Viernes, Septiembre 30, 2011 | Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -Entre los tenebrosos 
contornos del presidio político cubano y las corajudas faenas de 
protesta y desafío pacífico frente a sus carceleros, protagonizadas en 
las calles de La Habana por las esposas, madres y otras allegadas a los 
prisioneros, el matrimonio de Laura Pollán y Héctor Maseda ha devenido 
referencia que algún día deberá quedar inscrita en las páginas de 
nuestra historia.
Cuando, en la primavera de 2003, Héctor, con una sustancial hoja de 
servicios como periodista independiente, a la vez que presidente del 
Partido Liberal Democrático de Cuba, fue condenado en juicio sumario a 
20 años de cárcel, junto a otros 74 disidentes, Laura decidió abandonar 
su empleo como profesora de español para dedicarse por entero a la 
atención de su esposo y a reclamar justicia tanto para él como para los 
demás prisioneros políticos. Así se convertiría en cofundadora del 
movimiento Damas de Blanco, que aún hoy lidera.
Al no aceptar la coyunda del destierro como requisito para su 
liberación, Héctor estuvo entre los últimos prisioneros de conciencia en 
salir de la cárcel. En tanto, Laura no dejaba de exigir justicia, aun en 
medio del proceso de excarcelaciones.
Hoy, Laura y Héctor están juntos al fin en su casa de La Habana. Pero no 
parecen dispuestos a contemplar el tan bien ganado derecho al reposo del 
guerrero.
Él no depone su vertical conducta como opositor. Ella continúa al frente 
de las Damas de Blanco, consciente de que si los atropellos, abusos e 
injusticias del régimen no cesaron con la excarcelación de los presos de 
la llamada Primavera Negra, no hay motivo para dejar de reclamar su fin 
protestando en las calles.
Cubanet aprovechó una pausa entre los ajetreos del matrimonio para 
extenderles un breve cuestionario, pidiéndoles que respondieran juntos, 
como lo hacen todo.
Hoy ofrecemos a nuestros lectores la primera parte de esa entrevista, 
con las respuestas de Héctor Maseda:
CUBANET: Usted es un hombre cuya valentía e integridad personal han 
quedado más que demostradas. Nadie podría ponerlas en duda. Por eso nos 
resulta de interés conocer cómo se las arregla para soportar 
aparentemente en calma las golpizas y vejaciones que recibe su esposa 
por parte de las hordas del régimen. Sobre todo, sabiendo que el primer 
motivo que tuvo Laura para salir a la calle a protestar fue precisamente 
su encarcelamiento.
H. MASEDA: Considero que esta pregunta le costó mucho más trabajo a Ud. 
dirigírmela a mí que respondérsela yo. Permítame explicarle las razones 
en las que sustento esta afirmación.
En primer lugar, porque estoy convencido que para lograr cualquier 
resultado justo y con responsabilidad en la vida, éste tendrá que venir 
acompañado de una cuota de sacrificios parciales o totales jamás 
despreciables, porque en todo reto o desafío estará en juego la mayor 
entrega de quienes lo enfrentan. El problema realmente está en la 
importancia, el alcance y la profundidad de lo que nos proponemos 
obtener. Sin lugar a dudas en la balanza estará –en nuestro caso y de un 
lado– la plena libertad del pueblo cubano;  el saber que de nuestra 
inmolación dependerá, junto con la  de muchos otros luchadores decididos 
a todo, poder restituirle a la ciudadanía sus derechos y de ahí 
empoderarlo, para que en éste radique ese poder y no en gobernantes 
tiránicos  y desnaturalizados; que exista la necesaria armonía 
pueblo-gobierno y que ella nos permita alcanzar un nivel de bienestar 
creciente y permanente; que la Democracia y la Ley imperen en nuestra 
sociedad y que la rija un Estado de Derecho, mínimo y necesario, ágil, 
efectivo y moderno que aproveche al máximo las nuevas tecnologías de los 
procesos productivos, de la información y las comunicaciones (servicios 
de Internet y otros avances propios de la modernidad), y gobernantes 
prestigiosos y con visión para solucionar los problemas que afecten al 
pueblo en general, y donde reinen la paz, la concordia y la tranquilidad 
ciudadanas; que exista una Ley Electoral que regule las elecciones 
periódicas, pluralistas, democráticas, transparentes, tolerantes, justas 
y  supervisadas por organizaciones no gubernamentales especializadas; 
que exista una Constitución de la República que recoja y respete, entre 
otros temas de interés, los derechos no sólo de las mayorías, sino 
también de las minorías (étnicas, religiosas, condición social, sexo, 
…); que los únicos privilegiados –por derecho– sea  los niños,  ancianos 
y limitados físico-motores con leyes e instituciones que los protejan 
contra las arbitrariedades y la corrupción de terceros; que la 
ciudadanía tenga derecho pleno a la rendición periódica de la gestión de 
sus gobernantes;…  Mientras que en el otro plato de la balanza, estará 
nuestra disposición a entregarlo todo, hasta el mayor de los sacrificios 
(nuestras vidas) ante el altar de la Patria, para lograr definitivamente 
los derechos y la nación que deseamos. Creo que bien vale el sacrificio 
de Laura, el mío y el de decenas de miles de cubanos(as) que en los 
últimos cincuenta y dos años, en diferentes etapas de la vida, hemos 
tenido que enfrentar a sangre y fuego con tal de obtener lo que nos 
proponemos. Indudablemente, el sacrificio es mínimo si lo comparamos con 
nuestras aspiraciones, que por cierto, no son idílicas, puesto que ellas 
son experimentadas en elevado por ciento entre los ciudadanos de la 
mayoría de las sociedades democráticas reales que existen en el planeta.
En segundo y último lugar, porque es el amor que sentimos el uno por el 
otro el que nos une por encima de todo y de todos. Ella asumió los 
mayores sacrificios por mí y la causa y proyectos que defiendo, ante los 
cuales fue, es y será una fiel defensora de los DD.HH. y la libertad de 
los prisioneros políticos. Esta conducta la concientizó e introdujo con 
fuerza en su ser interno. Hemos hecho causa común de nuestras vidas y 
decidimos ponerlas al servicio del  pueblo cubano que sufre y seremos 
fieles a esta conducta hasta sus últimas consecuencias. En un principio, 
ella se identificó con la justa causa que yo defiendo al comprobar en el 
juicio político que se me celebró en abril/2003 que todo, desde la A 
hasta la Z era una burda y macabra manipulación ideológica del régimen 
que nos  (des)gobierna. Por otro lado, me ha hecho jurar como miembro de 
la Institución Masónica a la que pertenezco, que jamás interferiré  en 
las actividades que protagonicen Las Damas de Blanco (LDB), cualesquiera 
que sean sus consecuencias, y cumpliré con mi palabra aunque el dolor 
desgarre mi corazón ante los hechos vandálicos y los tratos crueles, 
inhumanos y degradantes a los que son sometidas en mi presencia, ella y 
el resto de LDB y Apoyo por los cuerpos represivos de las autoridades 
cubanas. En cuanto a mí, también he jurado dedicarle a  mi esposa y sus 
actos públicos y personales, mi vida entera hasta el último aliento. 
Considero que tales banderas de combate bien merecen ambas 
propiciaciones. Estos, mis juramentos,  son inviolables.
CUBANET: Se aprecia especialmente dramática y desestabilizadora la 
situación con que ha debido lidiar el matrimonio Maseda/Pollán en los 
últimos años. Él, prisionero político, sufriendo larga e injusta 
condena. Ella, luchadora activa por la liberación de los presos, 
viviendo a merced de la represión, el asedio, la descalificación 
ciudadana y las calumnias del régimen. ¿Cuáles han sido para el seno de 
su hogar las peores consecuencias de esta situación?. ¿Cómo es visto y 
asumido el matrimonio por sus familiares, y por sus amistades y vecinos?.
H. MASEDA: Yo soy y aún conservo la condición de prisionero político y 
de conciencia pues estoy sometido a una "Licencia extrapenal" que no es 
más que un simple cambio de medida cautelar. En consecuencia, en 
cualquier momento y bajo innumerables circunstancias rebuscadas por las 
autoridades cubanas para justificar su futuro proceder, puedo ser 
revocado y enviado nuevamente a una instalación penitenciaria  sin que 
medie ninguna acusación nueva, proceso de instrucción judicial o 
tribunal que me juzgue y condene. Si a todo ello le sumamos que me 
mantengo activo en el proyecto político democrático liberal con el cual 
estoy identificado desde hace alrededor de 18 años, sin ocultarlo  ante 
  nadie; mi negativa a salir de la prisión bajo la condición de una 
"Licencia…" ante los oficiales de la policía política y mis exigencias 
de condicionar aceptarla si yo era el último de los 75 de "La Primavera 
Negra" en hacerlo y ser indultado o puesto en libertad incondicional. 
Finalmente fueron estos mismos militares  los que me obligaron a ello 
pues –según me dijeron—esa decisión constituía una orden de la  máxima 
dirección política del país; situación que me obligó a decirles que si 
yo tenía que salir de ese modo me consideraría un hombre libre, no 
aceptaría control periódico o firmar documentos de conducta en unidades 
policiales; ni admitiría visitas, presiones o intentos de extorsión o 
limitación  alguna en mis movimientos por todo el territorio nacional, 
procedentes de oficiales de la policía política; imagínese cuál es la 
real, compleja y difícil situación en que vivimos mi esposa y yo. 
Obviamente nada ha cambiado hasta el presente.
Pienso que, efectivamente, la separación forzosa que durante siete años 
y once meses padecimos por una felonía acompañada de una soberana 
injusticia de los hermanos Castro, dejó profundas marcas y complejos 
procesos de readaptación tanto en el plano físico, como en el psíquico y 
espiritual de ambos. Son superables, pero algunos requerirán un 
reacomodo de la pareja en todos los órdenes que exige la convivencia 
diaria. Me refiero a la tolerancia, comprensión, análisis  y reflexión 
de los asuntos personales, sociales, políticos y espirituales; pero por 
encima de todo, aquellos que demandan grandes cuotas de amor entre los 
dos. Y este último, tanto en Laura como en mí, está demostrado en los 
dos, existe y en  caudales infinitos. Espero que nuestras respuestas, 
por la experiencia que  entrañan, les  resulten de utilidad a muchos 
matrimonios de luchadores cívicos defensores de los DD. HH., 
sindicalistas no gubernamentales, periodistas independientes, directivos 
de la naciente sociedad civil y ciudadanía en general, que no están 
exentos de sufrir similares o peores experiencias cuando las riendas del 
país están en manos de gobernantes tiránicos que solamente piensan en su 
propio bienestar y poder absoluto, con total menosprecio al pueblo que, 
como ovejas, conducen al matadero y a la involución social.
Ella es una luchadora activa por la liberación de los presos políticos 
que vive –al igual que yo– a  merced de la represión física y psíquica, 
el asedio, la descalificación ciudadana, la infamia del régimen, mítines 
de repudio, acosos, detenciones y encarcelamientos, y en particular las 
golpizas a las cuales tanto ella como las demás Damas de Blanco y de 
Apoyo son sometidas con elevada frecuencia siempre y cuando defiendan su 
derecho a mantener el espacio en las calles habaneras que con tanto 
sacrificio se han sabido ganar; así como a  otros tratos crueles, 
inhumanos y degradantes que les aplican, sistemáticamente, las hordas 
paramilitares. Indiscutiblemente que Laura, al igual que yo, vivimos 
bajo la presión y condiciones de inseguridad ciudadana, brutalidad y 
terror gubernamentales, al extremo que en nuestra psiques solamente 
esperamos acciones vandálicas y deshumanizadas por parte de las 
autoridades cubanas. Vivimos prácticamente el presente, calculado en 
horas, minutos y segundos. Se nos ha dicho de mil maneras por miembros 
de los cuerpos represivos  que "cualquier cambio en el modelo de 
gobierno actual, por simple que sea, ellos tienen órdenes de 
desaparecernos"  y algunos militares hasta han utilizado la frase de 
"PEGARNOS UN TIRO EN LA CABEZA". Si es una fanfarronada, una amenaza o 
una advertencia de lo que nos sucederá, sólo estos militares lo saben. 
Yo pienso que es una realidad y no una finta.  Por supuesto  que no nos 
atemorizan ni lograrán que cambiemos nuestra línea de conducta pero 
elevan con carácter permanente la presión física y psíquica a la cual 
estamos sometidos en todo momento de nuestras vidas.
En cuanto a cómo es visto y asumido el matrimonio por nuestros 
familiares, amistades y vecinos:
De nuestros familiares respectivos, salvo rarísimas excepciones, ha 
crecido la admiración, el respeto y la consideración hacia ambos. Nos 
sentimos más identificados con ellos. Tienen mayor comprensión de los 
fines y principios que rigen nuestra lucha. Se nos apoya moral y 
espiritualmente aunque sin comprometerse a fondo política e 
ideológicamente. Esta posición es el resultado de la sistemática 
conducta gubernamental de dividir al núcleo familiar para ejercer mayor 
dominio sobre cada uno de los ciudadanos. El objetivo es dominarlos a 
como dé lugar. Situación parecida nos sucede con las amistades cercanas 
y vecinos, porque tienen miedo de ser afectados en sus trabajos, 
salarios,… En general temen verse convertidos en víctimas colaterales 
–bien atribuibles a la comprensión social a la cual lleguen de los 
problemas generales que se arrastran en Cuba o por una supuesta 
identificación con nuestra causa– de políticas discriminatorias por 
parte del gobierno y sus cuerpos represivos  y no sentirse con 
suficiente valor para  enfrentarlas con dignidad y decoro. 
Desgraciadamente, aún no han encontrado el punto de inflexión que 
modifique definitivamente su patrón de valores y conducta social.
CUBANET: ¿No les tienta la idea de reiniciar la vida en otro país, 
restaurando la paz y la estabilidad hogareña que les ha faltado durante 
tantos años, y más aún sabiendo que es un proyecto que ahora está a su 
alcance con relativa facilidad?.
H. MASEDA: No y mil veces no. En los años 80 tuve la posibilidad de 
salir del país y no regresar jamás. Lo pensé y me entusiasmó la idea. 
Tuve propuestas, primero de estudios de especialización y luego de 
trabajo que no admitían su rechazo, pero era único hijo, mis padres, 
ancianos, no gozaban de buena salud y requerían mi presencia. De modo 
que rechacé la idea. Algunos problemas laborales y sociales 
momentáneamente me la hicieron retomar en un par de ocasiones 
posteriores, pero no me convencieron los argumentos que analicé en 
aquellos momentos. Es cierto que en la actualidad abandonar el país 
definitivamente es un proyecto que con relativa facilidad está a nuestro 
alcance (de Laura y mío). Pero no me interesa. Ni ella ni yo dañamos a 
nuestro país y pueblo con la presencia de ambos en la tierra que nos vio 
nacer. ¡Qué se vayan los gobernantes actuantes que tanto tiranizan y 
afectan a su pueblo!
CUBANET: ¿Pero no les inquieta la perspectiva de llegar a la ancianidad 
sin haber logrado disfrutar juntos, tranquila y alegremente, sus mejores 
años de matrimonio?
H. MASEDA: Debo aclararle que ignoro cual es la opinión de Laura. Es un 
tema del cual nunca hemos conversado y respeto la opinión que ella pueda 
tener al respecto. A mi no me inquieta ni me preocupa esa perspectiva. 
¿La razón? Porque tengo la firme convicción que actué siguiendo la voz 
de mi conciencia y seguro estoy que recordaré en todos los momentos 
lúcidos que tenga en mis últimos años de vida, que mi sacrificio no fue 
en vano y me complaceré al  regodearme en la satisfacción del deber 
cumplido con mi pueblo y mi Patria.
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