Pages

Sunday, May 27, 2007

Posada Carriles y Che Guevara: vidas paralelas

Publicado el domingo 27 de mayo del 2007

Posada Carriles y Che Guevara: vidas paralelas
CARLOS ALBERTO MONTANER

Posada Carriles y Ernesto Guevara nacieron en 1928 en ambientes
parecidos. Ambos pertenecían a la clase media alta. Ambos se decantaron
por las ciencias en sus años universitarios. Guevara estudió medicina y
Posada química. Los dos compartían una naturaleza psicológica arriesgada
y aventurera que les llevaría a jugarse la vida y a sacrificar el
bienestar de sus familias por defender violentamente sus creencias.

Fidel Castro uniría a estos dos personajes en vidas paralelas. Tras el
golpe militar de Batista (1952), Castro se convirtió en la figura más
importante de la oposición armada cuando creó el Movimiento 26 de Julio
para derrocar al dictador y alcanzar el poder. En esa organización
figuraron el Che y Posada. El argentino, en la Sierra Maestra; el
cubano, en la lucha clandestina.

Por aquellos años, ''el 26'' practicaba el terrorismo indiscriminado en
sitios públicos. En noviembre de 1958 llevó a cabo el primer secuestro
de un avión civil con fines políticos, abominable crimen que provocó
numerosas víctimas cuando el aparato se estrelló en la bahía de Nipe.
Fue tal la intensidad del terrorismo castrista que los habaneros viejos
aún recuerdan ''la noche de las cien bombas'' y los salvajes estallidos
de explosivos en salas de fiesta y hoteles, sin importar el daño que se
infligía a los inocentes.

Esa era la lamentable atmósfera moral y política de Cuba en aquella
época. Los métodos no importaban si los fines parecían justificables. En
la Sierra Maestra el Che no vacilaba en volarle la cabeza a cualquier
campesino remotamente sospechoso de colaborar con el ejército de
Batista. Llegó a escribir una frase tremenda que resume la lógica
implacable del revolucionario: ``El odio como factor de lucha; el odio
intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones
naturales al ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta,
selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así;
un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal''.

Cuando Fidel Castro y otros pocos dirigentes torcieron el rumbo del
gobierno y se decantaron hacia el comunismo y la alianza con Moscú, Cuba
entró de lleno en la guerra fría. El país y el Movimiento 26 de Julio se
partieron en dos. Posada Carriles se afilió al bando armado de quienes
defendían a tiros la democracia, mientras el Che Guevara, también a
tiros, defendía el comunismo. Posada creía (y luchaba por ello) que las
sociedades más felices se parecían a Estados Unidos o a Canadá. El Che
estaba seguro de que el modelo ideal era la dictadura de Mao.

El gobierno cubano buscó el apoyo del KGB. Posada y centenares de ex
miembros del 26 de julio, veteranos de Bahía de Cochinos, se colocaron
bajo la dirección de la CIA. Guevara se fue al Africa a tratar de crear
nuevas tiranías comunistas en las antiguas colonias europeas. Posada y
otros cubanos fueron a pelear contra ellos para evitarlo. En el lago
Tangañika se enfrentaron cubanos contra cubanos. Esa vez ganaron los
exiliados. Lo mismo sucedió luego en la Venezuela de los sesentas.
Castro quiso acabar con la frágil democracia venezolana. Posada, por
sugerencia de la CIA al gobierno de Caracas, fue a combatir las
guerrillas comunistas alimentadas desde La Habana. Los comunistas
perdieron esa guerra. Poco después, en Bolivia, el Che fue capturado y
ejecutado. Había entrado al país con el nombre de Ramón Benítez.

La guerra fría cobró entonces un matiz más violento. Cuba se convirtió
en el centro de adiestramiento de los peores terroristas del mundo. El
venezolano Carlos Ilich Ramírez, el Chacal, luego admirado y protegido
por Chávez, pasó por esos campos de entrenamiento y poco después
secuestró aviones y organizó el asesinato de los deportistas israelíes
en las olimpiadas de Munich (1972). En Venezuela, cuatro años más tarde,
se tramó la voladura de un avión de la línea cubana. Fue un acto
monstruoso que costó 73 vidas. Posada niega cualquier vinculación al
hecho. Es acusado y sale absuelto, pero lo dejan detenido mientras el
gobierno apela la sentencia. Dos venezolanos resultan condenados.

Posada escapa de la cárcel. Se hace llamar Ramón Medina. Se asocia de
nuevo a la CIA para continuar su interminable batalla. Lo reclutan para
que ayude a las guerrillas nicaragüenses que, con el respaldo de
Washington, luchan contra la tiranía de Daniel Ortega. El presidente
Reagan no quiere que Centroamérica se convierta en una zona de
influencia cubana. Los comunistas son derrotados en la región. Posada
vuelve la mirada a su patria de origen. Sus esfuerzos habían tenido
éxito en todas partes menos en Cuba. Fue entonces --se dice y Posada lo
niega-- cuando comenzó un plan para ejecutar a Castro en el extranjero y
para interrumpir el flujo de turistas con bombas en los hoteles y las
salas de fiesta, como había hecho ''el 26'' medio siglo antes.
Irónicamente, es el gobierno norteamericano quien pone fin a su vida
aventurera y lo confina a una especie de arresto domiciliario. Nadie se
explica por qué los medios de comunicación en Occidente son menos
severos con Guevara. Nadie lleva una camiseta con el rostro de Posada.
Hay algo fundamentalmente hipócrita en todo esto. Un doble rasero.

www.firmaspress.com

http://www.elnuevoherald.com/211/story/45697.html

No comments:

Post a Comment