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Tuesday, January 03, 2012

La Cuba de 2011, ¿raulista o ciudadana?

La Cuba de 2011, ¿raulista o ciudadana?

A trompicones han pasado los 12 meses de 2011 en Cuba, enmarcados por
sucesos que encerraron la realidad nacional entre las excarcelaciones y
las detenciones, los controles y las flexibilizaciones.
Yoani Sánchez 2 ENE 2012 - 20:39 CET3

Hemos vivido un fin de año sin frío, una Navidad de camisa corta y gotas
de sudor, con arbolitos repletos de guirnaldas por todos lados. A
trompicones han pasado los 12 meses de 2011 en Cuba, enmarcados por
sucesos que —como un par de corchetes— encerraron la realidad nacional
entre las excarcelaciones y las detenciones, los controles y las
flexibilizaciones. En enero todavía estaban siendo liberados —a
cuentagotas— los prisioneros de la Primavera Negra de 2003 y recién
ahora han sido indultados 2.900 sancionados por diversos delitos. Lo que
comenzó con la discusión de los lineamientos del Sexto Congreso del
Partido Comunista, celebrado en abril, concluye ahora con los
preparativos para una Conferencia Nacional en la que muy pocos ponen sus
esperanzas. Quizás este haya sido el intervalo de tiempo en que nuestras
autoridades han implementado más cambios económicos y, sin embargo,
nunca la impaciencia ciudadana había llegado a un punto tan alto. Se han
dado numerosos pasos, pero el camino, al estilo de una estera rodante,
marcha hacia atrás y nos ha dejado a pocos centímetros del lugar inicial.

Raúl Castro ha emprendido la ardua tarea de desmontar el fidelismo, de
enterrar en vida al Comandante en Jefe. Sin confesarlo, sin ni siquiera
hacer la crítica necesaria al Gobierno del hermano, el general
presidente ha echado por tierra parte de los programas gestados por su
antecesor. Eliminó totalmente las llamadas escuelas en el campo, siguió
profundizando la entrega de tierras en usufructo a los campesinos y
levantó el banderín al trabajo por cuenta propia. También canceló otros
delirios como la enorme tropa de choque llamada "trabajadores sociales",
puso fin a la Operación Milagro que importaba pacientes latinoamericanos
para ser operados en Cuba y desmanteló el Ministerio del Azúcar, cuya
zafra tiene números cada vez más ridículos. En un gesto audaz y a golpe
de decreto, consintió la compraventa de autos y abrió el mercado
inmobiliario en un país con décadas de inmovilismo en ambos sectores.
Incluso se vistió de civil para ir a la cumbre del CELAC y firmó la
carta final del evento con un par de puntos sobre democracia y respeto a
los derechos humanos. El heredero del trono de la Revolución se ha
afanado a lo largo de 2011 en obtener legitimidad en el marco regional.

Pero el raulismo y sus ajustes económicos no han dado los resultados
esperados. Un kilogramo de frijoles sigue costando el salario de tres
días y en 2012 el país tendrá que gastar 1.700 millones en importar
alimentos. Sonados casos de corrupción han abultado los rumores
populares durante estos últimos meses, ante el secretismo de la prensa
oficial. En su discurso ante la última sesión de la Asamblea Nacional,
el primer secretario del PCC llegó a afirmar que "la corrupción es hoy
uno de los principales enemigos de la Revolución, mucho más dañino que
la actividad subversiva". Mencionó el alto nivel de los implicados en
los desfalcos, tildando estos atracos como "delitos de cuello blanco"
cuando en realidad parecen más "delitos de cuello verdeolivo". Cada
inspección o auditoría realizada ha sacado a la luz desvíos y
sustracciones por montos alucinantes. De seguir hurgando en esa
dirección, Raúl Castro podría granjearse muchos enemigos en su propia
tropa. Como si ya no tuviera bastante con la ebullición y el crecimiento
que se nota entre las filas de los disidentes y de otros movimientos
cívicos críticos con su gestión.

Octubre trajo una prueba difícil, tanto para perseguidos como
perseguidores, con la muerte de Laura Pollán, la líder de las Damas de
Blanco y el revuelo que esta causó. La policía política ajustó por esos
días lo que ha sido el sello distintivo en el terreno de la represión
del actual Gobierno. Arrestos breves, amenazantes, sin rastros legales,
a diferencia de los grandes shows judiciales que tanto le gustaban a
Fidel Castro.

Los activistas han tenido que lidiar también con el aumento de las
campañas mediáticas en su contra y la paramilitarización de los órganos
de la Seguridad del Estado. De noche en una esquina, tres desconocidos
se lanzan contra un opositor y lo meten a la fuerza en un auto, sin
mostrar identificación, sin portar uniforme, sin aclarar qué delito está
cometiendo el detenido. La Cuba raulista es por tanto más impredecible
en cuanto a castigos, porque la incertidumbre de la represalia se erige
como su método más acabado de coacción.

La inseguridad también es generada por la lentitud y la vacilación para
implementar ciertas reformas sociales y políticas. La eliminación de las
restricciones migratorias se ha quedado fuera del balance anual, con la
consiguiente frustración de todos los que aguardaban por ella. Tampoco
se ha atrevido el general a autorizar la creación de otros partidos y en
lugar de abrir los márgenes del debate nacional sigue repitiendo que se
trata de un tema "entre revolucionarios". Ha sido una prueba dura para
2011, en que ha debido hacer cambios que irremediablemente le restarán
poder y, no obstante, percibe cómo su popularidad va decreciendo cada
día. Este que termina no ha sido el año de Raúl Castro, para nada, su
terquedad y la propia vida se lo han malogrado.

Yoani Sánchez es periodista cubana y autora del blog Generación Y.

http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/02/actualidad/1325533199_646128.html

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