CATEDRAL (CUENTO)
29-04-2010.
Jaime Leygonier
Periodista Independiente. Hablemos Press
(www.miscelaneasdecuba.net).- (Cualquier parecido con hechos o personas 
reales vivos o aparentemente bobos es imposible que sea pura coincidencia).
Periodista de "La Voz del Arzobispo": - Monseñor, la ciudad está 
preocupada o tal vez despreocupada, por ciertos hechos singulares y 
controvertidos, pues unos dicen que no ocurrieron, otros que sí y otros 
que tal vez, pero ha creado expectativas de que Ud. oriente sobre los 
contornos sociales, históricos, culturales y hasta teológicos y, ¿por 
qué no?, hermenéuticos y semánticos del hecho que dicen que Ud. 
presenció, o no, de una supuesta aparencial violación ante la puerta de 
la S. M. Iglesia Catedral en momentos en que Ud. salía.
Monseñor Mario Moreno Jamlet: - Es cierto que yo salía por la puerta de 
la Catedral cuando tropecé con unos bultos que no reparé bien en lo que 
eran porque me distraje con un grupo de personas que gritaban insultos y 
"!déjala!; !déjala!" y yo levanté la pierna y pasé, que por poco me 
caigo, y seguí de largo a mis asuntos y luego supe por cierta prensa 
escandalosa que lo que me pareció ver era una pareja, un hombre que 
aparentemente tenía relación allí en el dintel de la puerta de la 
Catedral con una señora, cuando digo relación me refiero a la relación 
que es bendecida por el matrimonio (y remito a los interesados en el 
tema a mi homilía "Las bodas de Caná" y a la novela en 30 tomos de 
Monseñor Maximiliano Untuoso Tropel-Del verbo) pero en este caso parece 
que la pareja no había cumplido el requisito del sacramento matrimonial, 
aunque no me consta.
Una violenta campaña de prensa acusa a ese señor que es persona 
importante, nada menos que el dueño de la ciudad, de haber usado contra 
esa señora cierta firmeza para obligarla a la intimidad en cuestión y 
personas para nada imparciales sino enemigas de ese señor han insinuado, 
en forma muy insultante, con violencia y con vehemente animosidad contra 
él, que suponen que hubo algo tan sensiblemente grave como una 
violación, y desconociendo la misión de la Iglesia ante casos así, 
opinan, y hay opiniones de todo tipo y todas son respetables, que yo 
debía haber hecho o al menos dicho algo.
Tienes razón en que es muy controvertido y además controvertible y 
también, hay que reconocerlo, controversial, y hasta dudoso: unos dicen 
violación, otros que no, sino consentimiento y nada existe más difícil 
de comprobar con objetividad que la consumación de ese tipo de actos 
porque el entremezclamiento de unos y la nerviosidad del que mira 
impiden ver absolutamente si ocurre o sólo lo parece y, luego, la 
decencia más elemental me obligó a desviar la vista, ¿Cómo opinar 
entonces sin ser injusto? Por estas poderosas razones tenemos que ser 
muy cuidadoso de no juzgar temerariamente y levantar falso testimonio a 
ese señor que puede ofuscarse y perjudicar mucho a la Iglesia, como hizo 
alguna vez.
La Iglesia desea y necesita para cumplir su misión las mejores 
relaciones con ese señor y progresa en tal sentido desde la última vez 
que tuvimos pequeñas diferencias que es preferible no mencionar para 
seguir adelante constructivamente. De nosotros podemos afirmar con 
absoluta certeza que desaprobamos, por supuesto, y lo digo sin ánimos de 
lastimar los sentimientos de ningún violador pues son también nuestros 
hermanos e hijos queridos, esas intimidades fuera del sacramento 
matrimonial y son menos apropiadas a la puerta de un templo.
Igualmente es reprobable que un grupo de personas le gritara insultos al 
pobre señor, no sólo porque eso es contrario a la buena educación, mal 
ejemplo para los niños que escucharon ese lenguaje y faltarle el respeto 
al templo, sino porque no es el camino para convencer a nadie para que 
haga cambios en su conducta; la violencia sólo engendra violencia, esos 
ataques lo ponen nervioso y hacen atrincherarse en defenderse; 
contraproducentemente lo empujan a proceder a su modo propio con mayor, 
llamémosle cierto tipo de violencia, hacia esa señora.
Hay que esperar el momento oportuno en que pueda ser receptivo a aceptar 
consejos; creo que lo correcto era esperar a que concluyera su…eso, y 
ya, más calmado él, ofrecerle un cigarrillo y dialogar con él; mostrarse 
comprensivo con que una persona que le debe dinero a todo el mundo, y no 
se lleva bien con nadie, sufre tensiones y más si le gritan y esa 
tensión puede provocar natural exaltación de la libido, que encima le 
contrarían personas que se niegan a enfocar imparcialmente el problema. 
La señora, apenas la conozco, creo que se llama Patria Expósito, puede 
contar con toda nuestra simpatía y apoyo, oramos por ella y por él 
también, por supuesto, sería muy incorrecto de nuestra parte caer en 
favoritismos y tomar partido.
Este suceso, que lamentamos, y si se nos escuchara no ocurriría nunca 
más, nos aporta la lección de que no debemos tratar con hostilidad a las 
personas sino dialogar y que las mujeres por respeto a su sexo y al 
opuesto deben vestir castamente para que no alienten ese cierto tipo de, 
llamémosle irrespeto no deseado. También hay que conservar higiénico el 
dintel de la puerta de los templos por si ocurre.
La gente por apasionamiento desmedido quisieran que condenara a ese 
señor, pero no es esa mi misión sino predicar el Evangelio a violadores 
y violadas, hermanos todos, y llamarlos a que apacigüen sus pasiones 
para que puedan entenderse; no somos policías para separar a las parejas 
en ese peculiar desacuerdo; la ignorancia de esos principios inviolables 
(dicho sea sin alusión) ofusca a algunos que se nos apartan: los mas 
bullangueros con los pentecostales, y con los testigos de Jehová 
aquellos que dicen que aunque latosos son personas serias y los 
católicos no. Invoquemos a Nuestra Señora de la Pureza y prediquémosle a 
todos; y cuando todos acojan en sus corazones nuestra prédica no harán 
cosas que según ciertas opiniones no deben hacer. Esa, digo, es la 
misión de la Iglesia, su-misión.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=27455
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