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Monday, June 25, 2007

Fin de curso con sabor amargo

Sociedad
Fin de curso con sabor amargo

La escasez de personal, la improvisación académica y la politización
hunden el 'prestigio' de la educación cubana.

Yodel Pérez Pulido, Camagüey

lunes 25 de junio de 2007 6:00:00

"Particularmente tenso". Fue ese el calificativo que empleó en Camagüey
el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, al resumir el curso
escolar 2006-2007.

Pese a referirse al "incremento" del embargo, la difícil situación
internacional y las coyunturas internas, los más serios análisis del
dirigente fueron motivados por la carencia de maestros primarios y
secundarios, así como los pocos avances cualitativos en las estadísticas
que miden los niveles de conocimientos en los alumnos.

Camagüey terminará el actual período lectivo con una cobertura
profesoral que sólo responde al 75% de las necesidades. La inestabilidad
de los colectivos académicos y del personal docente, la alta deserción
de alumnos en el nivel medio superior, la poca captación de jóvenes para
el estudio de carreras pedagógicas, la crítica situación de la mayoría
de los inmuebles y, lo peor, la poca motivación de los maestros para
protagonizar una "nueva revolución educacional", podrían enumerarse como
los principales asuntos revisados.

¿Peras al olmo?

No es posible encontrarse con otro tipo de realidades. Pese a que el
gobierno hace esfuerzos por esconderla, el sustantivo que podría resumir
esta situación no es otro que crisis.

La supuesta revolución educacional, inventada por Fidel Castro, no hizo
más que profundizar una situación que ya era dramática. Un cálculo
matemático reflejaría en un inicio los "increíbles" avances en el nivel
cognoscitivo de los alumnos. Cálculos que, en la mayoría de los casos,
tenían que ser inventados o falseados para alegrar al dictador, y que
ahora resultan imposibles de modificar.

Para solucionar la escasez de profesores en la enseñanza primaria, al
gobernante se le ocurrió colocar maestros expertos en un estudio de
televisión y dotó las escuelas de equipos receptores, para que los
alumnos asistieran a la clase "como a un programa de televisión más". El
maestro en el aula se convirtió apenas en facilitador de los contenidos
y controlador de la disciplina.

La elevación del índice de padecimientos oftalmológicos de los alumnos,
la poca seriedad manifiesta de una relación alumno-profesor forzada y la
relajación de la disciplina, son algunas de las consecuencias
reconocidas de las "extraordinarias" ideas del Comandante.

Estos mismos conceptos y secuelas se extendieron a los restantes niveles
de enseñanza. En la secundaria, por ejemplo, se eliminó la
especialización y el antiguo profesor de Química o Física tiene ahora el
deber de impartir o "facilitar" los contenidos de Español, Matemáticas e
Historia de Cuba, transmitidos por televisión y sobre los cuales le
resulta difícil opinar.

Las nuevas medidas no sólo han hecho posible la extensión de la crisis,
sino que la han llevado a niveles casi insostenibles. A pesar de que el
gobierno articuló en este curso escolar un Decreto-Ley que impide a los
profesionales de la educación abandonar el sector y sanciona a las
empresas que los reempleen, las bajas y los pedidos de renuncias no cesan.

En Camagüey, sólo este año llegaron a 800 las solicitudes y las
previsiones no son nada halagüeñas. Este territorio tiene muy
comprometida la cobertura académica para el venidero período lectivo, si
bien se ha reconocido que los programas de televisión deben convertirse
en complemento de la clase y no la clase en sí.

Los bajos salarios (un maestro primario en Cuba gana el equivalente a 12
dólares), la masividad y poca seriedad en los procesos de superación
profesional, las constantes visitas de inspectores, las extremas
exigencias ideológicas a la que son sometidos maestros y alumnos, son
algunos de los factores que desestimulan la permanencia en las aulas, no
sólo de los que ya han dedicado toda su vida al magisterio, sino también
de los nuevos que llegan.

Téngase en cuenta que un examen político determina la calidad de una
clase, la profesionalidad de un maestro, el resultado de una visita de
control a una escuela… En la impartición de una lección cualquiera,
independientemente del contenido, el maestro debe invertir al menos 15
minutos para hablarle a los alumnos del tema político más urgente: lo
mismo de "terroristas liberados" que de "héroes en cárceles del imperio".

¿Futuro?

Las provincias de la Isla, los sectoriales provinciales de educación,
tienen que cumplir una meta anual de captación de jóvenes que ingresarán
en los Institutos de Enseñanza Pedagógica para cubrir de inmediato las
aulas sin maestros.

Para estimular este proceso que considera vital, el Estado no sólo ha
inventado el Bachillerato en Letras para los alumnos que desde la
Enseñanza Secundaria deciden introducirse en la Pedagogía, sino que ha
llegado a eliminar el deber de los varones de pasar el Servicio Militar
si optan por convertirse en maestros.

Medidas que si bien evidencian el desespero obvio ante la escasez de
fuerza académica, no han logrado frenar el desánimo de los jóvenes que,
una vez graduados, descubren el engaño y terminan por abandonar lo que
en su momento fue un sueño.

El gobierno no sólo pierde toda la inversión, sino que en represalia
cierra las puertas a jóvenes de apenas 20 años, que han sido manipulados
para entrar en un juego que no entienden y no les gusta.

Este año, la provincia de Camagüey apenas ha llegado a la mitad del plan
de captación, elemento que aunque motivó duras críticas del ministro,
muestra la negativa de mucha gente a involucrarse en un proyecto de
mentiras.

Pese a que organismos internacionales como la UNESCO han afirmado que la
educación cubana tiene uno de los mejores índices del continente, pocos
saben lo que cuesta al gobierno mantener esa "fama", vital ingrediente
para defender su sistema dictatorial.

Para las pruebas que miden estos índices internacionales de instrucción,
las escuelas sospechosas de ser evaluadas son preparadas al detalle con
antelación y hasta doctores en Pedagogía intervienen en una "batalla"
que es considerada "tarea política". No obstante, los últimos resultados
de las llamadas pruebas del SERCE (Estudio Regional Comparativo de la
Educación), no fueron los esperados.

Por eso, el dirigente educacional habló en Camagüey de tensión, palabra
que tendrá que repetir en toda la isla si tenemos en cuenta que el
panorama es nacional.

Pocos pueden imaginar hasta dónde llegará esta serie de acontecimientos
en un país donde la enseñanza era motivo de orgullo, pese a su
ideologización. Ojalá en un plazo corto de tiempo la carrera hacia la
tumba de su añejo gobernante lleve consigo, empolvadas, tantas trabas,
inventos y maquinaciones académicas que ahora hacen peligrar el futuro
de la nación.

http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/fin-de-curso-con-sabor-amargo/(gnews)/1182744000

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