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Thursday, January 03, 2008

Quieren desertar y no pueden

Diario Las Americas
Publicado el 01-03-2008

Quieren desertar y no pueden

Por Guillermo I. Martínez

Durante estos días de temporada navideña, quienes vivimos en el Sur de
la Florida hemos leído numerosos casos de deserciones de cubanos. Tres
artistas abandonaron el Ballet Nacional de Cuba mientras se presentaba
en Canadá, donde unos pocos días antes uno de los más famosos
conductores de la televisión cubana había hecho lo mismo. Hay acróbatas
que han desertado del circo y músicos que han solicitado asilo político.

Ha habido tantos casos que hasta pareciera que es fácil conseguir asilo.

Y sin embargo, a miles de millas de donde estamos, en un país de menos
de un millón de habitantes, en una isla del Pacífico Sur, frente a las
costas de Indonesia, tres doctores cubanos han estado escondiéndose
durante dos meses.

Ya han sido investigados por el Departamento de Seguridad Interna de
Estados Unidos y tienen visas para venir a este país. Pero el gobierno
de Timor Oriental no les da permiso.

En efecto, Miriela Llanes Martínez, Raidén López Carrillo e Irina Valdés
están en un verdadero limbo y enfrentan la posibilidad real de que en
cualquier momento los capturen y sean deportados de regreso a Cuba.

La historia me llegó a través de otro doctor cubano, Boris Rodríguez,
quien vivió la experiencia de Timor Oriental. El corrió con mayor
fortuna y pudo salir antes de que las autoridades se pusieran
intransigentes con los que quedaron atrás. Rodríguez es uno de tres que
pudieron partir de Timor Oriental e ingresar en Estados Unidos bajo una
ley vigente desde agosto del 2006, que confiere visas condicionadas a
los médicos cubanos que trabajan en terceros países y optan por desertar.

Rodríguez conoce bien a los que se quedaron atrás. Llegaron juntos a ese
país el 29 de Diciembre del 2005. Eran parte de una brigada de 200
doctores cubanos que fueron a servir en esa nación durante dos años. Por
su trabajo, el Gobierno Cubano les pagaba 200 dólares mensuales y el de
Timor Oriental les daba 45 dólares con 50 centavos para que pudieran
solventar gastos de agua potable y gas. Todos trabajaron en las salas de
urgencias del hospital en Dili, la capital de Timor Oriental.

"Las condiciones eran horribles", relata Rodríguez. "Durante 14 meses no
tuvimos electricidad. La falta de higiene era total. Algunos de los
médicos regresaron a Cuba después de sucumbir a la malaria o a la fiebre
del dengue".

Rodríguez señala que cuando decidió desertar, el 25 de julio, las cosas
fueron fáciles para él. En la Embajada de Estados Unidos en minutos,
alguien ya lo estaba ayudando. Siete días más tarde recibió su visa.

La parte difícil fue obtener el permiso para abandonar el país. Cuando
los doctores llegaron a Timor Oriental, funcionarios cubanos les
quitaron los pasaportes.

Después de días de espera, los representantes cubanos le devolvieron a
Rodríguez su pasaporte y hasta le dieron un boleto de avión, por si
resolvía regresar a Cuba y las autoridades de Timor Oriental accedieron
a que se fuera.

Sus amigos no han tenido la misma suerte. Ellos ya tienen visas para
entrar en Estados Unidos. Carecen de autorización para abandonar Timor
Oriental. Esta situación se ha prolongado por dos meses.

Organizaciones humanitarias han tratado de interceder y han hablado con
representantes del gobierno en Dili. Los funcionarios de Timor admiten
que tienen ante sí una situación difícil. Cuba mantiene alrededor de 200
doctores en ese país y unos 300 estudiantes de Timor están cursando su
carrera de medicina en Cuba. No tienen ninguna intención de poner en
peligro estos programas, por ayudar a tres desertores. Por otro lado,
Timor Oriental tampoco quiere perjudicar sus relaciones con Estados Unidos.

En Miami, Reinier López habla frecuentemente por teléfono con su hermano
Ramón en Timor Oriental. Dice que las conversaciones lo ponen muy triste.

"Me cuenta que están desesperados", dice Reinier. "Ya han pasado dos
meses desde que empezaron a esconderse y aún no ven ninguna posibilidad
de dejar ese país".

La única esperanza que tienen es que alguna organización humanitaria
internacional pueda convencer al gobierno de Timor Oriental. De otro
modo, más tarde o más temprano, un retorno forzado a Cuba los espera.

Este caso ilustra que las apariencias pueden ser engañosas. Desertar de
Cuba no siempre es fácil. Puede ser difícil y riesgoso.

Guillermo I. Martínez reside en la Florida. Su dirección electrónica es:
Guimar123@gmail.com

http://www.diariolasamericas.com/news.php?nid=43522

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