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Tuesday, December 30, 2008

Cincuenta años después

Cincuenta años después

Lucas Garve, Fundación para la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Un sesentón que estaba en
una cola para comprar unas libras de carne de cerdo, sentenció:
"Cincuenta años de revolución en este país y sólo hemos logrado hacer la
fila para comprar un pedacito de carne de puerco". Así resumió los
logros económicos de la revolución, que en otras partes del mundo aún
deslumbra a algunos trasnochados.

A pesar de la propaganda oficial y la retahíla de cifras con las que se
intenta tapar los agujeros negros de la ineficiencia socialista, los
cubanos, incluso los ardientes simpatizantes del régimen, reconocen que
en materia económica mucho tiene que caminarse aún.

A raíz de las discusiones que se realizaron en los centros de trabajo
del país sobre el discurso del Raúl Castro en Camagüey, cuando prometió
realizar cambios en la sociedad cubana, se levantó una ola de críticas,
algunas tan severas, que asustaron a los gobernantes. Los cambios aún se
esperan.

Permitir el acceso de los cubanos a los hoteles, vender equipos
electrónicos en moneda convertible, son dos de las medidas que decretó
el gobierno. Para ciertos sectores de la población fue algo inusual y
beneficioso, pero no representan nada para la economía de los cubanos,
que esperan reformas desde hace cincuenta años. Equivocadamente, en el
extranjero obtuvieron una repercusión exagerada.

Mientras, los economistas se esfuerzan en ofrecer una imagen de
crecimiento económico espectacular. Según las cifras ofrecidas por los
encargados principales de la economía cubana, en el año que culmina Cuba
encabezará el crecimiento en América Latina pese a la recesión global
que castiga y asusta al mundo entero.

La realidad es que la mitad de las tierras cultivables del país están
ociosas, y buena parte cubiertas de malas hierbas; la importación de
alimentos asciende ya a unos dos mil de millones de dólares, hay
provincias del país con escasez de mano de obra agrícola por
envejecimiento de la población, el parque de viviendas no satisface las
necesidades desde hace varias décadas y el estado constructivo de la
mayoría de ellas o es malo, o son levantadas con palos y tejas no
adecuadas. Fe de esto, la destrucción de miles de endebles chozas de
madera por los vientos de los huracanes.

Ni hablemos del atraso tecnológico que nos coloca en mala posición si lo
comparamos con otros sitios del planeta. Estamos peor los indios
siboneyes cuando llegó Colón a la isla, porque aquellos aborígenes
comían casabe, pescado, frutas de todo tipo, fumaban tabaco sin
necesidad de libreta de racionamiento, tenían viviendas suficientes, se
entretenían con sus cantos y areitos, sin tribunas abiertas. Y no eran
fichas políticas.

No hay que ser mayor de cincuenta años para recordar que la descripción
ambiental de las novelas de Emilio Salgari no iban más allá de la
jungla, los tigres y los elefantes con indios descalzos sobre ellos, y
hoy Malasia se caracteriza por ser una de las sociedades más informadas
del planeta, donde se elevan rascacielos tan altos que molesta alzar la
vista para mirarlas.

En cuanto la cultura artística, que una vez produjo el mambo "bailado
hasta por la reina Isabel", la masividad refleja empobrecimiento,
porque nunca antes se vio más violencia urbana, maltrato del lenguaje,
desdén por lo nacional para ensalzar lo efímero foráneo y
desconocimiento de la memoria histórica del país, de la que si nos
atenemos a la propaganda oficial, sólo cuenta lo obtenido en las últimas
cinco décadas.

A cincuenta años de experimento social estamos más desprovistos que
nunca de derechos, de cultura, de bienes materiales, y nos asombramos
todavía con los beneficios de la tracción animal, con el mismo rostro
que puso José Arcadio Buendía cuando el gitano Melquíades le mostró una
piedra de hielo.

¿Cuánto más esperaremos? Sólo nosotros tenemos la respuesta a nuestros
problemas. Ojalá no haya que esperar cincuenta años más.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/dic08/30_C_1.html

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