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Sunday, August 24, 2008

Viaje a la isla profunda

Sociedad
Viaje a la isla profunda

Después que el propio gobierno provocó el ausentismo rural, ahora el
campo le pasa factura a la ciudad.

Alberto Méndez Castelló, Las Tunas | 20/08/2008

La Habana, Hotel Habana Libre, 574 habitaciones, 534 dobles, 37 pequeñas
suites, 2 suites, una suite presidencial, teléfono interno local,
nacional e internacional, internet, gastronomía, ocio, deportes, banco
financiero internacional, calle L, entre 23 y 25, cinco estrellas, Vedado.

Quince minutos al suroeste de la capital, hojas de lata oxidada, pedazos
de cartón carcomidos, tablones de embalajes, planchas onduladas
ahuecadas, desechos de basurero, una villa miseria llamada con eufemismo
"llega y pon", el barrio de los asombros, según los reporteros del
diario oficial Juventud Rebelde.

Nada hay asombroso en este barrio marginal de San Miguel del Padrón, uno
de los 46 dispersos en los 15 municipios de la capital, habitados por
gente llegada de los más diversos lugares del país. A más de 700
kilómetros, en Puerto Padre, están los sin tierra y es igual que allí,
el campo abandonado invadiendo la ciudad.

CUBAENCUENTRO.com fue rodando hacia el oriente de la Isla en sentido
contrario a la oleada migratoria, convertida en "ilegal" en 1997, cuando
el Consejo de Ministros aprobó el decreto 217, que transforma en
ilegales a los cubanos en su propio país.

La Dársena y Santa Marta, dos poblados a las puertas de Varadero, son
híbridos de pobreza e incipiente prosperidad. Viven allí cientos de
"palestinos", como llaman en la zona occidental a los advenedizos
orientales.

Santiesteban es un hombre trigueño, jovial, cincuentón; conduce un
microbús de turismo. "Soy de Oriente, de Guavineyón, tierra de
indígenas, pero si el cacique Maniabo resucita y ve aquello, le da un
patatús", dice.

Santiesteban refiere que su papá y sus hermanos trabajaban en colonias
cañeras. Una, propiedad de Raúl Queral, suegro de Jorge Bolaños, actual
viceministro de Relaciones Exteriores y máximo diplomático cubano en
Washington. La otra, de Balbino Pérez, condiscípulo de Fidel Castro en
el Colegio Dolores de Santiago de Cuba.

Otro conductor que hacía repostar su microbús, intervino para decir que
Dagoberto Rodríguez, ex jefe de la Sección de Intereses de Cuba en
Washington y actual vicecanciller, también era nativo de aquella
campiña, exactamente de un barrio campesino próximo al central azucarero
Chaparra. Pero duda que Rodríguez pueda recordar su pueblo, aquello es
pura chatarra. Según Santiesteban, él y su familia vinieron para
Varadero porque la vida en el campo era "insostenible".

Guavineyón era un macizo de cañaverales surcado por ramales de vías
férreas. Junto al ferrocarril, se asentaban decenas de bateyes, la aldea
típica de lo que fuera el campo cubano. No faltaban en esos
asentamientos comercios, talleres, albergues para los temporeros y
escuelas. Huber Matos fue maestro en la escuela pública de Pozo Prieto,
cerca de la grúa cañera de Guavineyón 9. Pero de eso ya no queda nada:
no son ni pueblos muertos, sencillamente no existen, sólo queda algún
que otro cimiento.

"En Cuba, para saber cómo funcionaba una colonia cañera, hay que ir a
Birán", dice Pérez, refiriéndose al cortijo transformado en museo para
perpetuar la memoria de la familia Castro Ruz.

"¿Usted cree que Bolaños podrá reconocer la pradera por donde quizás un
día paseó con su esposa?", preguntamos a Revé, el viejo vaquero que
fuera vecino de Queral. "Mire, esa pradera no puede reconocerla ni
Bolaños ni nadie, porque antes era una finca y ahora es un matorral",
responde el vaquero.

En lugar de realizar una verdadera reforma agraria y multiplicar los
propietarios rurales, el gobierno castrista se convirtió en un Estado
latifundista que no sólo eliminó la propiedad privada sino también la
cultura agraria, según un alto funcionario del Ministerio de Economía y
Planificación.

El día que en Cuba se logre la infraestructura de producción
alimentaria, la gran preocupación no serán los recursos materiales y
tecnológicos, sino los recursos humanos. La inquietud del funcionario es
justificada. Si los encargados de representar a la Isla en el mundo son
incapaces de identificar sus raíces, cómo decirles a los habitantes de
las piedras que busquen el camino de Santiago.

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/viaje-a-la-isla-profunda-104922

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