Wednesday, August 31, 2011 | Por Aleaga Pesant
BAYAMO, Cuba, agosto (www.cubanet.org) – Con dieciocho años, a Yordelys
no le interesa estudiar en la universidad. Es el hijo mayor de una
familia disfuncional, desarticulada cuando en el año 2000 el padre salió
a trabajar como médico a Guatemala. Volvió casado, y fue entonces que la
madre salió a servir como médica en Venezuela. Por eso el adolescente
hace tiempo asumió las responsabilidades de la casa con sus dos hermanos
menores. Los padres no estaban presentes para orientarlo en la vida.
El drama de la educación en Cuba tiene muchas vertientes, que van desde
el caso de familias disfuncionales como la de Yordelys, hasta la venta
de los cuestionarios de exámenes por los mal pagados profesores, y la
poca estimulación para estudiar en una sociedad donde el trabajo
profesional es poco interesante y peor remunerado; donde un camarero de
un hotel de turismo lleva más dinero a casa que un eminente científico.
La provincia Granma no escapa a la crisis educacional del país. En el
curso 2009-2010 obtuvo en la primera convocatoria de los exámenes de
ingreso a la universidad un alarmante 13,3 por ciento de promoción, el
penúltimo puesto en el país. Este año se graduaron de preuniversitario
4.723 alumnos en 47 escuelas de ese nivel. Mil 881 accedieron a los
exámenes de ingreso a la Universidad, y aprobó el 66 % de los jóvenes
que se presentaron.
Según datos del Ministerio de Educación en la provincia, los municipios
de mejores resultados son Cauto Cristo, Pilón y Jiguaní, y los peores
Rio Cauto, Campechuela y Buey Arriba.
Una encuesta realizada entre 512 estudiantes del territorio, para saber
sus limitantes, dio como resultado que entre los principales problemas
para el acceso a la Universidad de los egresados de pre universitario y
escuelas técnicas de nivel medio, estaban la falta de preparación de los
alumnos, la percepción entre ellos de que no tenían probabilidad de
aspirar a una carrera y las escasas posibilidades de hallar empleo luego
de graduados, lo cual redundaba en su preferencia por buscar empleos
inmediatos, que requieren menor calificación y frecuentemente reportan
mejores ganancias. También la encuesta puso sobre el tapete la poca
estimulación de la familia para que los jóvenes vayan la universidad.
Algunos padres culpan del fracaso a la mala calidad del sistema
educacional, principalmente a los profesores que, según dicen, utilizan
métodos poco adecuados y no están bien preparados para su labor.
Generalmente, los estudiantes no se quejan por temor a represalias.
Los padres ya no confían en la educación que reciben sus hijos en la
escuela y cada vez son más buscados los "repasadores": maestros privados
que contratan para que les repasen a sus hijos las asignaturas, y así
lograr que entren a la universidad.
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