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Saturday, April 28, 2007

ANALOGÍAS DEL ELEFANTE SUMISO

ANALOGÍAS DEL ELEFANTE SUMISO
2007-04-28.
Alejandro Tur Valladares, Periodista Independiente, Jagua Press

En días recientes un amigo me prestó para que leyera, un folleto que
contenía en sus páginas un sinfín de fábulas y parábolas que, ricas en
moralejas, me dejaban con esa extraña sensación de insatisfacción que
nos acompaña, cuando probamos algún manjar exquisito pocas veces degustado.

Resulta que entre todas las fábulas narradas hubo una en particular que
me impresionó tremendamente. Esta llevaba por titulo: El elefante
sumiso. Debo confesar que desde el punto de vista literario ésta no
superaba a sus compañeras, sin embargo poseía una cualidad que me llevó
a distinguirla por sobre las demás; me refiero a que la moraleja que se
desprende de ella, le encaja perfectamente al pueblo cubano y explica en
cierta medida el drama que por décadas hemos vivido.

Cuenta la fábula que un pequeño elefante fue comprado por un circo,
obviamente con el propósito de entrenarle y utilizarlo en el
espectáculo. Ante la posibilidad de que intentase escapar, se le puso un
grillete a unas de sus patas, del que pendía una gruesa cadena atada en
su otro extremo, a una estaca de madera clavada en la tierra.

Por haber nacido libre, aquella nueva condición irritó la naturaleza
salvaje de animalito, que tan pronto como se percató de lo sucedido,
respingó, pateó, embistió, todo a la vez sin que los encabritamientos
lograsen devolverle el bien perdido; su libertad.

Aquel primer día muchos fueron testigos de los esfuerzos denodados y
sistemáticos del infante paquidermo, por vencer las amarras, todos
pudieron comprobar la inutilidad. Esta operación se repetía al día
siguiente, y al siguiente, y al siguiente, y en cada ocasión el
resultado siempre fue el mismo.

Un día llegó en que nuestro protagonista se cansó de luchar y terminó
por aceptar su condición de reo. Ese día perdió su identidad, olvidó lo
que era y lo que había sido; de donde procedía y sobre todo, perdió su
capacidad de soñar. Accedió a trabajar en eso de dar piruetas en la
pista del circo a cambio de una magra ración de alimento.

A partir de ese instante aquel personaje oscuro y odiado por él, que
llamaban domador y que siempre se personaba con un látigo en la mano,
comenzó a disponer de su vida como lo hacen todos los amos. Tan abrumado
estaba por la impotencia que no pudo percatarse que crecía físicamente y
que paralelo ha ello también crecían sus fuerzas y que un día podría
llegar a derribar con su trompa robustos árboles.

Los años pasaron y con ellos se fue reforzando en su mente la idea de
que la estaca era imbatible, su nulidad no provenía de que sus
capacidades o posibilidades estuviesen disminuidas, provenían de una
creencia errónea asumida en el pasado. Esta es la respuesta a la
interrogante que seguramente alguna vez todos nos hicimos, cuando junto
al inmenso animal descubrimos la pequeña estaca: ¿Por qué no se libera?

El drama vivido por el pueblo cubano durante estas décadas encierra una
gran analogía. La experiencia sufrida por el elefantito nos sirve
perfectamente pala ilustrar, como puede transmutarse un pueblo de
hombres libres en un pueblo de esclavos.

Pudiéramos trazar sin gran esfuerzo paralelismos: El animal cachorro,
con la inmadures cívica que padeció el pueblo cubano en los primeros
años de revolución; la falta de fuerzas del primero, con la ingenuidad,
ignorancia e inexperiencia del segundo; la estaca, con la coacción, la
represión, el miedo, el adoctrinamiento, la ideología y la delación;
finalmente, la aceptación por parte del mamífero de la infame condición
de siervo, encarnado en la idea de impotencia contraída durante el
periodo pre adultes, con el síndrome de indefensión adquirida por el
pueblo cubano, ante la imposibilidad de sacudirse a la dictadura del
lomo y que se recoge perfectamente en el proverbio popular conocido que
reza: "Esto no hay quien lo tumbe."

La mala noticia es que como pueblo nos hemos parecido por mucho tiempo
al elefante; la buena, que la amnesia que por tanto tiempo nos mantuvo
en la ignorancia se ha comenzado a disipar y empezamos a descubrir
nuestras verdaderas fuerzas. Como el paquidermo hemos andado lento, pero
ya estamos por llegar.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=9997

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