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Saturday, September 22, 2007

La reorganización del aparato ideológico

Política
La reorganización del aparato ideológico

¿Es Eliades Acosta un nuevo Aldana o 'el nuevo' Aldana?

Federico Fornés, La Habana

viernes 21 de septiembre de 2007 6:00:00

Eliades Acosta, la estrella ascendente de la ideología cubana, hace
boxeo de sombras. Pelea contra libros de los que casi nadie en la Isla
sabe que existen.

En una entrevista publicada por el diario Granma, vocero del Partido
Comunista, el autor de El Apocalipsis según San George alude a varios
textos que "intentan cambiar la imagen que aprendimos desde niños en la
escuela, ya sea sobre la revolución o las guerras por la independencia".

El jefe del Departamento de Cultura del Comité Central se muestra somero
al citar obras publicadas, o en preparación, que embisten o desvirtúan
el discurso oficial sobre el ataque al cuartel Moncada, las gestas
separatistas del siglo XIX y la dictadura de Fulgencio Batista.

"La nueva estrategia consiste en desmontar los elementos que componen la
obra y el sostén histórico de la revolución cubana", dice el
historiador, nacido en 1959 en Santiago de Cuba y graduado de Filosofía
en la moscovita universidad Lomonosov.

La guerra, llamémosle ideológica, contra la revolución cubana, es tan
antigua como la revolución misma y una de las reglas de oro es
combatirla omitiendo las "armas del enemigo" y sólo blandiendo las propias.

Eso es lo que hace Acosta en la entrevista. Repetir una táctica gastada.
No menciona ni los títulos, ni los autores, ni las editoriales de esa
literatura que, según él, exhibe "una rara unanimidad… desde diversos
puntos del planeta, que para nada la hace 'espontánea'".

El lector, como siempre, queda a merced del sesgo de un único punto de
vista y excluido de todo análisis comparativo.

Admitiendo lo que se sabe, que tal literatura es algunas veces lo
suficientemente grosera como para que sea descalificada por un lector
medio, las autoridades, pese a ello, nunca han tomado riesgos y
prefieren manejar los retos desde la censura y la contramanipulación.

Amateurs de la política

La protesta de un grupo de iracundos intelectuales, suscitada a fines de
2006, sólo llegó a la prensa cuando el Partido Comunista consiguió armar
un incoherente comunicado que en manos del lector era un rompecabezas.
Generaba más dudas que certezas, pues apenas aludía a la intríngulis del
asunto.

El hecho en sí mismo fue conjurado con un par de conferencias cerradas
al público, a manera de catarsis, pero abrió un boquete en las paredes
políticas del sistema al desatar un cauce marginal de polémicas y
cuestionamientos en correos electrónicos, que subió como la espuma.

El gobierno respondió torpemente, evitando ser arrastrado a un campo de
batalla para el que apenas posee una estrategia de éxito. Lanzó una
revisión de todas las páginas web sustentadas en servidores locales,
filtró otras que se montan desde el exterior y cortó el acceso a la
mensajería de internet a muchos antes autorizados.

Salvo oasis de polémicas en los sesenta, siempre controlados desde las
alturas, en Cuba nunca se ha producido en casi medio siglo un libre
debate de ideas, ni tan siquiera dentro del mismo bando de los
revolucionarios, lo que, en definitiva, ha servido para empobrecer la
inteligencia de la nación y poner en ventaja el discurso de los adversarios.

Pese a manejar una retórica que juega al racionalismo, Eliades Acosta no
puede enmendar la incongruencia del discurso oficial. Le sombran trampas
en las cuales todos parecen amateurs de la política.

En una entrevista con el corresponsal en La Habana de Radio Progreso
Alternativa, de Miami, desautoriza las bibliotecas independientes,
fomentadas en la Isla con ayudas desde Europa, América Latina y Estados
Unidos, y puestas en jaque por las autoridades.

"Podemos estar hasta mañana discutiendo si usted puede por inseminación
artificial lograr influir sobre la conciencia de las personas o si
existen resortes que hacen que la persona pueda tener una opción y pueda
escoger. Yo soy de los que opina la segunda variante", dijo Acosta a
Manuel Alberto Ramy, pero al mismo tiempo sitúa a las bibliotecas
independientes como una "operación de guerra", justificando así su
tratamiento punitivo.

Para el historiador, "un hombre culto es muy difícil de doblegar y de
manipular", lo que, por tanto, dejaría sin efecto las políticas de
fuerza al uso. Se trata de elegir, no de prohibir, según su teoría.

Fichas del tablero

La promoción de Acosta para la jefatura del Departamento de Cultura y su
aparición discretamente creciente en los medios indica que el Partido
intenta rejerarquizar el abatido frente ideológico, para el cual no
cuenta con experimentados estrategas ni con figuras de cierto crédito
intelectual.

Alfonso Borges, actual jefe del Departamento Ideológico del PCC, es un
funcionario que logra sobresalir por su grisura y hace que la labor
parezca más una cuestión burocrática que un acto de creación
inteligente. Nadie lo toma en cuenta. En los medios de comunicación se
le teme, pero no se le respeta intelectualmente.

Desde la caída de Carlos Aldana, en 1992, a quien llegó a considerarse
el tercer hombre de la jerarquía política, incluso por encima de ciertos
comandantes de la Sierra Maestra conocidos como los históricos, el
flanco ideológico de la revolución recayó casi enteramente sobre el
ahora ausente Fidel Castro.

Otra de las fichas del tablero, el escritor Abel Prieto, ministro de
Cultura, se mueve en órbitas cercanas a la ideología, pero ese no es su
fuerte, ni tampoco sería útil quemar su poco o mucho liberalismo en las
catequesis partidistas.

El autor de El vuelo del gato, de melena anecdótica, parece ser un
hombre reservado para la transición. De alguna manera tendría el
respaldo de la intelectualidad por haberla "defendido" como estamento
social y hacer comprender al Estado que la cultura está por encima de
las ideologías.

De cara a una encrucijada histórica que no tardará mucho en llegar, el
sistema entra virtualmente agotado, en su frente ideológico, para una
misión impostergable: aparejar un modelo que permita la reproducción del
poder sin montarse en una montaña rusa de cambios que conmocionen el
proceso.

"Si se dice que en Cuba hay censura, debe alguien presentar la lista de
los libros prohibidos y debe alguien demostrar quiénes son los
censores", reclama Eliades Acosta.

Difícil que alguien aporte pruebas. Todos saben dónde está el censor,
pero no dónde los libros que hay que censurar. ¿Quizás los que en los
años ochenta se guardaban en el piso 15 de la Biblioteca Nacional?

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/la-reorganizacion-del-aparato-ideologico/(gnews)/1190347200

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