Lunes, Octubre 3, 2011 | Por Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org – El canciller del gobierno
militar cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, leyó el discurso de su
delegación en la 66 Asamblea General de las Naciones Unidas.
Sin dotes de orador, sin carisma, apocado por el nivel de exigencias de
su rol, y la contradicción entre los extremos de la elite verde olivo,
pero además precedido por un artículo de Fidel Castro, publicado en
todos los medios oficiales, Bruno mantiene su triste imagen como
funcionario, quizás superada solamente por la grisura de Isidoro Malmierca.
Cierto que el gobierno no puede ufanarse de oradores inteligentes en el
podio del Palacio de las Naciones. El más críptico es el semi
analfabeto funcional Esteban Lazo, tanto, que hasta una psiquiatra de
Santiago de Cuba, muy revolucionaria ella, expresó sentir vergüenza
ajena por ese político. Pero podríamos decir lo mismo de José Machado o
del chancletero Raúl Roa.
El discurso de Bruno en esta sesión, fue acompañado por un intenso
trabajo y reuniones del canciller con delegaciones de diferentes países.
La enseñanza más importante de ambas cosas, el aislamiento político
internacional del gobierno cubano y la subordinación de su política
exterior a Caracas; algo que quedó evidenciado por la guataquería sin
par hacia el ególatra venezolano Hugo Chávez, al calificarlo como
"figura continental".
No llaman la atención, por ser constantes, el antinorteamericanismo
visceral del discurso, ni el apoyo a la dictadura de Basar el Assad, en
Siria, y al desaparecido gobierno de Gadafi; todo ello en total sintonía
con el Palacio de Miraflores.
Quizás más interesante es el empreño pueril con el que el canciller
cubano y el gobierno que representa, intentan mantener la relación de
intercambio entre los espías cubanos presos en los Estados Unidos y el
cooperante norteamericano Alan Gross. Sobre todo después que Washington
a través de todos los canales ha expresado que son temas distintos, con
soluciones diferentes y no relacionadas, y de que el propio Bruno
desairara sin contemplaciones al ex embajador y ex gobernador Bill
Richardson, quien intentó buscar una solución al conflicto en reciente
visita a La Habana.
Por último, el aburridísimo tema del embargo/bloqueo norteamericano al
gobierno de los hermanos Castro, fue otra cuestión tratada de manera
infantil e irresponsable por el gobierno cubano, en conjunto con el tema
árabe-israelí.
La incapacidad para encontrar puntos reales que proyecten la política
exterior cubana en el concierto de las naciones, sigue siendo una piedra
en el zapato del mediocre canciller.
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