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Saturday, September 01, 2007

Guerra contra la corrupción

Publicado el sábado 01 de septiembre del 2007

Guerra contra la corrupción
JUAN JOSE LOPEZ

Raúl Castro declara en Cuba la guerra contra la corrupción y dijo que
pronto entra en vigor un decreto ley que sancionará severamente a los
funcionarios. Eso deberá ser la ''guerra de todo el pueblo'' o contra
todo el pueblo.

Un decreto ley cuando debe ser la organización de elecciones generales,
después de excarcelar los presos políticos, la legalización de la
oposición y por supuesto, que el nuevo parlamento decida sobre los temas
jurídicos y políticos, la manera de hacer justicia y cómo será el
destino del país.

Una ley o en su defecto un nuevo decreto no es el el remedio a la
corrupción generalizada. El régimen socialista, tal y como se puso en
marcha desde los primeros años de la revolución, trae consigo el germen
de la corrupción.

El remedio a los males de la revolución cubana no está en una ley. Eso
me recuerda a un barco que mientras se hunde, el capitán, acostumbrado a
la disciplina, ordena a la tripulación formar filas en cubierta. En
situaciones como esta sólo rige la ley de sálvese quien pueda.

Cuba es un gran buque que se hunde. La población, incluidos los
funcionarios, se desentienden del orden y de las autoridades; todos se
corrompen para sobrevivir. Un decreto ley indica que durante un periodo
más o menos corto decapitarán a unos cuantos, sobre todo a funcionarios
menores.

La corrupción empieza por casa pero la falta de objetividad de la clase
política y dirigente de Cuba no le permitirá observar esta realidad.
Acabar con la malversación, el peculado, el nepotismo y el fraude en
general equivale a atentar contra el propio grupo de poder, por lo cual
Raúl Castro, siguiendo la misma receta de su hermano, no va a hacer nada
en absoluto contra los principales corruptos.

En todo acto legislativo hay un aspecto moral intrínseco. Sancionar
leyes debe ser el resultado de un consenso con los que deben obedecerla,
pero los actos volitivos, como son en general la aprobación de normas en
Cuba, ni con la represión se resuelve el respeto a las mismas.

Un ejemplo facilitará la comprensión del aspecto moral de las leyes y su
obediencia. Si un padre de familia determina la ley de su casa sin
contar con su esposa y sus hijos, no debe esperar ni respeto ni
acatamiento de sus normas. Primero debe conversar con sus familiares y
establecer el orden de mutuo acuerdo.

Claro, Raúl Castro, en su carrera política como primero en el asunto,
tiene sólo un año. Entonces este niño de 12 o 13 meses no podrá
comportarse como un adulto. Además, en estos tipos de regímenes,
totalitarios y unipersonales, para la complacencia de egos enfermos de
poder surge a necesidad de los mismos una crápula de bandoleros que
beneficiándose como grupo, sea familiar o de amigos, imposibilita la
aplicación de las normas contra la corrupción.

Se podrá esperar del régimen mano dura contra algunos de sus seguidores,
chivos expiatorios que deberán garantizar el respeto no ganado por el
general Raúl Castro, incluidos algunos paliativos de la gran crisis en
medio de la cual arribó a la sucesión.

Raúl Castro no podrá por muchas razones superar la obra de su hermano.
Simples concesiones que haga en la economía expresarían la gran idiotez
de la forma de conducir el destino del país por su hermano, base de su
autoridad moral. Raúl sabe donde dice peligro.

http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/85484.html

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