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Sunday, July 13, 2008

13 julio 1994-13 julio 2008: Un crimen sin castigo

Publicado el domingo 13 de julio del 2008

13 julio 1994-13 julio 2008
Un crimen sin castigo
JORGE A. GARCIA

Ya se acumulan casi tres lustros de la masacre ocurrida con el
hundimiento del remolcador 13 de Marzo. Un crimen del régimen cubano que
no encuentra símil en la historia de la humanidad; un crimen sin castigo.

La barbarie y el horror lo cubre todo aquella madrugada del miércoles 13
de julio de 1994. Tres remolcadores asesinos tripulados por filibusteros
tienen por encargo teñir de sangre la bahía de La Habana y vestirnos de
luto a los familiares y a los que milagrosamente se salvan del holocausto.

Esa noche se pone a prueba el escarmiento de Castro; un plan que daña a
sus antojos a los viajeros inocentes que se proponen huir de la
dictadura y alcanzar tierras de libertad, a bordo del remolcador 13 de
Marzo.

El acoso enemigo se hace presente cuando apenas navegan una escasa milla
dentro del puerto. Los chorros de agua y los bandazos propinados por los
Polargos 2, 3 y 5 buscan frenar el avance; pero la embarcación en fuga
gana un derrotero de siete millas y finalmente resulta hundida por parte
de uno de los actuantes: el Polargo 5. Este coloso de hierro pone sus
máquinas a full y arremete su proa por la espalda del remolcador 13 de
Marzo; lo hunde y deja 37 muertos; mujeres y niños en su gran mayoría,
en medio de un mar oscuro. Unos quedan atrapados dentro de una maraña de
hierros retorcidos en el interior de los camarotes; otros son devorados
por el torbellino lastimero horadado en el mar por aquellos monstruos de
la muerte navegando en círculo a su alrededor.

Los 31 pasajeros restantes salvan la vida gracias a la inesperada
llegada de un barco griego a la escena. Esto hace fallar el macabro plan
de exterminio masivo y pone en polvorosa a las naves asesinas. No hay
auxilio ni rescate en el momento oportuno. Las embarcaciones de las
tropas guardafronteras están ahí desde el principio y contemplan
impávidas el crimen. Intervienen para quedar bien ante los ojos del
barco aquel; socorren cuando el daño está hecho y no tiene remedio;
ayudan cuando ya la mudez apaga aquellas voces que suplican auxilio.

Luego estas embarcaciones ''socorristas'' se retiran de la escena,
dejando a nuestros muertos a la suerte de las fauces de los depredadores
y llevando cautivos a los 31 sobrevientes del malogrado viaje.

Unas horas después el régimen trata de ocultar la naturaleza criminal
del hecho publicando en la prensa el falso argumento de un accidente que
cobra víctimas en el mar. El escueto artículo no revela pormenores del
asunto, pero la mentira no puede borrar el horror dejado en las mentes
de quienes estaban allí y milagrosamente viven para contarlo.

Ese mismo horror me persigue desde entonces; un horror que lacera mi
corazón y amenaza con extinguir mi simiente; un horror que trasmuta en
sufrimiento perenne; un sufrimiento que traba mi sonrisa.

Al momento del suceso yo quedo huérfano de 14 parientes, pero todo no
termina ahí. En los catorce años sucesivos que se desprenden del
almanaque también se desprenden de mi compañía ocho vidas más, incluso,
mi mujer y mi madre, recientemente. Si bien algún dictamen galeno
certifica la defunción por causas de un fallo cardíaco, digo que mueren
de sufrimiento. Sin embargo, los autores intelectuales y materiales de
este genocidio viven aún y se pasean indemnes por las calles de mi Cuba.

En tanto, yo sigo viviendo a la sombra de mis recuerdos y aguardando por
el pase de cuentas de la justicia sobre estos criminales que enlutaron a
mi familia y a una buena parte de la familia cubana.

En este aniversario catorce les dejo mi recuento y un merecido tributo a
las víctimas de este salvajismo. A todos ellos una flor con un beso de
amor empapado del mismo salitre que cubre sus cuerpos desde la fatídica
noche del 13 de julio de 1994.

Autor del libro `El hundimiento

del remolcador 13 de Marzo'.

http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/242740.html

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