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Sunday, February 08, 2009

CARTA ABIERTA AL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ

CARTA ABIERTA AL GENERAL DE EJÉRCITO RAÚL CASTRO RUZ
2009-02-08.
José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro., Párroco de Santa Teresita del Niño
Jesús
(www.miscelaneasdecuba.net).-

Carta abierta al General de Ejército Raúl Castro Ruz,
Presidente de la República de Cuba.

Estimado Señor Presidente:

Hace quince años me atreví a escribirle al entonces Jefe del Estado
cubano, Doctor Fidel Castro Ruz, por aquel entonces Presidente de
nuestro país. La gravedad de aquella hora me lo impuso como un deber
para el bien de la Patria.

La gravedad de esta hora me impone escribirle a Ud. para hacerle
partícipe de mis preocupaciones actuales. ¿Debo acaso describirle la
situación de nuestro país? La crisis económica afecta a todos los
hogares y hace que las personas vivan angustiosamente preguntándose:
¿qué voy a comer o con qué me voy a vestir? ¿Cómo conseguiré lo más
elemental para los míos?

Las dificultades de cada día se tornan tan aplastantes que nos mantienen
sumidos en la tristeza y la desesperanza. La inseguridad y el
sentimiento generalizado de indefensión provocan la amoralidad, la
hipocresía y la doble cara. Vale todo porque nada vale, más que la
sobrevivencia a todo precio, que luego descubrimos que es "a cualquier
precio". De ahí que el sueño de los cubanos, en especial de los más
jóvenes, sea abandonar el país.

Parecería que nuestra patria está ante un callejón sin salida. Como
hombre de fe, sin embargo, yo creo que Dios jamás nos pone ante
situaciones absolutamente desesperadas. Creo firmemente que nuestro
camino como nación y como pueblo, no acaba en un precipicio ineluctable,
en una realidad de desgracia irreversible. Siempre hay una solución,
pero se necesita audacia para buscarla y encontrarla.

En sus recientes y urgidos llamamientos a trabajar con tesón incansable
creo reconocer una peculiar y certera percepción de la gravedad del
momento, pero también, que Ud. considera que la solución depende de
nosotros. Pero como decía aquel slogan convertido en chiste… "No basta
decir pa'lante, hay que saber pa' dónde".

Hemos vivido culpando de nuestra realidad al enemigo, o incluso a los
amigos: la caída del bloque de países comunistas en Europa del Este,
junto con el embargo comercial de los Estados Unidos se han convertido
en el totí que carga con todas nuestras culpas. Y esa es una cómoda pero
engañosa salida ante el problema. Como decía Miguel de Unamuno, "solemos
entretenernos en contarle los pelos que la esfinge tiene en su cola,
porque nos da miedo mirarla a los ojos".

No basta, General, con resolver los problemas, ciertamente graves y
urgentes, de la comida, o del techo, que en los recientes huracanes,
tantos compatriotas acaban de perder "con sus pobres enseres: miedos,
penas".

Estamos en un momento tan crítico que debemos plantearnos una profunda
revisión de nuestros criterios y de nuestras prácticas, de nuestras
aspiraciones y de nuestros objetivos. Y aquí cabría, con todo respeto,
recordar aquellas palabras que nuestro Apóstol nacional José Martí le
escribió al Generalísimo Gómez en una situación en cierto modo
semejante: "No se funda un pueblo, general, como se manda un
campamento".

El mundo está cambiando. La reciente elección de un ciudadano negro para
ocupar la primera magistratura de un país antiguamente reconocido como
racista y violador de los derechos civiles de los negros, nos dice que
algo está cambiando en este mundo.

La encomiable y fraternal preocupación de nuestros hermanos del exilio
ante los fenómenos meteorológicos que recientemente han golpeado a
nuestro pueblo, y su ayuda generosa, desinteresada e inmediata, son el
signo de que algo está cambiando entre nosotros. El gobierno cubano que
Ud. hoy encabeza, debe tener la audacia de encarar esos cambios con
nuevos criterios y nuevas actitudes.

Nuestro país ha reaccionado con valor cuando un gobierno foráneo ha
querido inmiscuirse en nuestros problemas nacionales. Sin embargo,
cuando se trata de la violación de los Derechos Humanos, no solo los
gobiernos, sino hasta las personas individuales, los simples ciudadanos,
de dentro o fuera del país, tienen algo que decir.

En su Carta desde la Cárcel de Birminghan, Martin Luther King dijo: "La
injusticia particular es una amenaza a la justicia universal. Estamos
atrapados en una red ineludible de reciprocidad, unidos en un único
tejido del destino. Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos
indirectamente".

Tenemos que tener la enorme valentía de reconocer que en nuestra patria
hay una violación constante y no justificable de los Derechos Humanos,
que se expresa en la existencia de decenas de presos de conciencia y en
el maltrecho ejercicio de las más elementales libertades: de expresión,
información, prensa y opinión, y serias limitaciones a la libertad
religiosa y política. El no reconocer estas realidades, para nada
favorece nuestra vida nacional, y nos hace perder el respeto por
nosotros mismos, a nuestros ojos y a los ojos de los demás, amigos o
enemigos.

La causa de la paz, interna y externa, y la prosperidad misma de la
nación, se enraízan en el respeto incondicional a esos derechos que
expresan la suprema dignidad del ser humano como hijo de Dios. Y guardar
silencio sobre esta realidad, pone sobre mi conciencia un peso tal, que
no me siento capaz de soportar. Y ésta es para mí, mi manera de servir a
la verdad y de ser consecuente con el amor que siento por mi pueblo.

Le confieso, general, el disgusto y la tristeza que me ha causado saber
que nuestro gobierno ha rechazado, al parecer por razones ideológicas o
de diferencias políticas, la ayuda que querían enviar EEUU y varias
naciones europeas, para los damnificados por los ciclones que azotaron
nuestra tierra.

Cuando uno cae en desgracia, (y eso le puede suceder a cualquiera,
también a los poderosos), es la hora de aceptar la ayuda que se brinda,
porque esa ayuda revela un fondo de buena voluntad ante el dolor, de
solidaridad humana, incluso en aquellos que considerábamos nuestros
enemigos.

Darle la oportunidad al oponente de ser bueno y de hacer lo justo,
puede sacar a flote lo mejor de nosotros mismos, y del otro, haciéndonos
cambiar viejas actitudes y curar resentimientos dañinos. Nada contribuye
más a la paz y la reconciliación entre los pueblos que este saber dar y
recibir.

La frase de San Francisco de Sales, válida en las relaciones
interpersonales, también lo es entre países: "más moscas se cazan con
una gota de miel, que con un barril de vinagre". Como dijo su Santidad
Juan Pablo II en su visita a nuestro país: "que Cuba se abra al mundo y
que el mundo se abra a Cuba".

Pero si seguimos con las puertas cerradas nadie podrá entrar, por más
que lo desee. Un signo de esperanza para mí es la participación y mayor
espacio que se le ha dado a CARITAS para ayudar a nuestro pueblo. Eso
merece un especial reconocimiento y es un cambio positivo y esperanzador.

Créame, Señor Presidente, no le escribo para presentarle una lista de
quejas y agravios sobre nuestra realidad nacional, aunque si así lo
hiciera esa lista podría ser muy, muy larga. La verdad, he querido
hablarle de cubano a cubano, de corazón a corazón. Un gran amigo mío
sacerdote, ya fallecido, solía decirme: "un hombre vale lo que vale su
corazón".

En el entierro de su esposa, al verlo a Ud. rodeado de sus hijos y
nietos, conmovido hasta las lágrimas, yo percibí que es Ud., un hombre
sensible. Y yo pienso que mayor sabiduría hay en el corazón de un hombre
bueno que en todos los libros y bibliotecas de este mundo, pues como
dice la canción: "lo que puede el sentimiento no lo ha podido el saber,
ni el más alto proceder, ni el más ancho pensamiento…".

Por eso apelo a su sentido de responsabilidad, a su bondad, para decirle
que no tenga miedo, que sea audaz en emprender un nuevo camino diferente
en un mundo que está dando tantas señales de cambiar a mejor. Como le
dije a su hermano hace 15 años, todos los cubanos somos responsables del
futuro de la patria, pero por el cargo que Ud. ocupa, por el poder que
ahora tiene, esa responsabilidad recae de manera especial en Ud.

Si Ud. decide emprender ese camino de esperanza, cuente conmigo,
general. Me tendrá en primera fila, para ofrecerle a Cuba, una vez más,
lo único que tengo: mi corazón; y a Ud. mi mano franca y mi colaboración
desinteresada. Así haremos realidad el sueño martiano de hacer una
patria "con todos y para el bien de todos".

Quiero terminar con unas palabras que dijo nuestro actual Papa,
Benedicto XVI en 1968: "Aún por encima del Papa como expresión de lo
vinculante de la autoridad eclesiástica, se haya la propia conciencia, a
la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra
de lo que diga la autoridad eclesiástica". Si eso vale para la autoridad
eclesiástica cuyo origen considero divino, vale para toda otra autoridad
humana, por poderosa que ésta pueda ser. Con mis mejores votos,

José Conrado Rodríguez Alegre, Pbro.
Párroco de Santa Teresita del Niño Jesús.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=19194

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