30-07-2011.
Elías Amor Bravo
Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Raúl Castro sigue empeñado en destruir lo
poco que queda de la economía castrista, y así, en la reunión del
Consejo de ministros en la que presentó un informe sobre la evolución de
la economía en el primer semestre del año dijo textualmente:"Si
planificamos bien, lograremos más ahorro y mayores beneficios".
La planificación como herramienta de trabajo, no hay alternativa. La
denominada "actualización del socialismo" es una continuidad de las
reglas del juego de medio siglo de ineficacia, descontrol e improductividad.
Es difícil comprender cómo el ser humano se empeña en tropezar dos veces
con la misma piedra. En el caso del castrismo, ya no son dos ni tres, ni
cuatro. Son tantas veces, y tantas las excusas para justificar el
fracaso, que ya no existen argumentos que valgan.
Ahora se descuelgan con afirmaciones parciales, de dudoso contenido
empírico, según las cuales la economía castrista creció en el primer
semestre de 2011 con respecto a igual fecha del año 2010. Falso.
Tan sólo se trata de apreciaciones de dudosa concreción, cuando hace
unos días se acaba de publicar el Estudio Económico de América Latina y
el Caribe de CEPAL que apunta en una dirección muy distinta. Incluso,
para terminar de cerrar el círculo, las autoridades del régimen piensan
que "todavía existen reservas que de aprovecharse mejor, permitirían
incrementar los resultados".
Aquí es donde nos surge precisamente la duda sobre la validez de la
planificación. En el sistema comunista de base estalinista, la
planificación central de la economía sustituye al mecanismo de formación
de precios y el ajuste demanda oferta en los mercados, más propio de las
economías mixtas existentes en la mayor parte de países del mundo.
Esa planificación centralizada, coercitiva, impuesta, no negociada, sin
vínculo alguno con la realidad social y económica, es lo que ha
conducido a la otrora economía cubana competitiva y productiva, a un
callejón sin salida, asfixiado por la deuda acumulada, la incapacidad
para obtener financiación en los mercados mundiales, una elevada
dependencia de las importaciones y uno de los niveles de productividad
de los factores más bajos del mundo. Y Raúl Castro se empeña en
continuar planificando.
Lo cierto es que cualquier balance de la economía castrista conduce a un
pésimo estado de ineficiencia. Según los propios autores del informe, en
la agricultura, "la insuficiencia en las entregas de carne vacuna, leche
fresca, frijoles y ajo, provoca la importación de elevadas cifras de
alimentos no previstas inicialmente!".Por lo tanto, la planificación es
inservible, a tenor de lo expuesto.
Los planificadores de la economía castrista no son capaces de evitar los
"incumplimientos", sin precisar muy bien su origen, ni tampoco saben
cómo conciliar la demanda, aumentar el uso de los contratos, asegurar la
realización adecuada de la venta de materiales de construcción, de
insumos agrícolas, productos de aseo e higiene personal que siguen
siendo un bien muy escaso en la economía.
Por todas partes, surgen denuncias sobre deficiencias por la falta de
organización en la mayor parte de actividades, confirmando una vez más
la pésima gestión de la planificación, lo que afecta a la calidad de los
materiales y al ritmo de construcción de viviendas, uno de los peores
records de la economía castrista.
Y qué decir respecto del sistema empresarial. La mayor parte de los
gastos que incrementan el déficit público que atenaza a la economía
castrista tienen su origen en la necesidad de cubrir las pérdidas
cuantiosas de las empresas estatales, nido de ineficiencia y de
deficiente planificación burocrática, que se convierte en la principal
lacra de medio siglo de economía estatal sin propiedad privada.
No es extraño que Raúl Castro se pregunte en la sesión del consejo de
ministros "¿Cómo puede una empresa cumplir en tres meses el Plan del
año? ¿Qué planificación es esa?" Nosotros también tenemos dudas al
respecto. Las empresas en la economía de mercado no necesitan tanta
planificación, ni dirigismo burocrático, pero funcionan, y lo hacen de
forma adecuada.
Tal vez por eso, no confiamos de la planificación central del sistema
empresarial porque su realización, en general, propende a resultados
mucho menos eficientes y competitivos que el mercado, que es el espacio
natural en el que las empresas nacen, se desarrollan, crecen, mueren y
vuelven a surgir de forma espontánea y natural en respuesta a las
necesidades sociales.
Ni siquiera la planificación en la economía castrista sirve para la
gestión de los proyectos de inversión pública, a los que se cuestiona la
"falta de integralidad en el proceso inversionista; errores de
planificación al sobreestimar las posibilidades de ejecución; atrasos en
las importaciones de suministros y equipos por deficiencias en las
contrataciones; demoras en la presentación de estudios de factibilidad,
entre otros factores", aspectos de naturaleza burocrática y política que
deben ser eliminados para introducir alguna dosis de eficacia en la
economía castrista. No en vano, en dicha economía, la participación de
la formación bruta de capital fijo es la más baja de toda América Latina.
En definitiva, un guión ya conocido durante la presentación de los
"Lineamientos" que no arroja mucha luz sobre lo que verdaderamente
sucede en la economía. Raúl Castro sigue empeñado en dirigir la economía
castrista como si un cuartel militar se tratase: "orden, la disciplina y
la exigencia".
Valores que pueden estar muy bien para dirigir un desfile del 1 de mayo
con la tropa, pero no para potenciar las fuerzas productivas que
permiten a una economía crecer y consolidar sus posiciones. Hasta los
chinos se han olvidado de estas patrañas cuarteleras, en las que solo
creen Marino Murillo y Raúl Castro, pero que en Cuba todo el mundo
cuestiona.
Un ejemplo de cómo se analizan de mal las cuestiones económicas básicas
en el régimen castrista es la valoración ofrecida sobre la nueva
política de precios minoristas en moneda nacional para los productos
destinados al programa campesino, una decisión que tiene como objetivo
incentivar la actividad de aquellos que están luchando contra el marabú
en las tierras cedidas en arrendamiento.
Esos productos hasta la fecha han tenido bajos niveles de venta, y las
autoridades del régimen creen que eso indica la necesidad de revisar las
cuantías a las que se ofertaban. Entre otras medidas, se decidió rebajar
los precios actuales; comercializar a iguales precios productos
similares destinados a diferentes programas; y permitir a las
cooperativas comprar con cheques en la red de comercio minorista para
venderles a sus socios y trabajadores.
Medidas distributivas, que no de precios relativos, que no van a servir
para resolver el problema que es la limitación de oferta, la ausencia de
libertad de establecimiento en las actividades mayoristas y la
persecución de la figura del intermediario como si de un delincuente se
tratase.
Muchas cosas han de cambiar en la economía castrista. Tantas que poco a
poco vamos perdiendo alguna esperanza sobre la viabilidad de la
denominada "actualización del socialismo". En la distribución de la
miseria y la ausencia de oportunidades a que ha conducido el comunismo a
la economía de Cuba, no existe mucho campo de acción.
Tan sólo pedir responsabilidades, volver a sacar a los tribunales,
jueces y fiscales contra los que "violenten" las normas creadas por el
régimen para su consolidación. Más de lo mismo. Esta historia ya sabemos
cómo va a terminar. Mal.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=33118
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