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Tuesday, December 30, 2008

El joven Fidel: un carismático pistolero

El joven Fidel: un carismático pistolero
CARLOS ALBERTO MONTANER
Publicado Domingo, 28-12-08 a las 06:00

¿Quién era Fidel Castro? Era un abogado joven, violento y carismático,
acusado a fines de los años cuarenta de crímenes políticos e intentos de
asesinato en la etapa democrática de Cuba, aunque nunca lo condenaron en
los tribunales. Se sabía que era confusamente radical y audaz, que
poseía una gran capacidad de intimidación frente a partidarios y
adversarios, de manera que impuso su liderazgo y se convirtió en la
cabeza más visible de una oposición dividida en varios grupos y dos
estrategias: los electoralistas, que deseaban salir de Batista por la
vía política, y los insurreccionalistas, que pretendían sacarlo a tiros
del poder. Fidel acabó imponiendo la línea dura: la lucha armada como
única estrategia válida y patriótica.
No obstante, el golpe definitivo contra Batista -como le había ocurrido
a Machado en 1933- fue la pérdida del apoyo de Estados Unidos. En abril
de 1958, el gobierno republicano de Ike Eisenhower, presionado por una
hábil campaña de los exiliados cubanos, decretó un embargo de armas al
gobierno de Batista para obligarlo a buscar una solución política a la
guerra desatada en el país.
Pero las consecuencias de ese embargo norteamericano de armas fueron
otras: en lugar de precipitar una salida pacífica al conflicto,
Washington provocó o aceleró el triunfo de los insurrectos. Los jefes de
las Fuerzas Armadas interpretaron, correctamente, que Batista había
perdido el favor de «los americanos» y dieron por sentado que era un
régimen condenado a muerte, así que surgieron conspiraciones y
comenzaron a establecer relaciones secretas con Fidel Castro. Batista lo
supo y, convencido de que estaba rodeado de traidores, decidió escapar
de Cuba exactamente como había hecho el general Machado en 1933 y por
más o menos las mismas razones. Cuando huyó del país, el 90 por ciento
de las fuerzas armadas y el 95 por ciento del territorio teóricamente
seguían bajo su control. Pero él y su gobierno estaban profunda e
irremediablemente desmoralizados. Por eso perdieron el poder.
El caudillo se quita la careta
Una vez ocupada la casa de gobierno, el verdadero Fidel Castro comenzó a
mostrarse a los cubanos y al mundo. Supuestamente, la revolución se
había llevado a cabo para restaurar la democracia y las libertades
individuales garantizadas en la Constitución de 1940 y conculcadas por
Batista. Pero el hombre que había asegurado varias veces que no era
comunista, muy rápidamente, en apenas dos años, comenzó a confiscar las
empresas privadas nacionales y extranjeras, se acercó a los soviéticos,
atacó a Estados Unidos con gran vehemencia, nacionalizó sin compensación
las propiedades de las compañías nacionales y extranjeras, muchas de
ellas pertenecientes a norteamericanos y españoles, se apoderó de los
medios de comunicación y estableció un gobierno de partido único.
¿Por qué lo hizo? Fundamentalmente, porque desde sus años universitarios
Fidel Castro había desarrollado simpatías por las ideas comunistas y un
odio sin límites contra Estados Unidos. Esa tendencia se había reforzado
a partir de su contacto en México en 1956 con el argentino Ernesto
Guevara, conocido como el Che, también de convicciones comunistas,
doctrinariamente mejor formado que Fidel en el marxismo, y los dos,
además, recibían el aliento de Raúl Castro, hermano menor de Fidel,
afiliado a las juventudes comunistas cubanas desde 1953, aunque sin
demasiado interés en las cuestiones teóricas del marxismo.
En la órbita soviética
¿Cómo Fidel Castro y un puñado de seguidores fanáticos pudieron llevar a
los cubanos a una dictadura marxista-leninista y colocar al país en la
órbita soviética, si los comunistas apenas tenían simpatías en la
sociedad y jamás alcanzaron el cinco por ciento de apoyo electoral? Eso
pudo ocurrir porque los cubanos, en general, aunque distaban mucho de
tener simpatías por los comunistas, tampoco sentían mucho respeto por
las instituciones republicanas, tal vez porque la clase política
tradicional, a su vez, había dado muestras de muy poco respeto por el
imperio de la ley.
Algunos esperaban a un Mesías
Los cubanos, en suma, se llamaban revolucionarios con un tinte de
orgullo, y esperaban ansiosamente a que un líder bien intencionado,
rodeado de otros como él, estableciera en el país el reino de la
justicia y la equidad. Ese Mesías era Fidel Castro y sus apóstoles eran
los barbudos que lo obedecían, de manera que una buena parte de la
sociedad se entregó en sus manos sin medir las consecuencias de ese acto
de fe ciega en el caudillo venerado.
Naturalmente, en los primeros años hubo una gran resistencia popular a
la entronización del comunismo en Cuba, con alzamientos campesinos
generalmente protagonizados por guerrilleros que habían luchado contra
Batista, y una invasión de exiliados en abril de 1961 auspiciada por el
gobierno norteamericano (unos 1.500 hombres que desembarcaron por Bahía
de Cochinos y fueron derrotados en 48 horas), pero Fidel Castro, a base
de mano dura, leyes draconianas, numerosos fusilamientos, una gran
determinación y mucho armamento soviético, logró sortear todos esos
obstáculos iniciales, se apoderó del aparato productivo, encarceló o
puso en fuga a la mayor parte de sus adversarios, consiguió liquidar a
la oposición y consolidó la dictadura. A mediados de la década de los
setenta, casi veinte años después del triunfo revolucionario, todavía
había en la cárcel unos 40.000 presos políticos, se habían llevado a
cabo unos 7.000 fusilamientos y más de un millón de personas se habían
exiliado.
Consolidación en la guerra fría
Por supuesto, nada de esto hubiera sido posible sin la oportuna ayuda
soviética. Moscú vio en la revolución cubana una oportunidad de
conseguir un aliado situado a pocos kilómetros de Estados Unidos, lo que
le daba una gran fuerza dentro de los esquemas de la guerra fría, así
que, además de armar y adiestrar a las Fuerzas Armadas cubanas, a partir
de mediados de 1961 comenzó a desplegar en la isla unos cuarenta mil
soldados y oficiales soviéticos, mientras colocaba sigilosamente misiles
atómicos capaces de destruir en pocos minutos las principales ciudades
norteamericanas.

http://www.abc.es/20081228/internacional-iberoamerica/joven-fidel-carismatico-pistolero-20081228.html

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