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Wednesday, December 31, 2008

La revolución cubana se hace vieja

La revolución cubana se hace vieja

La edad de los líderes y la falta de cambios caracterizan el castrismo
50 años después | "Cuba hoy mira más al pasado, y el futuro es una
nebulosa", dice Leonardo Padura | "Si nos robamos a nosotros mismos,
no podemos quejarnos", clama una estudiante

Fernando García | La Habana. Corresponsal | 31/12/2008 | Actualizada a
las 03:31h | Internacional

En el Granma del último viernes, jornada estelar del diario oficial
cubano, la noticia sobre el segundo de los dos plenarios que el
Parlamento celebra cada año competía en primera plana con otras tres
informaciones: una de hace 140 años, sobre la abolición de la esclavitud
en la isla y dos de 1958, relativas a un parte de guerra de Fidel Castro
y a cómo la ciudad Santiago se preparó para recibir a los barbudos.

Podría esgrimirse que, en vísperas del aniversario del triunfo de la
revolución, es normal que el periódico derroche tintas en Historia. Pero
resulta que prácticamente cada día del año el Granma dedica generosos
espacios a noticias de hace años, decenios y hasta siglos.

Es todo un síntoma. A la edad de cincuenta, la revolución cubana se ha
hecho vieja y, como los ancianos, mira atrás. Su convaleciente líder y
los principales dirigentes están muy mayores, con más de 70 años de
media. Aunque, como se trata de subsistir, ni siquiera estos gobernantes
dudan de la necesidad de cambios para seguir adelante y mantener el
tipo; esos sí, sus recetas parecen variar ampliamente, desde el lifting
a la restauración integral.

Fidel Castro (82), su hermano y sucesor en la presidencia, Raúl (77), el
vicepresidente José Ramón Machado (78) y el resto de veteranos jerarcas
que rigen los destinos de Cuba -casi siempre sin haberse quitado el
uniforme verde oliva desde que pusieron en fuga al dictador Batista-,
han reconocido asimismo la urgencia de un cambio generacional en el
poder; de adaptarse a las aspiraciones, la nueva mirada del mundo y
forma de comunicarse de los que vienen detrás; de "no perder" a los
chavales. Pero el relevo no acaba de vislumbrarse y cada vez son más los
jóvenes que, por dificultad de conexión o falta de expectativas, cortan
el contacto con la nave nodriza de la revolución: mentalmente,
físicamente o de ambos modos a la vez.

El exitoso novelista cubano Leonardo Padura, hombre equidistante
respecto a los consabidos discursos del oficialismo y la disidencia más
previsible, denuncia sin ambages lo que juzga las querencias pretéritas
de los gobernantes: "Cuba es hoy un país que mira más al pasado. Mucha
gente está harta de lo histórico. El futuro es una nebulosa casi
imposible de predecir en sus mínimos detalles y el presente, para mucha
gente, sólo lucha y agonía, supervivencia y desespero".

Desde un plano menos abstracto, Susel Fernández, una joven cubana que
estudia en la Universidad de Bolonia (Italia) y anda de vacaciones en La
Habana, nos ofrece un testimonio muy ilustrativo de la situación de los
jóvenes y del país. De 25 años y criada por tanto entre las penurias del
periodo especial iniciado al caer la URSS, el negocio de pastelería que
en esa época abrieron sus padres creó en Susel un interés por el mundo
de los negocios que cada vez le sería más difícil cultivar en Cuba, al
menos legalmente.

Cuando cumplió los 20, Susel pidió y obtuvo la primera beca de la
embajada de Italia a un cubano, en concreto para estudiar Economía y
Marketing en Bolonia. "Me interesaban las virtudes del libre mercado,
desde una especialidad que aquí no existe". La joven podría contarse
entre miles de cubanos que buscan prosperar fuera. Pero Susel quiere
volver para montar algún proyecto relacionado con la eficiencia
empresarial. Ella vincula estos planes a lo que el propio gobierno
cubano considera una lacra del sistema: la corrupción, la extensión del
mercado negro y los desvíos masivos de recursos del Estado. "Nos robamos
a nosotros mismos, es el colmo. Cuando uno se lleva a casa material de
la empresa, no puede quejarse de que las escuelas y los hospitales están
fatal. Porque él y muchos como él impiden que las empresas paguen las
tasas necesarias para mantener esos servicios".

La extensión alarmante de el robo,que los cubanos sitúan en el escalón
siguiente a los de la lucha y la resolvedera,no puede disociarse del
problema de los bajos salarios. Desde que relevó a Fidel, Raúl viene
insistiendo en su proyecto de poner fin al "igualitarismo explotador"
basado en que todos reciben lo mismo gracias a los subsidios. El nuevo
presidente quiere subir los sueldos y ajustarlos a la productividad a
cambio de rebajar la factura de subvenciones en alimentación y
servicios, yde establecer impuestos: en el fondo, una carga de
profundidad contra el esquema guevarista del socialismo cubano.

Pero tanto estos cambios como las reformas anunciadas o sugeridas en
relación con una apertura a ciertas formas de mercado libre yde
iniciativa privada parecen varadas desde hace meses, cuando las
ilusiones de los isleños se dispararon al autorizar el gobierno el
acceso a los hoteles, los móviles y otros electrodomésticos, así como la
entrega de tierras baldías a campesinos particulares.

Raúl habló el sábado de "aplazamiento" de las reformas y de un
prioritario recorte de subsidios para paliar la crisis resultante de
tres ciclones devastadores más una debacle económica internacional. Todo
llegará, dijo; lo más importante, en el congreso del PCC, allá en otoño
próximo.

El tiempo corre en contra de Raúl, mientras que el contexto de sus
remozadas relaciones con todo el mundo salvo EE.UU. va a su favor. Falta
ver la incidencia de la llegada de Barack Obama, que siendo candidato
prometió aliviar las restricciones a los viajes y las remesas de los
cubanoamericanos a la isla. El presidente cubano le ha ofrecido diálogo
e incluso un canje de presos.

La Habana apenas oculta su ansiedad ante lo que puede venir del vecino
de arriba. Después de 50 años a la greña, las diatribas contra el
imperio escasean estos días. Como también es algo menor la insistencia
en la denuncia del "criminal embargo", que según cifras oficiales ha
hecho perder 93.000 millones de dólares a Cuba. De momento, el diálogo
no está descartado. El tiempo y la juventud están del lado de Obama. La
veteranía, a favor pero también en contra de la revolución.

http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20081231/53608750380/la-revolucion-cubana-se-hace-vieja.html

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