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Monday, September 29, 2008

El fantasma del éxodo cubano

Publicado el lunes 29 de septiembre del 2008

El fantasma del éxodo cubano
DANIEL SHOER ROTH

Pasan los días, pero las imágenes de la devastación y el eco de los
lamentos no dejan de escucharse en el Estrecho de la Florida. Para el
exilio cubano, el dolor se mezcla con la impotencia y la frustración de
no poder hacer nada o menos de lo que se quisiera para remediar las
necesidades de los seres queridos.

Ha sido mucha la buena voluntad y la solidaridad en estos días en que
las imágenes del paisaje cubano nos muestran la realidad de un país
arrasado y desesperanzado. Sin embargo, poco se ha hablado sobre la
posibilidad de un éxodo masivo a medida de que transcurre el tiempo sin
que los damnificados vislumbren una solución a corto plazo. Ni tampoco
se han mencionado las profundas consecuencias emocionales y
socioeconómicos que una crisis migratoria nos traería.

Muchos cubanos en la isla, particularmente los que residen en zonas del
interior muy golpeadas por la tragedia, están desesperados por las
pérdidas materiales y las carencias de abastecimientos, pero ese
sentimiento no parece canalizarse a través de protestas públicas que
conllevarían a la represión. Por otra parte, el régimen de La Habana
rehúsa recibir ayuda sin restricciones de Estados Unidos y 25 naciones
europeas, a pesar de que ha reconocido ya que sus reservas no alcanzarán
para restaurar daños que superan los $5,000 millones.

Pero no debe olvidarse que el tema de la protección de las fronteras
marítimas tomó un giro radical después del 2002, y la amenaza de un
éxodo sería percibida por Washington como un acto de guerra.

Ante esta coyuntura, el mar no ha dejado ni dejará de ser una salida
para los cubanos de la isla, y para las redes de contrabandistas que
están aprovechándose de la situación.

Esta semana, un cubano que trataba de llegar a la Florida en un viaje
ilegal falleció por lesiones en la cabeza; aún no se ha determinado si
sucedieron durante la persecución de las autoridades o en la travesía
misma. Su deceso, al igual que el de otros, es un recordatorio de las
peligrosas condiciones en que los trasladan, en embarcaciones
sobrecargadas, los inescrupulosos criminales, que a veces también
secuestran a los inmigrantes para extorsionar a sus familias. Los viajes
ilegales han subido de precio: entre $10,000 y hasta $15,000 por
persona. Aunque parece duro y nos duele aceptarlo, quienes financian
estas actividades ilícitas son también responsables en cuanto son sus
facilitadores.

En medio de este flujo sigiloso que no todos alcanzan a financiar, no
puede descartarse la hipótesis de un éxodo migratorio, lo que detonaría
una crisis humanitaria.

¿Está nuestra comunidad preparada, no desde el punto de vista de
seguridad policial, sino del familiar y emocional, para enfrentar en
estos momentos las tensiones que una crisis migratoria generaría entre
cubanos y no cubanos? Y esto sin descontar las crisis que se agudizarían
entre las mismas fracciones del exilio.

El problema existe y no debe tomarse a la ligera porque nos afecta a
todos. Supongamos que los cubanos estén en altamar y se forme un ''muro
marítimo'' del Servicio Guardacostas. Hay varios escenarios posibles.
Comenzarían las presiones de los familiares en Miami para que los dejen
ingresar. Los ubican en la base de Guantánamo y se crea un programa con
terceros países. ¿Se pacta otro acuerdo como la política clintoniana de
pies secos/pies mojados y las 20,000 visas de reunificación, o
simplemente los devuelven?

En los éxodos anteriores de 1980 y 1994, los inmigrantes eventualmente
arribaron al sur de la Florida; sin embargo hoy, de frente a sombríos
indicadores económicos y una escasez de recursos en las agencias
sociales locales, ¿podrían ser absorbidos por la comunidad? Porque mucho
más complejo que el enviar ayuda es acoger a miles de personas, y
hospedar al familiar en la casa de uno. Además de la dimensión
doméstica, preocupa la presión que los nuevos inmigrantes ejercerían
sobre los servicios sociales, el sistema educativo y las instalaciones
médicas.

Mientras tanto, pasan los días y los cubanos intentan recuperarse de
forma lenta y ardua, pero la destrucción de casi medio millón de
viviendas y el fantasma de una hambruna ante las colosales pérdidas
agrícolas resultan una carga cada vez más pesada.

Precisamente, esas son las condiciones que fomentan el tráfico humano y
que podrían detonar un éxodo masivo.

En referencia a lo primero, debe prevalecer la conciencia y el respeto a
la vida, por lo que es preferible acogerse a los privilegios de la
reunificación legal. En cuanto a lo segundo, sólo queda orar, porque el
costo aquí y allá sería enorme.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/cuba/story/292592.html

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