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Monday, June 23, 2008

EL COMUNISMO Y SU CRISIS MORAL

EL COMUNISMO Y SU CRISIS MORAL
2008-06-22.
Lázaro Rosa

Es imposible comparar lo que sucede en Cuba con lo que está ocurriendo
en el resto del mundo occidental. Que los cubanos, sobre todo los
jóvenes que nacieron a partir de los años setenta, estén atravesando por
una total crisis de autoestima política, ello no significa que esto sea
una corriente de tendencia universal.

En Venezuela, por ejemplo, los que más protestan contra las leyes y las
medidas arbitrarias de Hugo Chávez son precisamente los jóvenes.

En Caracas los jóvenes universitarios se lanzan a las calles para
decirle a Chávez que no quieren socialismo en su país. Que no quieren
que en Venezuela ocurra la misma tragedia política, económica y moral
que ha estado sacudiendo a Cuba como consecuencia de las cinco décadas
vividas bajo su funesto sistema comunista.

La juventud venezolana se muestra profundamente preocupada por el futuro
de su nación que será, en última instancia, el porvenir que se labrarán
sus propias generaciones. Los jóvenes de Venezuela muestran una elevada
madurez y una proyección política que el abusivo Chávez no puede obviar.

La juventud de Caracas demuestra su preocupación por el bienestar de su
país porque sabe que esto se traducirá en sus propios beneficios y
logros personales en un futuro inmediato.

Lo contrario, lamentablemente, sucede en nuestra tierra de origen. Los
jóvenes cubanos, generalmente, expresan en las calles, en sus hogares,
que no cogen lucha con nada, no le dan importancia a nada; salvo a los
problemas que tengan una estrecha relación con los negocios del mercado
negro ,o, con sus ingentes y disimulados esfuerzos por emigrar a Miami.

Que proceder más penoso, como si preocuparse por los cambios
democráticos que necesita la Cuba de nuestros días no tuviera nada que
ver con ellos.

Y es que el ogro filantrópico comunista (entiéndase el Papá Lobo) ha
sido tan siniestro que el miedo y el pánico dentro de la juventud cubana
la han llevado al convencimiento de que es mejor largarse del infierno
en que se ha convertido la isla, antes que estar exponiéndose a las
palizas y los encarcelamientos que conllevaría una actitud de disentir
abiertamente contra el totalitarismo reticente de La Habana.

La juventud cubana ha perdido su autoestima. Esto lo demuestra la
profunda crisis moral por la que atraviesa el país. La pérdida de
ciertos valores y principios éticos han llegado a tal extremo que todo
se ha vuelto burlas, simulaciones, doble moral, desconfianza y
sentimientos de repulsión hacia el prójimo nacional.

El joven cubano se siente desplazado y desclasado. Está convencido de
que Cuba no es un buen lugar para vivir. Son tan grandes su decepción y
su pesimismo que ya no cree que ningún cambio en la isla redundaría en
sus beneficios individuales.

Cree que la cúpula castrense, la misma que ha hecho del país un burdel,
es inamovible mientras esté vivo el anciano dictador y que los males de
la sociedad se han profundizado tanto que no tendrán una real solución.

Esta es la principal y más nociva secuela derivada del Castrismo y es la
que con más brío habrá que enfrentar, una vez que la nación cubana
arribe a la encrucijada de lo que será su inevitable y lógica apertura
política. Proceso, éste último, que llegará, aún sin que sea forzado
desde el exterior.

La pudrición de los principios morales y los excesos de todo tipo
impiden que las dictaduras sean eternas. Que nunca puedan extenderse
mucho más allá de los días que viva el ancestral y odioso caudillo que
las erige.

El tiempo y el espacio de las dictaduras son efímeros. Sus aberraciones
inhumanas son insoportables de por vida. Los dictadores, antes de morir,
cavan sus propias tumbas por el oprobio y las degradaciones que
engendran sus pasos colmados de inclemencias.

Es muy cierto que la juventud cubana (en su gran mayoría) en la
actualidad no se identifica con ninguna opción ni bandera política. Sólo
el bastardo y enfermizo Fidel Castro, con su proverbial insensatez,
pretende hacer creer que ignora un hecho que es más que palpable.

El joven cubano -incluso aquel que es Castrista-, no se identifica con
el comunismo. Nunca se ha identificado con una práctica social que le es
ajena y que le fue impuesta a la nación como uno de los grandes
disparates derivados de unos años en que el fenómeno de la Guerra Fría
tenía su máxima expansión.

Una cosa es que antes que muriera el llamado ímpetu revolucionario
(tiempo inmediato y posterior al triunfo rebelde contra Batista) una
generación de cubanos se haya dejado engañar y arrastrar por un alevoso
caudillo, deseoso de gloria y poderes absolutos, y otra, muy diferente;
es que las propias víctimas hayan comprendido en realidad la esencia de
una experimentación social que ha llevado a la enajenación de un pueblo.

Este hecho ha sido el motivo por el cual las personas han vivido
temerosas, a escondidas, para lograr la sobrevivencia diaria ante los
achaques y delirios del sectario dicta.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15916

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