Pages

Tuesday, July 15, 2008

La solución final

La solución final
07/15/2008
MIGUEL COSSIO

Voy a contradecir la lógica de algunos observadores de la realidad
cubana, cuya afirmación más extendida es que Raúl Castro tiene la sartén
por el mango; la sucesión atada y bien atada.

Su desolador discurso ante la Asamblea del Poder Popular demuestra que,
en lugar de tener dominio pleno de la situación, Raúl está sentado sobre
un volcán, que lo mismo puede echar humo que lanzar piedras o magma. El
hecho de que no haya evidencia de revueltas sociales masivas ni rupturas
visibles en la cúpula de poder, no significa que en Cuba se viva como
soñaba Pangloss, el tutor del Cándido de Voltaire, en el mejor de los
mundos posibles.

La indiferencia, el miedo y la apatía ciudadanas suelen servir de caldo
de cultivo para crisis sociales. Por eso, el más reciente diagnóstico
público del general en jefe constituye una señal de alerta roja, que el
régimen debería tomarse muy en serio. La gente quiere escapar de Cuba.
Hoy más que nunca. Y lo que Castro ofreció a los cubanos fue la vieja
receta de siempre: ¡Señores, apriétense el cinturón! Se acabaron las
''gratuidades indebidas y los excesos de subsidios''. Les anticipo
ajustes y restricciones económicas ''inevitables'', impuestos y
contribuciones.

Nunca en la historia hubo nación alguna con un sistema de racionamiento
tan prolongado como el de Cuba. Este marzo la libreta de productos
alimenticios cumplió 45 años de existencia, todo un récord mundial. Y el
anuncio es que el Estado no puede subvencionar más bienes y alimentos de
la canasta básica.

Aún así, Raúl Castro se queja de que ningún habanero quiera ser policía,
maestro u obrero de la construcción, y por ello su gobierno se ve
obligado a traer mano de obra del interior del país. ¿Quién va a sembrar
los campos de Cuba? ¿Por qué la gente no trabaja?, pregunta el general.

La respuesta es sencilla. Cuba es una sociedad que carece de estímulos.
El sistema no sirve, porque no brinda esperanzas ni oportunidades reales
a sus ciudadanos. Y en cualquier sociedad, la gente busca salir adelante
con su trabajo honrado.

¿Para qué la gente desearía trabajar en Cuba si no puede comprar casa,
ir de vacaciones, en resumen, vivir? No hablo de lujos, sino de
necesidades del hombre del siglo XXI. Y el régimen de los Castro no
ofrece perspectiva alguna. Ni siquiera el contrato social del comunismo
soviético. ¿Qué puede esperar una pareja joven ante datos como éstos: 8
de cada 10 edificios de tres pisos requieren urgente reparación; el
déficit de vivienda nacional alcanza las 600 mil unidades, según cifras
oficiales, y un millón, de acuerdo a otros cálculos?

El asunto de fondo es que aquello no funciona y el raulismo se empeña en
el remedio de las sangrías y sanguijuelas sobre las espaldas del pueblo.

Por ese camino, Raúl podría volver a las fórmulas de la Gran Bretaña del
siglo XVII, donde se aplicaba un impuesto a la ventana. El resultado:
casas sin ventana. O a las del México de Antonio López de Santa Anna,
donde por cada puerta se pagaba un real de impuesto; por cada ventana,
cuatro centavos; y por un caballo, dos pesos mensuales. Si el animal
estaba muy flaco, se pagaba un peso.

Al cierre de su intervención, Raúl Castro hizo dos confesiones. Una, que
consultó el discurso con su hermano, lo que demuestra que no hay cambio
alguno en la concepción de la sociedad. Para Fidel era un texto
perfecto. Dos, Raúl se desvela en las noches convencido de que ''estamos
construyendo el socialismo'', léase, estamos aplicando nuestra solución
final a este gueto caribeño.

Dtor. editorial y de noticias,

América TeVe, Canal 41

http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/243735.html

No comments:

Post a Comment