En el mapa de América
Raúl Rivero
Madrid – Más grave y dolorosa que el olvido es la indiferencia. Uno,
tiene que ver con la memoria que puede ser frágil y brumosa. La otra, es
una posición con mandatos de la conciencia. Las relaciones que sostienen
con Cuba, desde hace décadas, grandes sectores de las sociedades de los
países de América, tienen que ver con un ejercicio consciente de
oportunismo, abandono y desprecio por el sufrimiento ajeno.
No vale para nada la cercanía. Ni siquiera el poder de las nuevas
tecnologías ha hecho que la indolencia de nuestros vecinos y casi
parientes se conmuevan y hagan un gesto de apoyo para la oposición
pacífica, las Damas de Blanco, los ex presos políticos, el periodismo
independiente y otras fuerzas internas. Ellos desafían el régimen y
reciben todos los días, con más constancia que el pan, las cargas
obscenas de intolerancia, represión y violencia.
Nadie puede alegar ahora que no conoce la realidad cubana. El fracaso
del socialismo real y las leyes arbitrarias que rigen la vida en esa
sociedad son una oscura sombra resplandeciente en la gran foto de
familia del continente americano.
En Europa, más lejana y envuelta en otros asuntos graves, se puede
percibir una mayor sensibilidad, más interés y preocupación por el
presente y el futuro de esa isla y sus ciudadanos.
Desde luego que todos los países de esta región viven momentos
complejos, como el mundo entero. Ya se ha dicho que nadie escarmienta
por dictadura ajena y la gente de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y
Ecuador tienen –en los gorilas que les ha asignado el socialismo del
siglo XXI– el centro de la actividad de sus vidas y, en algunos casos,
hasta el tiempo de sus muertes posibles porque quienes llegaron al poder
allí mandaron a romper los almanaques.
Otras naciones del vecindario, con dirigentes que vienen de todos los
puntos cardinales, miran hacia Cuba con los ojos cerrados y los
bolsillos abiertos a los despojos que deja gestión destructora del
Estado. Y allí están, en esa primera línea, Brasil y México con su
complejo compartido de que ahora suenan como superpotencias.
Otros políticos desvían la mirada. Y ese cambio de luces es parte de su
escuela y su destino. Una declaración de la Sociedad Interamericana de
Prensa (SIP) suscrita esta semana en solidaridad con los periodistas y
la disidencia cubana toma nota de este asunto: "llama mucho la atención
la falta de solidaridad de gobiernos latinoamericanos con el pueblo
cubano para denunciar los atropellos a los derechos humanos". Lo que es
molesto y produce una inquietud, una sensación hasta de pena por el
ausente, es la lejanía de la gente común, de los hombres y las mujeres
de América que han visto el derrumbe, conocen las penurias y los
riesgos. Pero les falta voluntad para saludar de lejos con el brazo en
alto a los que dentro de Cuba trabajan por vivir en un país libre.
http://www.elnuevoherald.com/2011/10/02/1035342/raul-rivero-en-el-mapa-de-america.html
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