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Tuesday, August 14, 2007

BASADO EN HECHOS REALES

BASADO EN HECHOS REALES
2007-08-14.
Juan Carlos Linares Balmaseda, Periodista Independiente

14 de agosto de 2007. La Habana.– El dinero -como dice el dicho- no
puede comprarlo todo. Sin embargo, difícilmente a alguien se le antoje
ser el propietario de todo, mucho menos a un cubano cualquiera que para
raspar unos pesos y subsistir tiene que hacer malabares.

Cuenta una vecina que una tarde, mientras esperaba el ómnibus en la
parada de Alamar junto a un numeroso grupo de personas, se les aproximó
una moderna ambulancia de los Servicios Intensivos de Urgencia Médica
(SIUM). Ya estando al lado la SIUM, se abrió la puerta trasera y el
camillero desde su interior pregonó: "20 pesos a La Habana". Los que
cupieron hicieron un viaje de "urgencia" con sirena y todo. El
camillero, solo abrió la boca una vez para justificar que hacían eso
"porque el almuerzo del hospital estaba tan malo que no hubo ni diablos
que se lo comiera"; ni ellos tampoco.

Quienes crean que con los muertos se acabaron los inventos están en un
error o no son cubanos auténticos. Un domingo reciente, cierto carro
fúnebre venía esquivando los baches por las entrecalles con su parte
trasera casi rozando al piso. Las interrogantes de los curiosos que
miraban crecían por segundos, porque resultaba imposible que,
independientemente de la masa corporal del occiso, su peso derrengase
tanto la amortiguación del vehículo.

Salieron de dudas cuando el carro fúnebre frenó frente por frente a la
casa del testigo presencial -cuya dirección no revelaré ni aunque me
torturen-, quien narró los acontecimientos así: "Del lugar donde debía
haber un sarcófago comenzaron a salir sacos de cementos y cubetas de
pintura". Era una "movida" habitual.

Igualmente las reglamentaciones irracionales crean un espacio para los
cambalaches. Muchos dueños de motocicletas que en cuya propiedad dice:
moto con sidecar, por más que quieran no pueden separar el sidecar de la
motocicleta. Violaría una reglamentación del tránsito. Lo mismo ocurre
con los propietarios que tienen motocicletas inscritas con la categoría
de moto de paseo. No pueden instalar sidecar. ¿Qué como resuelven? De la
única forma posible: sobornando.

Nada distinto acontece en la mayoría de los preuniversitarios
capitalinos. Allí los alumnos menos aplicados saben que para aprobar un
examen final deberán pagar veinte o veinticinco pesos convertibles
(fulas) a sus profesores, generalmente los graduados de nueva
generación, y por una buena nota en los exámenes intermedios: cinco
fulas o el equivalente en regalos.

En las prisiones capitalinas por una litera, ciertos carceleros cobran a
los reclusos comunes algunos fulas, y un pase para visitar la familia
vale 50 fulas.

Hay en Marianao una cervecería estatal que expende un líquido al que
todos le llaman cerveza dispensada. Al igual que todas las cervecerías
del país, la mayor parte del tiempo no se vende nada, y las veces que se
vende, será cerveza bautizada con espuma, es decir, poco más de media
jarra con líquido y el resto con espuma. Pero lo especial en este
establecimiento es que debe empeñarse el carné de identidad en calidad
de depósito para evitar los robos de las jarras. El negocio se mantiene
gracias a que las jarras las compran los mismos empleados. Dicen las
malas lenguas que la cerveza también.

Y eso no es nada, todavía quedan peores historias que contar sobre baja
remuneración y alto coste de la vida. Con razón una amiga ve paralelismo
entre salario estatal y ciclo menstrual: "ambos me duran", dice ella,
"cuanto más una semana, y después se me pierden hasta el otro mes".

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11169

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