Cuba: De la libreta de racionamiento a la planificación de mercados
Rafael Urriola
Director Programa Protección e Inclusión Social. Chile 21
La reforma económica iniciada en Cuba con un debate masivo inquieta a la
población en cuanto a su futuro. Ella enfrenta a los cubanos a
alternativas que desconocen. La oferta de un país sin "colas" y con
ingresos razonables se balancean frente al temor de que se podrían
reducir los innegables beneficios sociales que tiene la población, entre
otros en salud y educación.
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Los cubanos no pierden su esencial optimismo pese a su precariedad
económica. Un salario mensual equivale a 20 o 30 dólares. Muchos hogares
son mantenidos por modestos envíos de algún familiar en el exterior.
Numerosos jóvenes se preguntan si vale la pena trabajar por una suma que
se puede obtener en solo algunas horas con ventas semilegales de
productos extranjeros. A ese rebusque los cubanos le llaman "resolver".
Los economistas sostienen que cuando existe una distorsión tan brutal de
los precios relativos (los bienes bajo control y los "liberados") se
crean economías paralelas, que perjudican justamente a los productores
de bienes esenciales, generalmente con precios fijados por el estado.
La reforma propuesta tiene como eje el crecimiento de la producción
agropecuaria y la reducción del empleo público. El gobierno cubano
anunció que hasta abril de 2011 se suspenderán 500.000 puestos públicos,
y otro millón de personas deberán reciclarse en un par de años. Es
decir, cerca del 30% de los 4,8 millones de trabajadores de un país que
tiene 11,5 millones de habitantes.
El anuncio del fin de las "libretas" es bien recibido por la
población porque él está asociado a "colas" interminables y tediosas.
Pero al mismo tiempo se instala el temor de si los nuevos salarios
permitirán adquirir esos mismos bienes –por escasos que sean- cuando
éstos se transen a precios de mercado.
Se autorizaron 178 oficios en los cuales las personas podrán trabajar de
manera privada: restaurantes privados, reparación de bicicletas,
vendedores y reparadores de zapatos y vestimenta, etc.. Es decir puros
pequeños emprendimientos.
En todas partes el problema de la falta de recursos para las pequeñas
empresas es una traba casi insuperable. En Cuba ello podría ser aún peor
porque, además de no existir un mercado financiero para pequeños
empresarios, tampoco existen los insumos para que los emprendedores
atiendan a sus eventuales clientes. Sabido es que el malestar social se
exacerba cuando en los procesos de ajuste quienes optan por una
iniciativa privada no tienen acceso a las condiciones mínimas para
hacerla funcionar, y se desesperan.
De igual modo, no basta con dar la tierra a los campesinos si no se le
entregan los medios para producir. El diario oficialista Granma informó
hace poco que entre septiembre de 2008 y enero 2011, se habían
distribuido 1,18 millones de hectáreas a 128.435 personas, prueba clara
de la marcha atrás en materia de colectivización. Cuba tiene tierras
improductivas que le permitirían reducir las importaciones de
alimentos que alcanzan 2.000 millones de dólares por año (80% de lo que
se consume en el país).
Alejandro Pável Vidal, académico de la Universidad de La Habana declaró
hace poco que "El nudo central de la reforma económica es la agricultura
y si esto fracasa todo fracasará".
Hasta ahora los resultados son modestos. Y puede ser que para tener
éxito se requiera una envergadura de reformas mucho mayor de lo que los
economistas cubanos suponen o desean. De hecho, el propio Olivera
reconoce que 30% de las tierras distribuidas aun no entran en
producción. El ministro de Economía Marino Murillo, afirmó "que el
sector agropecuario tuvo una baja de 2,8% en la producción en 2010" y
parte de los resultados negativos se dieron en 12 subsectores entre los
cuales están arroz, carne, huevos y hortalizas.
El Partido Comunista cubano espera resolver todas o parte de estas
inquietudes en el VI Congreso a realizarse en abril de 2011. Pero sus
militantes tienen muchas dudas porque hace 13 años que el Partido no
realiza Congreso ni debate alguno, y parte de los temas pendientes están
reventando socialmente.
Es evidente que la economía estará en el centro del debate. Hoy circula
en el país un documento de 32 páginas con los principales lineamientos
de los cambios sugeridos, que plantea que "sin renunciar a la
planificación socialista el proyecto quiere desarrollar la iniciativa
privada y reducir los controles estatales", "reconociendo y estimulando"
las empresas mixtas, las cooperativas y los trabajos por cuenta propia.
Al mismo tiempo, propone conceder mayor autonomía en cuanto a precios e
inversiones a las empresas públicas, y cerrar aquellas que sean
evaluadas como poco rentables. Plantea asimismo la implantación de
impuestos territoriales a las empresas para contribuir al desarrollo local.
En este escenario, el anuncio del fin de las "libretas" que permiten a
los cubanos acceder a un puñado de bienes básicos a precios muy bajos,
es bien recibido por la población porque él está asociado a "colas"
interminables y tediosas. Pero al mismo tiempo se instala el temor de si
los nuevos salarios permitirán adquirir esos mismos bienes –por escasos
que sean- cuando éstos se transen a precios de mercado.
En la actualidad el mercado negro de ellos existe, por lo cual una gran
mayoría de cubanos tiene dos trabajos, el oficial y otro que funciona en
el mercado paralelo con otros precios y otras reglas. La desaparición de
la "libreta" -que se anuncia progresiva- podría tener efectos
desastrosos para quienes queden "anclados" en los salarios actuales.
Otro cuello de botella de las reformas está en la distribución de los
alimentos porque los sistemas de cuotas funcionan de manera muy
diferente a los de mercado y se necesitan otras modalidades de
transporte, infraestructura y almacenamiento.
Si bien el documento que circula en el país usa numerosos conceptos
económicos relacionados con gestión, eficiencia y asignación racional de
recursos, es pertinente interrogarse si es posible hacer todas las
reformas propuestas manteniendo los fundamentos del actual modelo
socialista cubano.
Para algunos, el objetivo estratégico de la nueva dirección es liberar
mercados pero mantener el férreo control político del país. Todos saben
que ello no es fácil, menos aún en países donde las cúpulas
gubernamentales no se han renovado en muchos años. La presión que abren
las reformas empuja inevitablemente las reformas políticas. Así ocurrió
en toda la órbita soviética y así ocurre hoy en el Oriente Medio.
Para otros analistas críticos, el texto más que introducir un debate
económico es adelantar un escenario preparando a la gente para que
acepten y se adapten a los tiempos difíciles que se avecinan. La
disidencia aprovecha la oportunidad para destacar que la ausencia de
derechos civiles impedirá al pueblo cubano luchar por el respeto a los
derechos sociales adquiridos.
Como sea, se genera la percepción de que las cosas en Cuba tienen perfil
de cambio, ahora sí. La encrucijada es si habrá una apertura capitalista
radical con transformaciones profundas en los lineamientos estratégicos
vigentes hasta hoy, o si se rearmará el modelo con una apertura
económica y política que mantenga la protección social y los accesos
equitativos a bienes y servicios públicos, como mitigación de los
impactos de mercado que vienen. El punto de incógnita son los 500 mil
cesantes del aparato público anunciados para abril. Es mucha gente.
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