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Saturday, January 03, 2009

Un aniversario y sus héroes

Publicado el sábado 03 de enero del 2009
Un aniversario y sus héroes
ADOLFO RIVERO CARO

En prácticamente todo el mundo se ha estado recordando que, hace 50
años, Fidel Castro entronizó una dictadura en Cuba. El término de
dictadura es indiscutible. Nadie puede creer que un gobierno puede
mantenerse democráticamente en el poder durante medio siglo. Ahora bien,
esto significa que la revolución de Fidel Castro le ha robado al pueblo
cubano su capacidad de elección. Y, en efecto, todo el mundo sabe que
cualquier grupo opositor, por pequeño que sea, es ferozmente perseguido
y reprimido. En el vasto Gulag cubano (¡más de 500 cárceles! se están
pudriendo en vida centenares de hombres y mujeres cuyo único delito ha
sido oponerse pacíficamente al comunismo y defender los derechos
humanos. Hombres y mujeres que en cualquier país democrático del mundo
serían considerados ciudadanos ejemplares y meritorios. ¿Cómo pueden
ignorar estos hechos los dirigentes políticos de América Latina?

¿Qué significa para un pueblo verse bajo un gobierno al que no puede
desalojar del poder? ¿Verse bajo un régimen que, a diferencia de las
democracias, puede despreciar sus necesidades e ignorar sus demandas? No
es ningún misterio. Está a la vista. Cuba se ha convertido en una nación
arruinada tanto física como espiritualmente. Cualquier persona
mínimamente interesada en la objetividad, sólo tiene que revisar la
evaluación que hacían de la Cuba precastrista organizaciones
internacionales como la UNESCO. Cuba, aunque un país subdesarrollado,
era uno de los más prósperos del continente. Hoy, 50 años más tarde, es
uno de los más pobres. La Habana, una de las capitales más bellas y
atractivas del hemisferio, hoy es una ciudad en ruinas. Miles de
personas viven en edificios a punto de derrumbarse. En toda Cuba son
extremadamente difíciles de conseguir productos agrícolas que rebosan
los mercados de Haití o de Paraguay. La única aspiración de la juventud
cubana es irse del país. ¿Alguien duda de estas afirmaciones? Vayan a
Cuba. Pero vayan a Cuba como personas interesadas en averiguar la
realidad del país, no como invitados de lujo, con todos los gastos
pagos. Gastos pagados, por cierto, con el dinero que la dictadura le
roba a un pueblo oprimido y famélico. A cualquier persona con una sombra
de conciencia moral le debían ser insoportables esos banquetes a costas
de un pueblo hambreado. Lamentablemente, ninguno de esos centenares de
invitados a festejar el extraordinario triunfo de los hermanos Castro,
parece tener escrúpulos morales.

Los pueblos de América Latina debían prestar atención. Dada la realidad
de Cuba, ¿qué se puede admirar de Fidel Castro? En el fondo, lo único
que le envidian es haberse mantenido 50 años en el poder. Mientras más
admiración por Castro, más indiferencia y más desprecio por el pueblo
cubano. Simpatizar con la dictadura castrista carece de cualquier otro
significado. ¿Elogiar la salud pública en un pueblo desnutrido, donde
las epidemias (como la de neuropatía óptica, entre otras) simplemente
son ignoradas por la prensa? ¿Donde las farmacias carecen hasta de
aspirinas? ¿Dónde no hay sábanas limpias en los hospitales? ¿Elogiar la
educación donde la mayor aspiración de los graduados universitarios es
trabajar como taxistas u ofreciéndole cualquier tipo de servicio a los
turistas, incluyendo servicios sexuales, para conseguir algunos dólares?
Hoy, 50 años después de una revolución comunista, en Cuba no sólo hay
más prostitución que la que nunca hubo en la república, sino que ha
surgido toda una generalizada cultura de la misma, desoladora e
inconcebible para las viejas generaciones.

¿Elogiar qué? ¿Oponerse a Estados Unidos? ¿Para convertirse en un peón
de la Unión Soviética? ¿No le pidió Fidel Castro a Nikita Jruschov que
lanzara un ataque nuclear contra Estados Unidos? ¿Le importaba que eso
hubiera significado millones de muertos cubanos? Por favor. Lo único que
merece ese régimen es hostilidad y desprecio.

De lo único de lo que todos podemos sentirnos orgullosos es de que
siempre ha habido cubanos dispuestos a luchar contra esa dictadura. Los
que la enfrentaron desde los primeros momentos, con las armas en la
mano, en el Escambray y en la ciudades, muriendo por miles o integrando
lo que, en el exilio llamamos, con reverencia, ''el presidio
histórico''. Los hombres y mujeres que dejaron su juventud en la cárcel.
Los compañeros de Mario Chanes: los Ernesto Díaz, Angel de Fana,
Georgina Cid, Polita Grau y tantos como ellos. Y los que siguieron sus
pasos levantando la bandera de los derechos humanos: el movimiento que
iniciaron Ricardo Bofill y Marta Frayde. El Partido Pro Derechos Humanos
fundado por Samuel Martínez Lara. Y toda la pléyade de combatientes
extraordinarios que, hasta el día de hoy, siguen desafiando una
dictadura totalitaria: Jorge Luis García Pérez (Antúnez), Oscar Elías
Biscet (en la cárcel), Vladimiro Roca, Marta Beatriz Roque, René Gómez
Manzano, Noeli Pedraza (en Santa Clara), Segundo Rey (en Sancti
Spíritus), Juan Carlos Herrena (en la cárcel), Antonio Alonso, fundador
de la primera cooperativa agrícola independiente en Cuba, y de la
Alianza Nacional de Agricultores Independientes de Cuba. Y sólo
mencionamos a unos cuantos. Sí, son poco conocidos porque nunca han
estado en el poder pero son los únicos que merecen pasar, noblemente, a
la historia.

El Nuevo Herald ha hecho un trabajo excepcional con el serial de Cuba:
La Utopía errante. Creo que no se destacó lo suficiente el surgimiento y
desarrollo del movimiento de derechos humanos pero es un trabajo
extraordinario, del que podemos sentirnos legítimamente orgullosos y que
debía de ser ampliamente divulgado en América Latina y el mundo. Forma
parte de una lucha que, infortunadamente, no ha terminado.

www.neoliberalismo.com

http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/350572.html

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