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Monday, June 02, 2008

Las primeras personas

Las primeras personas
By RAUL RIVERO

Madrid -- Creo en el poder del periodismo alternativo cubano porque está
comprometido con la verdad. Porque lo escriben hombres y mujeres que
aspiran a que esa verdad trascienda y les dé un fogonazo de luz a las
libertades que la gente necesita. Y, creo en ese grupo de profesionales
porque tiene guardadas sus ambiciones personales y aplazadas las
controversias necesarias.

El periodismo independiente no ha sido nunca --en sus más de tres
lustros de existencia-- un invento de especuladores o una olla para
cocinar vanidades. Es una necesidad de la sociedad criolla, sometida por
medio siglo a un guateque vacío y palabrero que ya no soportan ni los
directores de orquesta ni los bongoseros.

Lo escriben en La Habana, Santiago de Cuba, Villa Clara, Morón, Isla de
Pinos y Pinar del Río personas sensibles y llanas, agobiadas por la
severidad natural de un sistema fracasado y por la soberbia y el odio
inducidos de la represión. No conozco a ninguno que se las dé de héroe o
de salvador de la patria. Sé nada más de personas convencidas de que
hacen un trabajo necesario y lo hacen con humildad y con el beneficio de
la vocación.

No se trata de un colectivo unánime a la espera de que se le bajen las
orientaciones y les lleguen de arriba las líneas informativas de la
semana y los planes quinquenales. Es un elemento vivo que se mueve como
se mueve la vida, bajo el temblor de los acontecimientos, a pesar de las
persecuciones policiales y las zonas vedadas por quienes debían
facilitarle su tarea.

Son individualidades, seres que piensan y tienen que buscarse, en medio
de la hostilidad y otras catástrofes, las vías para llegar a las
informaciones, a los episodios de interés noticioso y a los escenarios
que puedan merecer una crónica o un comentario.

Sí, solitarios sin infraestructuras para acceder a archivos o moverse de
un sitio a otro, negados por la propaganda oficial y víctimas también
del miedo ajeno. Profesionales insultados y descalificados por quienes,
en algún momento, tendrán que reconocer la huella pedagógica de los que
ahora son perseguidos y encarcelados.

Nadie puede encontrar allá dentro a gente que sigue a pastores ni
serventías trazadas de antemano. Desde los días iniciales surgieron
grupos de trabajo diferentes, con diversos puntos de vista, con
criterios personales a la búsqueda de conducir el periodismo nacional a
mayores coincidencias con lo mejor de la prensa de la república.

Cada uno a su manera. Cada grupo tratando de hallar puntos coincidentes,
pero sin imposiciones. Con defectos, fragilidades y dudas ante una
parroquia inexplorada, a lo mejor con arrastres de ineficacia y
malformaciones, pero con el interés de contarlo todo y contarlo bien.
Llenos de toda la objetividad y la honestidad posible.

En la Sociedad Márquez Sterling están su presidente, Ricardo González
Alfonso, un escéptico escritor de televisión, y Adolfo Fernández Saínz,
un católico de misa y procesión, procedente de los servicios de
traducciones.

Están Normando Hernández, un joven camagüeyano que fundó solo una
revista decente en su provincia, y Luis Cino, un habanero amante de la
música y el cine que escribe hoy las crónicas más afiladas y exactas del
periodismo cubano.

Y están el reportero pinareño Víctor Rolando Arroyo y su colega
villareño Coco Fariñas, el matancero Oscar Madam y el avileño Pablo
Pacheco. El pinero Fabio Prieto, Jorge Olivera, Oscar Espinosa Chepe y
Sahily Navarro.

Están juntos los 24 encarcelados y los que trabajan todos los días en
las calles. Unos enfermos y en peligro en sus calabozos. Otros, en la
vida diaria a la espera de que una mañana vuelvan a llamar a la puerta.

Los de antes y los que han llegado, personas a quienes respetamos y
admiramos en su diversidad. Ellos trabajan para tocar la ilusión de un
país libre en el que las ideas y las opiniones se puedan airear y
debatir en público.


http://www.cubanet.org/CNews/y08/junio08/02inter_4.html

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