mantenerse en una vida despreciable, a hacerle
promesas, a sabiendas de que no cumplirán, y fundamentalmente a
convencerlos de que son unos inútiles, que no sirven para nada y que
solo pueden aspirar a seguir recibiendo favores, a vivir de prestado y
solo en la medida que continúen votando a su humilladores para que los
sigan destratando.
Cuando estos corruptos finalmente se vayan y sean finalmente
desenmascarados, cuando los que todavía los sostienen, logren darse
cuenta de la inmoralidad que han generado, esta sociedad deberá aun
luchar para vencer las temibles secuelas y este legado lamentable que
dejarán como herencia.
Los depredadores de la política y de la sociedad, los han convencido a
los más pobres, que son ineptos, inservibles y llevará mucho tiempo
recuperar la autoestima, la fe en sí mismos, la fortaleza para dar la
mayor de las batallas y salir de la pobreza sin que nadie les regale nada.
En todo este tiempo, les han robado la mayor riqueza que un ser humano
puede disponer, su dignidad. Y es difícil recuperar esta virtud cuando
ha sido pisoteada, arrastrada y ultrajada durante generaciones.
No se precisan gobiernos que saquen de la pobreza a la gente, en todo
caso se necesita una clase dirigente que deje de lado su costado
mesiánico e interminable vanidad, su soberbia inagotable de creerse el
centro de la creación, la dueña de las verdades y propietaria del
monopolio de las soluciones.
A la gente de bien le queda una dura tarea por delante, ayudar a
reconstruir el optimismo, el poco que queda, a devolverle la fe a los
que la pierden a diario, a alimentar la confianza en sí mismos y la
imprescindible actitud, que es la madre de la riqueza.
El combate será difícil, porque mientras muchos ciudadanos están
dispuestos a ser protagonistas del cambio, otros decidieron dedicarse al
ocio cívico, fomentando la abulia crónica y siendo cómplices de tanto
desatino.
Es tiempo de enfocarse en no bajar los brazos. Los que realmente creen
que la historia puede cambiar tienen un duro desafío por delante.
Mientras tanto, del otro lado, buena parte de esta clase política
contemporánea, alimentada desde el populismo vigente, se dedicará a
perfeccionar el arte de ser fabricantes de pobreza.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=37837
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