[29-02-2012]
Yusmila Reyna Ferrera
Corresponsal de Misceláneas de Cuba
(www.miscelaneasdecuba.net).- Escuchar que la mayoría de los cubanos 
están sumidos en la inercia o que por extensión la sociedad cubana, no 
es del todo cierto, ya que en esta última y en la gente en particular 
ocurren  a diario cambios en sus modus operandi para sobrevivir en la 
isla: unos evadiendo el control administrativo, otros el policial, 
algunos ingeniándosela para montar y mantener un negocio, otros para 
romper el silencio informático para conocer de las cosas mundiales de 
sus preferencias o expresar sus ideas sin ataduras, las mujeres 
inventando el comer diario de la familia, por solo citar algunos ejemplos.
Sin embargo, esta opinión se sustenta esencialmente en las prácticas 
culturales de conceptos y estructuras instauradas en el país por décadas 
y que no han hecho que este avance y por otro lado, en la falta de 
masividad en una explosión social para cambiar estas prácticas.
Situación que ha hecho plantear a muchos, que la oposición cubana no 
tiene poder de convocatoria, que está fragmentada esta naciente sociedad 
civil, que el pueblo aún no está preparado para enfrentar un cambio 
social radical, que este tiene mucho miedo, etc.
Creo, que más que intentar desmentir o controversiar al respecto, sería 
más fructífero dilucidar cómo llegar a tocar las fibras de la mayoría de 
la población cubana para que salga de la apatía, indolencia, 
indiferencia y desgano respecto al estado de violencia gubernamental en 
que se desarrolla su cotidianidad.
Sin intentar suplantar todas las acciones estratégicas de los diferentes 
grupos y organizaciones opositoras, le proponemos valorar lo siguiente:
El poder de la palabra ha sido por siglos un instrumento de educación 
para las grandes mayorías, de conocimiento o/y reconocimiento de las 
amplias potencialidades del ser humano para resolver situaciones de 
crisis, pero también ha sido un medio  de dominación de los hombres más 
avezados  sobre los que no lo son, con fines personales o sociales. La 
historia recoge elocuentes nombres: Cicerón, Jesús Cristo, Julio César, 
Espartaco, Martin Lutero, José Martí, Juan Pablo II, Nelson Mandela, 
Fidel Castro, etc. Entonces, por qué no aprovechamos esta experiencia, 
que no necesita de recursos materiales o financieros para dialogar con 
el pueblo, comenzando por nuestros familiares y amigos, luego con 
nuestros vecinos, conocidos ocasionales, etc. pero con palabras cercanas 
a su realidad y entendimiento.
Rompamos las barreras comunicativas, igualándonos a su sufrimiento, que 
en realidad es el mismo nuestro. Haciéndoles ver las causas de sus 
carencias y desarraigos, pero sin dejarnos llevar por el odio o el 
resentimiento hacia los cubanos, que nos oprimen, sin exceso de 
verbalismo o palabras que el gobierno ha satanizado como Cambio, 
Derechos Humanos, Libertad, que más que atraer al pueblo, lo espantan. 
Sabemos que la tarea es un poco difícil, porque estos términos y otros 
son en realidad los que éste necesita internalizar para poder, romper la 
inercia, es decir actuar. Pero pensemos, usemos estrategias y hagamos 
uso de la riqueza léxica de nuestro idioma español.
Por otro lado, prioricemos más que contar los atropellos a los que nos 
someten las autoridades como opositores, a ejemplificar nuestra 
experiencia personal para romper el miedo a decir y defender lo que 
creemos justo, cuáles son las cosas que nos fortalecen para enfrentar la 
pérdida de amigos, compañeros y hasta familiares por hacer público 
nuestros ideales.
Dilucidemos entre todos nuevos puntos convocantes, motivaciones sociales 
y los potenciales participantes para lograr que nuestra población se 
indigne y nos siga. Comenzando por siempre a dar las posibles soluciones 
a sus problemas diarios, que sabemos tararean desde que se levantan, 
planteándoles el actuar nuestro, si tuviéramos el poder de gestión 
administrativo, tratando siempre de persuadirlos de nuestra propuesta. 
Ya que no tenemos la varita mágica para suplir sus carencias ipso facto. 
  Ahora, dilucidemos bien nuestro punto de mira.
Ofrecer datos sobre el tema que se discuta a nuestros interlocutores 
siempre ha resultado un instrumento convincente, corroborado desde las 
experiencias en el colegio, en una esquina caliente de pelota, en un 
debate económico, etc. por tanto, en el debate político con el pueblo, 
que siempre será cualquier asunto para los opositores, Usémoslo 
sistemáticamente. Está demás decir, lo que necesitamos para esto.
Convencidos de que el agua que corre en Cuba, por los ríos del 2012 no 
es la misma de décadas atrás, mostremos al pueblo nuevas cosas o quizás 
las mismas cosas que ofrecen los medios de comunicación, pero con un 
análisis lógico diferente, tanto de la realidad interna como externa.
Convencidos de que, no tenemos por el momento la solución para aliviar 
el hambre y ofertar el resto de los recursos mínimos que necesita el 
pueblo para vivir, pero sí  podemos ir sorteando los mecanismos de 
control social y también reeducando muy sutilmente a cada persona, 
comenzando, no está demás decirlo con nuestro ejemplo personal y 
divorciados en nuestro actuar diario, de la inercia opositora.
Se trata de ir logrando que lo que al pueblo hasta ahora le ha parecido 
normal (como no alimentarse, no vestirse, no poder hablar sin 
hipocresías, que no le alcance el salario, que no puedan tener una buena 
casa, no participar activamente en las decisiones más importantes del 
país, etc.), comience a apreciarlo como anormal, teniendo la Oposición 
como mejor arma, la Palabra combinada con el método idóneo de la 
persuasión: la argumentación.
Se trata de hacer todo lo contrario de lo que hemos hecho hasta ahora, 
recuerden, las sabias palabras de, que no se pueden decir cosas nuevas 
con conceptos viejos,  quizás así, empecemos poco a poco a Romper la 
Inercia.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=35282
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