Carpa, perpetuidad y figurines
Raúl Rivero
Madrid – El rasgo más notorio y visible que se puede percibir ahora en
América Latina como herencia directa de la dictadura cubana es la
obsesión de los dirigentes por eternizarse en los palacios de gobierno.
Hay otros males de estirpe caribeña que se abren paso en esas
sociedades, pero el afán de violar los rigores del tiempo que
experimentan los nuevos iluminados del continente, le pone el redoble de
una función de circo a la realidad política del continente.
El camino comienza mediante un asalto con cobertura populista a las
constituciones. Se ha producido con disciplina (y, es cierto, con
algunas variantes) en todos los países cuyos líderes han querido
enrumbar hacia un paraíso sin materia ni alma rescatado de los escombros
del comunismo. Un territorio que se menciona y nadie ha visto, el
socialismo del siglo XXI.
Con ese gesto inicial y estremecedor, los flamantes jefes pasan a unos
laboratorios especiales para someterse a un proceso de transformaciones
que implica la gesticulación, el dominio del tono de la voz y la
memorización de una palabrería exuberante y hueca. Se necesita con
urgencia la estampa de un figurón poderoso, sabio, comprensivo,
invencible y valiente que se ponga delante en la marcha hacia el
progreso y la felicidad. Aquí, en esta parte del guión de la trama,
entra un factor clave del legado de Cuba: la instalación de un régimen
unipersonal. Con sus alternativas de nepotismo.
El caso más célebre, nadie lo duda, es el ahora convaleciente Hugo
Chávez Frías. Él ha saltado por encima de las enseñanzas heredadas y se
ha entregado a la pura imitación, a la copia, al mimetismo con un
añadido supuestamente religioso y un acompañamiento musical a base de
bolerones y rancheras.
No hay que olvidar al comandante Daniel Ortega. Se ha pasado diez años
en su silla de presidente y en estos momentos forcejea por reacomodarse.
Sus adversarios lo acusan de irregularidades y de usar tácticas
chavistas desde el gobierno para que, al decir del opositor Fabio Gadea,
la confrontación electoral presidencial de noviembre venidero se
presente como "una lucha de tigre suelto contra burro amarrado".
Así, pasa en Ecuador con Rafael Correa, con su imagen de amigo del
pueblo y salvador de la patria, enfermo de odio contra la prensa libre.
Y con el expansivo Evo Morales, llamado a pasar a la historia por sus
frases y descubrimientos científicos, sus aportes a la sociología y al
idioma español.
Fue Morales el que dio el aviso de que comer pollo puede llevar a los
hombres al homosexualismo. Se muestra fascinado por el poder de
seducción que tiene sobre las mujeres bolivianas y ha dicho que los
abogados de su entorno estudiaron para legalizar las decisiones
políticas que su gobierno decida asumir.
Ellos, y personajes como el desolado hondureño Manuel Zelaya, el recién
electo Ollanta Humala y otros aspirantes a diosecillos regionales,
recibieron reconfortados su caudal de Cuba. Y conforman un Frankenstein
que, por el momento, tiene todavía espacio y público en América Latina.
http://www.elnuevoherald.com/2011/07/03/972334/raul-rivero-carpa-perpetuidad.html
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