Burocratismo, restricciones absurdas y estrechez del mercado laboral
quiebran sueños y esperanzas de los recién graduados.
Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias.com 29 de julio de 2011
Juan Miguel perseguía con ahínco su sueño. Soñaba con trabajar como chef
en La Flor de Loto, el exitoso restaurante del Barrio Chino, uno de los
más elegantes de La Habana. Para eso se quemaba las pestañas procurando
ser uno de los mejores expedientes en la escuela de Gastronomía del
tecnológico Andrés Luján. Los profesores estaban muy contentos con él, y
con su rendimiento escolar.
Hasta que le cortaron las alas de la ilusión. Después que supo que una
vez que se graduara no iría a trabajar en La Flor de Loto, sino en una
fonda de mala muerte para viejitos retirados, Juan Miguel perdió todo el
interés. Sus calificaciones se despeñaron por el precipicio de la
frustración, dejó la escuela, y hoy su talento culinario languidece en
una de las más de 200 prisiones del país, adonde fue a parar mientras
intentaba ganarse la vida haciendo pequeños negocios que en Cuba son
ilegales.
Adolfo Pablo Borrazá cuenta la historia de Juan Miguel en Cubanet como
parte de un reportaje titulado "Juventud sin futuro". La población de
Cuba envejece y se requiere asegurar un relevo laboral suficiente para
soportar la carga económica que van a representar dentro de pocos años
las crecientes huestes de jubilados dependientes de la seguridad social.
Sin embargo, los jóvenes que deberían engrosar el ejército laboral sólo
encuentran salarios de miseria, burocratismo, restricciones, absurdos y
falta de oportunidades en el camino hacia la realización de sus metas y
sus sueños.
Yadira aspiraba a trabajar en algún hotel y quiso matricular en la
escuela de turismo El Chela, situada en la playa de Guanabo. La muchacha
aprobó los exámenes de ingreso y días después fue entrevistada por
sicólogos y profesores del centro. No tuvo suerte. No la aceptaron
porque no había cumplido los dos años de servicio social en su antiguo
trabajo como ingeniera agroindustrial.
Se deprimió y salió de allí preguntándose de qué le había servido
estudiar y sacrificarse. Hoy se dedica a ejercer la prostitución para
clientes extranjeros. Los clientes locales no podrían sacarla del país y
ella ya no contempla otro proyecto de futuro que la posibilidad de emigrar.
Son pocos hoy los jóvenes cubanos que aspiran a trabajar, me cuenta
Adolfo Pablo por vía telefónica desde la capital cubana. Las ocupaciones
que ofrece el ministerio del Trabajo no son nada atractivas, y un
salario medio no alcanza para una sola noche en una discoteca.
En otro reportaje sobre el tema en Primavera Digital, Ainí Martín Valero
afirma que aunque el gobierno no publica las cifras, es obvio que hay un
alto índice de desocupación entre jóvenes de 18 a 25 años de edad
Ella conversó con algunos de los que pasan el tiempo sentados en las
esquinas, jugando dominó o consumiendo bebidas alcohólicas.
Adrián Castañeda, de 22 años, no terminó sus estudios después de pasar
el Servicio Militar Obligatorio. Se queja de que no le dan trabajo en
ningún lado, pero dice que de todas maneras, no va a trabajar por 300
pesos que no alcanzan "ni para empezar".
Yunieski Martínez revela que él lleva años en La Habana. Es de Camagüey
y se gana la vida de distintas maneras. "Lo mismo desyerbo un patio, que
boto escombros, que le busco la balita de gas a algún que otro vecino
que me paga. Yo a este gobierno no le trabajo por cuatro pesos", asegura.
Muchos de los otros jóvenes que se encontraban haciendo punta' esquina
en la barriada de Regla, no quisieron dar sus testimonios. Al menos
cinco de ellos viven de las remesas que envían sus familiares desde el
extranjero.
La reportera de Primavera Digital asegura que cualquier día entre
semana, en horas laborables, esquinas, parques y aceras de La Habana son
una muestra del desempleo juvenil.
Para ellos no hay camino, meta ni final. Tampoco existe un mañana, sino
que viven al día, tratando de hacer dinero fácil, de una mano para la
otra. Alguien les da un pulóver para que lo vendan en 10 pesos
convertibles y lo venden en 12 chavitos. Ahí ya sacaron 48 pesos
cubanos, se buscaron el diario".
¿Y el cuentapropismo?
"Para ellos no es una opción. No tienen un fondo monetario para poner un
negocio, ni donde pedir prestado. En Cuba los bancos son cajas de
ahorro, no dan créditos. Además tampoco tienen los conocimientos, ni
creen en esas promesas".
Yoilán Concepción, de 19 años le reveló a Ainí que para vivir hace
algunos trabajos particulares, todos "por la izquierda". "Yo no soy
cuentapropista, ni lo seré. Esa es la mayor estafa del gobierno; cuando
me cae pintar una casa o repellar una pared lo hago". Y agrega que con
eso le alcanza para poder salir los fines de semana con su novia.
"Así viven, al día, la mayoría tratando de hacer dinero fácil, de una
mano para la otra", comenta Adolfo Pablo. "Alguien les da un pulóver
para que lo vendan en 10 pesos convertibles y lo venden en 12 chavitos.
Ya está el café: sacaron 48 pesos cubanos, se buscaron el diario.
¿Mañana? Mañana será otro día".
http://www.martinoticias.com/noticias/cuba/Jovenes-126394373.html
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