Educación cubana en tiempos de reformas
La caída en picada de la calidad de la enseñanza en Cuba es un secreto a 
voces
Nadia García, La Habana | 11/01/2012
El Estado/Partido, que este año implementará definitivamente la política 
de despidos y se demora en delinear las esperadas reformas en cuanto a 
leyes migratorias y aumentos salariales, trata de lucir capaz y 
confiable en el camino de la "actualización". A la firma de 
decretos-leyes se suman otras estrategias con las que persigue ganar la 
simpatía de un pueblo que ha tenido que aprender a no confiar. Por 
ejemplo, la presencia en espacios informativos de funcionarios que con 
mucha timidez intentan dar explicaciones coherentes.
En días pasados soportamos otra vez propagandas sobre la Campaña de 
Alfabetización y leemos algunas frases de aquellos brigadistas: 
¡Cumplimos, Fidel, y no te defraudaremos![1]. Pero la educación, uno de 
los renglones que ha servido al Estado durante años para fanfarronear 
sobre la calidad del sistema social instaurado en Cuba, también ha 
comenzado a ser analizada. Hasta el pasado 17 de noviembre se dedicaron 
tres Mesas Redondas a esta "conquista de la Revolución", a las que 
asistieron los ministros de Educación, Educación Superior y miembros de 
la Federación Estudiantil Universitaria y la Enseñanza Media.
Y es que la caída en picada de la calidad de la enseñanza en Cuba es un 
secreto a voces. Las dificultades económicas de los años noventa y las 
migraciones de los profesionales de la educación a sectores como el 
turismo y el trabajo por cuenta propia marcaron el punto de partida para 
la implementación de absurdas medidas de rescates en esta rama. Entre 
ellas la extensión del uso de medios audiovisuales en la enseñanza 
primaria, secundaria y preuniversitaria, un método que si bien 
garantizaba mínimos costos y tiempo, confundía educación con 
información. Otra de las desesperadas soluciones fueron los proyectos de 
formación rápida de docentes, con los programas de los maestros 
emergentes y PGI (profesores generales integrales), que terminaron por 
poner frente a las aulas de las escuelas primarias a adolescentes, y en 
las de secundaria, a jóvenes que debían impartir un mínimo de tres 
materias diferentes. El preuniversitario, por otra parte, ha pasado por 
etapas de flexibilización u obligatoriedad de los exámenes de ingreso a 
la Universidad, etapas en las que no han faltado sonados escándalos 
nacionales por pruebas desaprobadas de forma masiva.
Los ministerios de educación del país también han tenido que sumarse a 
la ola de reformas que demandó el VI Congreso del Partido, presionado 
por una insatisfacción popular que se reflejó en más de 21.383 opiniones 
sobre el tema[2]. Los institutos preuniversitarios que existían en el 
campo son trasladados a las ciudades, se tratan de recuperar los 
profesores especializados y para el 2012 se espera que los docentes de 
las secundarias estén a cargo de solo dos asignaturas afines[3].
Pero no se deben aplaudir demasiado pronto estos cambios. No solo porque 
la supuesta continuidad del perfeccionamiento de la educación sirve como 
pretexto para reducir y eliminar gastos en la esfera social, sino porque 
las trasformaciones educacionales solo se están concibiendo para 
contrarrestar los males de las gestiones económicas realizadas hasta la 
fecha. Los becados vuelven el seno de sus familias sobre todo para 
disminuir las cuotas destinadas al trasporte, la alimentación y los 
artículos personales, no porque de manera repentina el Estado ha 
comprendido el papel de la familia en la educación. Por recortar gastos 
hasta se pretende ajustar la educación primaria en las zonas con baja 
demografía, lo que nos alerta sobre un posible empeoramiento de la 
educación en las áreas rurales. La enseñanza superior no queda libre de 
recortes, la política tendrá dos aristas fundamentales: primero, abrir 
la matrícula solo en las carreras que demanda la economía del país como 
las relacionadas con la agricultura y así poder formar un mayor número 
de técnicos y obreros calificados. Segundo: la municipalización, que en 
las condiciones actuales de Cuba, donde la capital es el principal 
centro intelectual, se convierte una medida reaccionaria que condena a 
los que viviendo en el resto del país aspiran a una educación superior 
de calidad. Se pretende reducir también las carreras pedagógicas de 
nivel superior e incrementar las de nivel medio, lo que inevitablemente 
continuará reproduciendo la existencia de profesores sin la categoría 
adecuada.
El Estado busca guardase cada peso y ha sacado todas las cuentas. Los 
principales del Ministerio de Educación Superior nos restriegan con 
cinismo algunas cifras, las carreras universitarias cuentan entre 25.000 
y 40.000 pesos. ¿Acaso ese dinero no lo pone el pueblo? Cambiar para 
ahorrar es la divisa para la educación en estos momentos, aunque ciertas 
cosas no cambian, ya nos lo ha dicho el Ministro Díaz Canel, uno de los 
principales retos es la formación política/ideológica de nuestros 
profesionales.
La educación cubana entra en una etapa donde le tendrá que rendir 
cuentas a la economía y la producción, sin desprenderse de la impuesta 
cultura de obediencia y sumisión que demandan las élites, dejando de 
lado la posibilidad de definir y emprender un proyecto cultural adecuado 
para la situación actual del país.
[1] ¡Cumplimos, Fidel, y no te defraudaremos!, Héctor Arturo, Granma 
16/12/2011.
[2] Tabloide: Información sobre el resultado del debate de los 
lineamientos de la política económica y social del Partido y la 
Revolución, VI. Política Social, pág. 24, mayo 2011.
[3] Cambios en la docencia para la secundaria en Cuba, (IPS), 
Havanatimes.org 24/6/2011.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/educacion-cubana-en-tiempos-de-reformas-272773
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