Libia sí, Cuba también
Alberto Méndez Castelló
Las Tunas 05-03-2011 - 11:37 pm.
El chivato Serpa Maceira habla en televisión y el ministro de
Exteriores, Bruno Rodríguez, lo hace ante el Consejo de Derechos
Humanos. ¿Qué se desprende de ambas declaraciones?
Carlos Serpa Maceira, aclamado tras revelar su condición de informante.
Indignado por la represión sobre los manifestantes en Libia, Ban Ki-moon
dijo a Muamar el Gadafi que la libertad de expresión y de reunión deben
ser respetadas, tomando la comunidad de naciones severas medidas en el
caso libio. La Corte Penal Internacional tiene bases racionales para
encausar a Gadafi y estaría observando, entre otras cosas, cómo en Libia
se utilizan los alimentos para establecer el dominio sobre la población.
Lástima que las Naciones Unidas no se pronuncien con igual energía sobre
las sistemáticas violaciones de los derechos humanos en Cuba, donde
guardias armados, policías encubiertos, confidentes y comisarios
políticos mantienen en constante acoso a la población, al punto de haber
enfermado a los cubanos, convirtiéndolos en seres paranoicos, producto
de un sistema de vigilancia institucional.
Cuba es el país de la simulación por necesidad. Quien no comulgue con el
régimen o simule simpatía con los comunistas sufre la exclusión en una
sociedad diseñada para acogotar la iniciativa individual, donde las
ideas propias o la acumulación de riquezas —por sólo citar dos ejemplos
de éxito en cualquier nación civilizada— tienen connotación de delitos.
En la piel de los disidentes
"Daylín es una adolescente de 18 años que vivía con el estigma de ser la
hija de un contrarrevolucionario", dijo el diario oficial Juventud
Rebelde en su edición de este 1 de marzo, a propósito de la hija del
informante de la policía política Carlos Serpa Maceira, quien se hacía
pasar por periodista independiente.
Sabido es lo que pesa el estigma de contrarrevolucionario en Cuba, y no
sólo en el orden legal. "Yo amo mucho a mi papá, pero estaba marcada por
su conducta", reconoció la joven.
"Tenía un trabajo duro. Las personas lo insultaban, maltrataban y hasta
amenazaban", dijo a Juventud Rebelde María Elena Arredondo quien, casada
con Serpa desde hace 23 años, debió sufrir el odio institucional
mientras su marido fingía hacer periodismo libre.
Estas declaraciones tienen más valor que toda la información policíaca
que el chivato pudo haber recogido, por lo que entraña desde el punto de
vista sociológico.
"Ahora cambiaron las cosas y estoy orgullosa de él", dijo Daylín Serpa,
luego de revelarse que su padre es un informante de la Seguridad del Estado.
Según Juventud Rebelde, la joven siente una mirada diferente de vecinos
profesores y compañeros de aula, revelando la exclusión de que son
objeto en Cuba quienes disienten, cuestión omitida por el Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en el documento La
adolescencia: una época de oportunidades, que por estos días se presenta
en Latinoamérica. Tampoco el informe de la Organización de Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Una crisis
encubierta: conflictos armados y educación, revela como en Cuba hasta
los niños de escuelas primarias son utilizados por las autoridades en
actos de repudio contra opositores.
Tan flagrantes son las violaciones a los derechos humanos en Cuba, que
ya van contra las muy escasas garantías previstas en la Constitución
socialista.
El Artículo 58 dice que la libertad e inviolabilidad de la persona están
garantizadas a todos los que residen en el territorio nacional, y nadie
puede ser detenido sino en los casos, formas y con las garantías que
prescriben las leyes.
Pero esto es papel mojado: La policía política cuenta con casas secretas
a donde, para amedrentarlos con torturas psicológicas, conduce a
detenidos encapuchados, en franca violación no ya del Artículo 9 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, sino también del Artículo 244
de la Ley de Procedimiento Penal, el cual regula que, al efectuarse el
arresto, se extenderá de inmediato un acta en la que se consigne la
fecha, hora y motivo de la detención y, a instancias del detenido o sus
familiares, la autoridad que lo tenga a su disposición informará de la
detención y el lugar en que se haya el detenido, y facilitará la
comunicación entre ellos en los plazos y formas establecidas por la ley.
Pero en lugar de esto, sin miramientos, usted puede ser introducido en
una furgoneta y encapuchársele para, en un paraje desconocido, ser
amenazado con la cárcel.
Candidatos para el banquillo de los acusados
Con cinismo, en el Consejo de Derechos Humanos el ministro de Relaciones
Exteriores de Cuba preguntaba: "¿Qué ocurrirá con Estados que acepten en
sus territorios cárceles ilegales secretas, faciliten el tránsito de
vuelos secretos con personas secuestradas o participen en actos de
tortura?".
Señor ministro, lo que debería ocurrir a tales Estados, entre los que se
encuentra Cuba, es que se les siente en el banquillo de los acusados.
Si las analizamos, decenas de figuras delictivas del Código Penal cubano
carecen de dolo y están ahí por intereses políticos y no por pertinencia
criminal. Como consecuencia, miles de personas permanecen en las
cárceles de forma arbitraria. Un ejemplo: ¿Podría decir algún jurista
cubano si recuerda a algún juez recusado por enemistad manifiesta?
Téngase además en cuenta que prácticamente todos los jueces cubanos
integran el Partido Comunista, luego ¿con qué imparcialidad juzgarán a
personas con diferente ideología?
El ministro de Relaciones Exteriores no se refiere a las cárceles
"legitimadas" por la Constitución socialista, sino a las encubiertas.
Pues bien, que el gobierno cubano permita que el relator de la ONU
contra la Tortura viaje a la Isla y cumpla con su trabajo, y se verá
cómo, junto al coronel Gadafi, otras personas deberán sentarse ante la
Corte Penal Internacional de La Haya.
Por acá también existen centros de detención ocultos y policías que
entre sus instrumentos de trabajo tienen capuchas como las de la famosa
foto de Abu Ghraib.
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