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Saturday, December 01, 2007

Sólo para adictos a Cuba

Publicado el sábado 01 de diciembre del 2007

Sólo para adictos a Cuba
OSCAR PEÑA

Desde el primer momento que el presidente George W. Bush distinguió al
activista de derechos humanos Oscar Elías Biscet con la más alta
condecoración de Estados Unidos, enviamos una nota de agradecimiento al
mandatario.

Igual habíamos hecho con la Unión Europea cuando distinguieron a Oswaldo
Payá Sardiñas, y con los suecos cuando premiaron a Manuel Cuesta Morúa;
también lo hemos hecho con las organizaciones y países que han emitido
premios a destacados exiliados. Igual disfrutamos como propias aquellas
resonantes y reiteradas ganadas elecciones del cubano Raúl Martínez en
Hialeah, o la llegada del primer cubano al Senado norteamericano, Mel
Martínez. ¿Habrá algún cubano que no experimentó agrado y orgullo al
conocer de la designación de un compatriota como secretario de Comercio?
¿Habrá alguno que no lo experimente mañana si la candidata Hillary
Clinton escogiera a Bob Menéndez como compañero de fórmula y ganaran? El
único lamento es pensar que todos hayan tenido que triunfar fuera de su
patria o estén presos dentro de ella.

Es muy importante hacer saber que los cubanos que abogamos por una Cuba
democrática agradecemos esas solidarias acciones. Iguales notas
enviaríamos al presidente de Rusia o el de China si lo hicieren. La
solidaridad la agradecemos de cualquier esquina que proceda. No sólo la
necesitamos de un país o partido político. La necesitamos de todos.
Sirva esta experiencia personal: cuando llegue de Cuba fui invitado y
recibido en el Departamento de Estado, estando en la presidencia un
republicano (Bush padre); después ganaron los demócratas y tengo dos
cartas enviadas por el presidente Clinton. Esas acciones no me hicieron
más republicano o más demócrata. A ambos partidos expreso las mismas
opiniones y de ambos recabo la misma solidaridad. Así estimo debían
actuar los exiliados.

Sin embargo, parece que el idealismo nos ciega: por la acción de
felicitar al presidente Bush por otorgar el galardón a Oscar Elías
Biscet, recibimos críticas de cubanos que al parecer están más inmersos
en luchas partidistas de Estados Unidos o en una inútil competencia
entre organizaciones exiliadas por una Cuba libre. Aprovecho el episodio
para aconsejar a todos los cubanos algo imperioso: el momento no es el
de estar seleccionando a mi exiliado (para los que están dentro de
Cuba), o a mi disidente o preso político (para los que están afuera).
Tampoco es el de poner las esperanzas y la búsqueda de posibles
reformistas dentro de la nomenclatura del régimen sólo en Raúl Castro,
su hija Mariela, Julio Casas Regueiro, Carlos Lage, Ricardo Alarcón,
Fernando Remírez de Estenoz o Rafael Hernández. No debemos poner
barreras. Todos los que forman parte del régimen tienen que recibir
señales de que contamos con ellos como protagonistas y partes del cambio
en Cuba. A todos tenemos que darles un voto de confianza.
Inevitablemente el hogar cubano hay que reconstruirlo con el concurso de
todos sus hijos.

Para alistarse los cubanos al fino, delicado y muy necesario juego de la
democracia primero lleguemos entre todos a la orilla. Mañana, cuando
nuestro país sea libre, cada cubano tendrá la oportunidad de escoger sus
a candidatos, leyes, partidos y organizaciones. No es sólo una opción,
es una necesidad vital. El contrapunto, balance y consenso de las
diferentes opiniones y puntos de vista sin duda ayudan a alcanzar el
desarrollo y seriedad de los países. Pero hoy lamentablemente todavía
los cubanos no estamos en esos momentos. Querer hacer esos ejercicios
genuinamente democráticos en el actual proceso cubano es conspirar
contra la llegada de la democracia a Cuba. Hoy tenemos que acopiarnos
--allá y aquí-- de tacto, sentido común, amor a Cuba, buena voluntad,
desprendimiento de cinismos, partidismos, excesos de protagonismo,
críticas despiadadas a cubanos demócratas o republicanos, a ex
batistianos o ex fidelistas, disidentes o exiliados. Lleguemos a la meta
y después tratemos de hacer el compromiso y pacto social de vivir con la
útil diferencia, sellada calidad ciudadana y el respeto entre todos.

Hago una pregunta válida: ¿tendrá valor Raúl Castro para, estando vivo
Fidel Castro, poner en libertad al prisionero de su hermano, Oscar Elías
Biscet, y al resto de los presos políticos? Sería el segundo gesto de
gallardía, valor e independencia del sucesor. El primero fue reconocer
públicamente el pasado 26 de julio que Cuba necesita cambios serios. Si
ahora Raúl Castro suelta a los inocentes presos políticos comenzaría a
soltar lastre de dictadura.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas_de_opinion/story/124544.html

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