Reforma del timbiriche enriquecido
La "actualización" del socialismo castrista es como una aspirina: alivia 
el dolor, pero no cura
Roberto Álvarez Quiñones, Los Angeles | 29/11/2010
Luego de la muerte en 1976 del freno mayor que tenía China para su 
desarrollo, Mao Tse Tung, esa nación inició profundas reformas 
económicas de corte capitalista que hicieron estremecer en su tumba al 
Gran Timonel. Una década después Vietnam emprendió su "Renovación" 
(Doi-Moi), que puso fin al estatismo económico estalinista.
Ahora Raúl Castro —con 32 años de retraso— anuncia que en abril próximo 
tendrá lugar el congreso del Partido Comunista (PCC) que no se celebra 
desde 1997 para aprobar la "actualización del modelo económico 
socialista", que en palabras menos sofisticadas significa la Reforma del 
Timbiriche Enriquecido (RTE).
¿Se acuerdan del "picadillo de soya enriquecido", aquel que 
"enriquecían" con harina y otras sustancias indefinidas para 
diferenciarlo de lo que comen vacas, puercos y pollos?
Eso es la RTE, que bajo control estatal e impuestos astronómicos dará 
cierta flexibilidad para actividades privadas, creará cooperativas, 
descentralizará algunas empresas, fulminará los subsidios estatales que 
quedan y despedirá a un millón de trabajadores. O sea, enriquecerá un 
tilín el timbirichismo llamado cuentapropismo.
La buena noticia es que eso abrirá ciertos espacios a la actividad 
privada que generarán una dinámica económica propia que será ya 
indetenible. La mala es que no va a la fuente de la crisis estructural 
que ha convertido en ruinas al tercer país latinoamericano con más alto 
nivel de vida en 1958. De ahí la decepción que ha causado en la 
militancia del PCC y en la población, que esperaban una reforma 
económica tipo chino o vietnamita.
Quien lee el único documento del congreso ("Lineamientos"), en su 
vetusta retórica ideológica descubre sólo 4 aspectos nuevos: 1) se 
alquilarán establecimientos estatales para actividades privadas o de 
cooperativas en los servicios, 2) empresas e individuos pagarán 
impuestos (como en los años 60), 3) se concederán créditos a esas 
actividades privadas (el ministro de Economía aclaró que no hay recursos 
financieros para ello), 4) las empresas se basarán en la autogestión 
financiera "en lugar de los mecanismos administrativos" que tanto 
gustaban al Che Guevara .
Se aclara que "la planificación socialista seguirá siendo la vía 
principal para la dirección de la economía" y que abarcará también "a 
las formas no estatales que se apliquen". Precisa que "no se permitirá 
la concentración de la propiedad en personas jurídicas (negocios 
privados) o naturales" (individuos). Es decir, nada ni nadie podrá 
crecer y se fomentará sólo la economía de subsistencia de los tiempos de 
Marco Polo.
Además, fiel a su desprecio por los cubanos, la RTE admitirá la 
inversión extranjera muy regulada como hasta ahora para que sólo 
beneficie a la Nomenklatura y sus familiares, pero prohibirá la 
formación de capital nacional tan necesaria para que el país salga de la 
miseria, que fue lo primero que hicieron China y Vietnam. Los precios 
serán fijados burocráticamente por las empresas y el Gobierno central, 
no por los actores económicos, y se estimulará "la empresa estatal 
socialista".
No se entregará la tierra a quienes quieran trabajarla para producir y 
vender la cosecha libremente. El Estado dirá qué sembrar y a qué precio 
venderá al Gobierno lo cosechado, y el "sobrante" que podrá vender en 
los agromercados.
En Vietnam antes de la "Renovación" se pasaba hambre y hoy ese país es 
el segundo exportador mundial de arroz y de café, y el cuarto de caucho, 
porque se entregó a los agricultores el uso libre de la tierra y la 
venta libre de sus cosechas, que pueden exportar. La economía vietnamita 
hace años crece a un 7% anual y recibió este año $12.000 millones en 
capital extranjero.
La nota cómica la dio Raúl al afirmar que la RTE se basa en las ideas de 
Fidel, precisamente quien ha impedido siempre cualquier flexibilización 
económica.
Semejante sarcasmo pretende: 1) alimentar el ego extraterrestre de Fidel 
para que no se sienta relegado y quiera ejercer el derecho de veto del 
que goza (y gozará mientras viva) contra la apertura timbirichista, y 2) 
dejar sentado que nada habrá parecido a las reformas china y vietnamita.
En 1992 ó 1993 un dirigente de la prensa de Vietnam que integraba una 
delegación de alto nivel que visitaba La Habana se llegó al periódico 
Granma y fue recibido por uno de los jefes del diario. Cuando el 
visitante se marchó el colega y amigo me dijo bajito: "El tipo me 
preguntó cuándo vamos a comenzar aquí en Cuba nuestro Doi-Moi, y le tuve 
que pasar el casete de que nuestras condiciones son distintas por culpa 
del bloqueo yanqui, y toda esa retahíla de pretextos que ya no se traga 
nadie…".
Pues casi 20 años después, el 25 de noviembre, en su reciente visita a 
Pekín, Ricardo Alarcón puso el mismo casete, aquel que le rodó mi colega 
al vietnamita, y le dijo a la máxima dirigencia china que esa nación 
asiática y Cuba "están buscando un camino de desarrollo acorde con sus 
condiciones nacionales".
Antes del IV Congreso del Partido Comunista (PCC), celebrado en Santiago 
de Cuba en octubre de 1991, 10 meses después de la desaparición de la 
Unión Soviética, la gente en la calle y los militantes del partido daban 
por seguro que se iba a aprobar la creación de pequeñas empresas 
privadas, legalizar la tenencia de divisas (quien tenía un dólar encima 
podía recibir 4 años de cárcel), la creación de empresas mixtas con 
capital extranjero, y era muy esperada la reapertura de los mercados 
campesinos pues de lo contrario el país se hundiría en una crisis 
alimentaria devastadora.
Incluso, en los núcleos del PCC se comentaba que se iba a enmendar la 
Constitución para elegir al Presidente de la República por voto popular 
directo y acabar con la farsa del Consejo de Estado copiada de los 
soviéticos.
Sin embargo, el dictador decapitó la voluntad nacional en un encendido 
discurso pocos días antes del congreso. Calificó de "traición al 
socialismo" los mercados campesinos, la creación de pequeños negocios, 
la legalización del dólar y la apertura al capital extranjero. Y dijo 
que votar directamente para elegir el Presidente era darle "demasiado 
poder" al elegido (no quería correr el riesgo de obtener una votación 
muy pobre, o incluso perder ante alguien con mayor popularidad, como 
Carlos Lage.)
Fidel prefirió someter a su pueblo al hambre y la desesperación, que 
llamó "período especial", antes que abrir un minúsculo espacio a la 
iniciativa privada que pudiese restarle un ápice a su control absoluto 
sobre cada ciudadano.
La hecatombe fue tan colosal que al año siguiente autorizó los mercados 
campesinos, el trabajo por cuenta propia, las empresas mixtas, y en 1993 
el dólar circulaba legalmente. Pero tan pronto Venezuela sustituyó a la 
URSS como soporte económico de Cuba se acabó la flexibilización 
económica. Ahora que la economía venezolana hace aguas, porque 
paradójicamente Hugo Chávez obedece al Comandante y lo estatiza todo, el 
régimen o abre la mano otra vez, o todo se viene abajo.
En fin, el timbirichismo enriquecido no liberará las fuerzas productivas 
cubanas. Es una aspirina: alivia el dolor, pero no cura.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/reforma-del-timbiriche-enriquecido-249869
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