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Wednesday, July 04, 2007

Placebos y misterios

Placebos y misterios
Juan Carlos Linares Balmaseda
3 de julio de 2007

La Habana – bitacoracubana - A Petra Serafina Días Castillo se le conoce
por Finita. Tiene 85 años y hasta hace poco poseía una salud física y
mental envidiable. Conoció en carne propia los desmanes del presidio
político cubano. Pasó casi diez años presa porque colaboró con grupos de
alzados que a principio de los años sesenta enfrentaban en Las Villas, a
punta de armas, al naciente gobierno de Fidel Castro. Siempre fue una
opositora comedida y declarada. Últimamente apoyaba cualquier actividad
pacífica antigubernamental.

Hace unos días se sintió mal. A la mañana siguiente amigos suyos fueron
en busca del médico de familia, pero este no se encontraba en el
consultorio. Pasó ese día. Al siguiente la llevaron a la policlínica
Julián Grimau, ubicada a unas cuadras de su casa en el municipio Arroyo
naranjo, pero no había agua, por lo que no se podían realizar análisis.
A media mañana del tercer día, un sábado, seguía la fiebre alta.
Acudieron con ella al cuerpo de guardia del hospital Julio Trigo,
efectuándosele una placa de pulmones y análisis de sangre.

Según el médico de guardia, la placa reveló neumonía. Sería ingresada.
Eran las 4:00 de la tarde y los trámites reglamentarios para el ingreso
se eternizaban. Soportó más de cuatro horas acostada en una camilla sin
orinar, pues las cuñas desaparecieron "ese día" de este cuerpo de
guardia. Amablemente una enfermera facilitó, a falta de cuña, la tapa de
un termo de comida -de acero inoxidable la tapa- sin embargo los bordes
eran tan cortantes que impidieron el acto fisiológico de Finita. Tampoco
pudo ingerir agua, pues los vasos para los pacientes también brillaban
por su ausencia, ni siquiera una hoja para confeccionar un basito de papel.

Ya en el cubículo 5 C, pasaría otra hora encamada esperando al enfermero
que instaló el suero indicado. Al tercer día de haber ingresado, el
médico de sala, Roig de apellido, dijo haber notado una mancha en uno de
sus pulmones, y que una broncoscopía confirmaría el diagnóstico de
cáncer. En la historia clínica de ella señalaba hipertensión arterial y
diabetes.

Habían pasado cuarto día desde el ingreso. En total ayuna la condujeron
a un laboratorio antes de las ocho, y ya pasaban las once horas y aún no
se le realizaba la prueba que consistía en introducirle una manguera por
la nariz para extraerle líquidos del supuesto pulmón enfermo. Sentada en
una silla de ruedas emprendió a frasear incoherencias. Su mirada
divagaba. Cerca de las doce del mediodía un técnico vino a decir que el
equipo estaba roto. La devolvieron para la sala. A la siguiente mañana
la remitieron a una tomografía axial computarizada (TAC) confirmándose
un infarto cerebral.

Un domingo, justo al octavo día de su ingreso sin un tratamiento
específico, sus amigos concertaron en sacarla del hospital y traerla de
vueltas a su casa, aunque todavía enferma, viva. También ella lo pedía
con atropellada locución: "sáqueme de aquí antes que me maten".

Ahora Finita va recuperándose.

http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=5086

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