Publicado el 06-21-2008
Obama y Cuba
Por Marcos Antonio Ramos
Nuestro tema no es la posible política de los senadores John McCain y
Barack Obama en relación con Cuba. Defensas y críticas sobre estos
candidatos pueden hacerlas partidarios y opositores de esos distinguidos
ciudadanos. Aunque con el mayor respeto, después de medio siglo de
escuchar discursos electorales sobre la materia ni siquiera tomamos
demasiado en serio declaraciones de candidatos presidenciales sobre el
tema cubano.
Pero resulta imposible dejar de reconocer cuestiones de geopolítica y la
importancia de las relaciones y el diferendo entre ambos gobiernos. Es
ineludible tener en cuenta el probable impacto de un presidente
afroamericano en Estados Unidos sobre la nueva demografía de Cuba.
El tema racial tiene una larga historia en ese país. Contamos con
notables investigaciones de Don Fernando Ortíz y otros historiadores,
sociólogos, etnólogos, politólogos, etc. Un texto crítico contemporáneo
es "Castro, the Blacks and Africa" (Castro, los Negros y el Africa) del
profesor Carlos Moore, edición publicada en 1988 por la Universidad de
California en Los Angeles. El autor denuncia la escandalosa falta de
representación proporcional de las razas negra y mestiza en las
instancias de poder en Cuba.
En esta década se publicó "Una nación para todos: Raza, desigualdad y
política en Cuba. 1900/2000" (Editorial Colibrí) del doctor Alejandro de
la Fuente, profesor de la Universidad de Pittsburgh. No puede olvidarse
la interesante investigación del doctor Rafael Fermoselle: "Política y
Color en Cuba: La guerrita de 1912", publicado en 1974 por Ediciones
Géminis de Montevideo. En futuros artículos habrá que volver sobre
detalles y datos concretos.
De producirse una victoria demócrata, el gobierno castrista quizás se
vea obligado a reinventar su política hacia las cuestiones raciales. Es
difícil de predecir si se producirá un cambio en las relaciones con
Estados Unidos. Un presidente afroamericano en Washington implicaría un
cambio de imagen demasiado dramático como para pasarlo por alto. Además
de contar con apoyo en Europa y el Tercer Mundo, como ya es evidente, y
del enorme interés despertado en la América Latina, Obama se convertiría
no sólo en líder de Occidente y en el hombre más poderoso del mundo,
como los otros presidentes norteamericanos, sino en el gobernante de
etnia negra o mestiza de mayor importancia en la historia política de la
humanidad.
Una administración Obama pudiera ser positiva o negativa, no lo sabemos.
Pero la magnitud internacional y sobre todo su impacto inicial serían
indiscutibles.
El discurso oficial cubano hace énfasis en la discriminación racial en
Estados Unidos. Por décadas, la prensa y los medios de comunicación, así
como el sistema educacional de Cuba han recalcado cualquier dificultad
experimentada por afroamericanos en cuanto a trato y oportunidades. Es
cierto que nos hemos acostumbrado a referencias a importantísimas
figuras de la política, las Fuerzas Armadas o la Diplomacia como el
Reverendo Doctor Martin Luther King, el general Colin Powell y la
Doctora Condolezza Rice, pero ahora se trata de la Casa Blanca y no
puede imponerse ya un límite a las lógicas ambiciones y aspiraciones de
una persona de raza negra en Estados Unidos o el mundo. La propaganda
antinorteamericana recibiría un golpe devastador en todas partes,
incluyendo a Cuba. ¿Se atrevería la prensa cubana a atacar al más
importante afroamericano del Planeta Tierra? ¿Cómo reaccionaría la
mayoritaria población negra y mulata de Cuba ante nuevos ataques
públicos a una nación presidida por un afroamericano?
De acuerdo con varios estudios, casi las dos terceras partes de la
población cubana la integran personas de raza negra o mestiza. Hay más
mulatos que blancos dentro de Cuba. Aunque representados simbólicamente
o de alguna manera en casi todas las esferas, su presencia no responde
proporcionalmente a su condición de raza mayoritaria y sus integrantes
son precisamente los que sufren la mayor penuria. No es el único caso en
el mundo, pero la sociedad cubana no es la de 1958.
La "generación del centenario" (1953) se está extinguiendo y está siendo
reemplazada, en Cuba y el exilio. Es algo inexorable. Como sucede en
Estados Unidos y Europa, las nuevas generaciones no responden a los
mismos estímulos ni aceptan los mismos conceptos en cuanto a raza y
cultura. La religiosidad sincrética afrocubana constituye la más
extendida expresión religiosa y la cultura (música, el arte, estilo de
vida) refleja aspectos de la negritud, término acuñado por Leopoldo
Sendar Senghor, el doctor Price Mars y otros intelectuales.
La raza ha sido un gran factor en la historia de Cuba. La rebelión de
esclavos en Haití convirtió a Cuba en la más rica colonia del mundo,
reemplazando al Santo Domingo francés. El desarrollo, sobre todo de la
industria azucarera, fue extraordinario a partir de entonces.
Hasta principios del Siglo XIX podía decirse: "Cuba es La Habana, lo
demás es el paisaje", como pontificaría un funcionario en el Siglo XX. A
partir de la independencia de Haití y la ocupación haitiana del Santo
Domingo español, factores sumados a la independencia de Tierra Firme, el
poblamiento de toda la isla y no sólo de La Habana se aceleró
inmensamente. Rebeliones de esclavos y conspiraciones abolicionistas
caracterizaron nuestro acontecer hasta el inicio de la lucha por la
independencia.
En 1912, en relación con el Partido Independiente de Color y quizá
alentada por el proyecto del Partido Conservador de restarle el voto
afrocubano al Partido Liberal se produjo una breve guerra racial en
Cuba. No habrá quizás nada comparable en nuestro tiempo, pero la
población negra no ha logrado alcanzar las metas a las que tiene
derecho. Algo de historia ayudaría a aproximarnos a un tema que no puede
agotarse en un simple artículo periodístico.
Cuando la llamada "guerrita" racial de 1912, la nación norteamericana la
presidía William Howard Taft, republicano. Todavía en aquella época los
republicanos recibían el voto afroamericano en la patria de Abraham
Lincoln. Todo eso cambió con Franklin Roosevelt (1933/1945) y con la Ley
de Derechos Civiles de Lyndon Johnson (1965), factores que inclinaron a
los afroamericanos hacia la columna demócrata. Los partidos Demócratas y
Republicanos no se parecen mucho a los de 1912. En esa fecha, algunos
afrocubanos preocupados por la represión contra ciertos líderes de su
etnia, pidieron apoyo a los estadounidenses. Ricardo Batrell, desde la
"Cárcel de La Habana", escribió a Taft el 10 de junio de 1912: "El que
suscribe… ruega a su honorabilidad, le diga si es posible que un nativo
de este país cubano pueda acogerse a la ciudadanía de esa gran nación
amparadora de los derechos individuales que las leyes garantizan… Sólo
su respuesta espero, honorable señor, para enviarle una lista de los
individuos…"Sería curioso, salvando distancias, que algo parecido ocurra
en Cuba después del 20 de enero del 2009. Ante el nuevo panorama se nos
ocurre parafrasear algo que escuchamos alguna vez: "lo único que no
cambia es precisamente que las cosas siguen cambiando". Mucho pudiera
cambiar el año próximo. Sin que conozcamos sus detalles, el mundo que
heredamos no será traspasado en su integridad a nuestra descendencia.
Los cambios pueden ser parte de discursos demagógicos, pero no dejarán
de producirse de alguna manera. Sólo se discutirán los matices. Como
dice el viejo texto: "Cosas mayores que éstas veréis..." Volveremos al
tema. Hay mucha tela por donde cortar. Por el momento acudimos a la
vieja radio cubana: "Se abren las páginas vibrantes de la novela del
aire, con la emoción y el romance de un nuevo capítulo".
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