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Tuesday, January 02, 2007

Cual Sera el Proximo?

¿Cuál Será el Próximo?
2006-12-31
Hugo Araña, Bibliotecario y Periodista Independiente, Corresponsal en la
isla de Misceláneas de Cuba

Triste y lamentable es que alguien o algunos se alegren de la muerte de
otro aunque ese otro no nos inspire ni un átomo de simpatía. Como
tampoco pasarle por encima a su cadáver el manto del hipócrita perdón.
Todo esto converge cuando la figura que inicia el viaje "al otro lado de
la laguna en la barca de Caronte", haya desencadenado diversas
opiniones, y por qué no, reacciones. Pienso que los dictadores en este
caso se llevan las palmas.

Además, la Historia desde tiempos inmemoriales está llena de ejemplos.
Por lo tanto, nos remitimos brevemente a ella. Y a ellos. Para comenzar,
situémonos nada más y nada menos en la Edad Antigua a.C. a la entrada
del Foro Romano en el preciso momento que ciertos senadores por odios y
conveniencias, le hicieron un sangriento welcome a Julio César,
convertido en dictador, que al desaparecerlo de la escena política, en
definitiva nada cambió en las estructuras del gobierno.

El imperio continuó como imperio (según Plutarco, Vidas paralelas).
Aunque demás está en anotar que Julio César no fue único dictador que
parió la Roma Imperial. El resto de los gobernantes (Nerón, Calígula,
Tiberio), perecieron como él. Sus finales fueron trágicos.

Pasemos unas cuantas hojas. Y la figura que nos llama la atención en
plena Revolución Francesa recae sobre el sietemesino de Napoleón
Bonaparte (por cierto admirado en la actualidad por muchos líderes de la
pasada y actual centuria), que llevó a Francia a constituirse y
convertirse en un imperio. Y como imperio sucumbió. Y por ende, su
Emperador desterrado a la isla de Santa Elena. La máxima de quién
pretende mucho, se queda con poco. Y Napoleón se quedó con casi nada,
por no decir: sin nada.

De la apartada e inhóspita Santa Elena, hagamos un grand jetté para
situarnos al final de la Segunda Guerra Mundial. El pueblo italiano
cansado de apoyar un sistema que ya no les decía nada, se sació no sólo
con mirar el cadáver colgado cabeza abajo de Benito Musolini junto a su
amante, sino que la emprendió en tirarle todo lo que pudiera, como una
señal de odio y repulsión a un dirigente que traicionó hasta sus mismos
ideales, para convertirse en paladín del fascismo y llevar a Italia a su
derrumbe político y económico.

Junto a él, meses un tiempo más tarde, el compulsivo Hitler,inmerso en
su sueño aria imperialista, conocemos hasta la saciedad como terminó su
vida y sus aspiraciones de gobernar el mundo.

Pero es entonces, que comienzan a imponerse algunas de las dictaduras
más notables de la contemporaniedad. Entre las más notables (que no son
las únicas, ya que nuestra América es propensa por desgracia a crear
este tipo de gobernantes), la de Haití con Francois Duvallier, apodado
el Brujo del Vodu, y la de Fulgencio Batista, alias el Mulato, que
rivalizaron con las la Stroessner, Somoza, etc.

Son quizás las más recordadas. La lista sería larga y agobiante.
Realidades y subrealidades han caracterizado a estos hombres, con
situaciones y acciones en que la sangre y la tortura constituyeron parte
de su estadía para permanecer en el poder, hasta que por una forma u
otra desaparecieron.

Con todo esto, y con mayor impacto fue lo acontecido un poco más cerca
de nosotros en cuanto al tiempo, pero lejos de nuestro Continente, al
otro lado del Atlántico: la caída del bloque soviético que duraba ya más
de cincuenta años y que se decía irreversible. Y por carambola, las
estatuas de Lenin las echaron abajo. Muchas reducidas a piedras conque
rellenar baches en las calles de ese inmenso imperio. Al unísono,
algunos de sus satélites iniciaban los cambios en un tiempo que osciló
entre un andante ma non troppo y un andante presto.

Si se quiere, esos ciudadanos de la llamada Europa Oriental mostraron un
poco más de cordura en los cambios que se efectuaron, menos en Rumania,
donde el odio se arreció contra Nicolás Ceausescu para convertirlo en
una piltrafa humana. Algo parecido a lo acontecido con Musolini.

Y con la de Milosevic, que transcurrió a finales de siglo XX ocurrió
algo semejante. Sólo que esta vez, el líder-dictador falleció (así
argumentaron las autoridades penitenciarias y especialistas rusos que
tuvieron acceso a su inerte cuerpo) por una hipertensión incontrolable.
Al conocerse la noticia de su fallecimiento, su Yugoslavia no estaba
para grandes manifestaciones de repudio. Este país balcánico,
desmembrado, arrasado por bombas de la OTAN y sus conflictos étnicos, no
tuvo tiempo para ese tipo de celebraciones.

La próxima "celebración" recayó sobre Saddam Housein estigmatizado al
adquirir también el cartelito de dictador. Claro, las dictaduras no son
iguales y gozan de diferentes aristas. Las hay desde las más sutiles
hasta las más sangrientas. Pero bueno, esta caída fue resultado de una
invasión foránea donde las supuestas armas letales actuaron como
justificación, para encubrir otras motivaciones.

Su final en la horca el pasado dic./06 después de un juicio no muy claro
que más se ajustó a intenciones ya prehechas, y rechazado por muchos
gobiernos democráticos, sembrará revanchas en sus admiradores que
todavía en Irak lo tenían por un líder y lo admiraban. Otra vez, nos
encontramos con las dos vertientes en la categoría de estos hombres.

Y en el medio del proceso anterior, le tocó a Augusto Pinochet que se
fue plácidamente por la vía natural. Qué casualidad, su nombre ha
recorrido desde la Historia Antigua hasta nuestros días, donde decir
"augusto", se adquiere la categoría de un dios o mito inconmensurable,
fuera de todo control humano. Pero la muerte se aparece como menos lo
pensamos. Nada, que no hay quién escape de ella.

Al conocerse la noticia, una mayor parte del pueblo chileno salió a las
calles "para festejar su deceso". Cantos y cacerolas sirvieron para
ejecutar una sinfonía atonal por las calles no sólo de Santiago de
Chile, sino por todo el alargado país austral. La imagen recibida por la
web, nos dio la impresión que ese domingo y lunes, Chile estaba de
fiesta. Como hacía tiempo no sucedía.

Muchos lamentan que el pueblo chileno haya mostrado poco respeto a su
muerte. Pero no se puede olvidar lo que Pinochet hizo con ese pueblo. El
odio engendra odio. No puede engendrar bienaventuranzas. Las huellas de
los torturados, de los hijos que quedaron sin saber como eran los
rostros de sus padres, y los padres tatuados por el sufrimiento de no
saber ni dónde yacen los restos de sus hijos, continúa como una huella
dolorosa.

Al caer la dictadura pinochetista, lo único posible que les quedan a
todos ésos marcados para siempre por el infortunio, es pedir justicia
por sus desaparecidos. Cuya justicia en la actualidad actúa a ritmo de
jicotea. La muerte del fracaso por llevar a ese ex nonagenario a las
Cortes, se frustró para siempre. La muerte a veces, es un poco cómplice.

De todos modos, muerto o no muerto Pinochet, los mismos muertos que dejó
regados por todo ese territorio, batirán palmas para brindarle una
bienvenu al mundo donde él envió a muchos a partir de 1976, cuando
derrocó a un gobierno constitucional nada surgido por un golpe de estado.

Esta desaparición entre los vivos, más al este, pasando la extensa
Patagonia y desembocando en el Atlántico, Jorge Rafael Videla que no
está muy bien de salud, recluido en una clínica-prisión-resort, se
refugia en la asepsia de la inmunidad parlamentaria. Eso no quiere decir
que se encuentre inmune. Su piel sufre de erizamientos cada vez que se
asoma al espejo pos de ahuyentar a las Parcas que a lo mejor ya lo
tienen programado en sus agendas mortuorias. O que vuelva a comparecer
al tribunal argentino que a todas luces, se esfuerza por juzgar a todos
aquellos pertenecientes a la pasada tiranía que asoló ese país.

O que por los documentos sacados a la luz pública por el National
Security Archive de todo lo que hizo, (National Security Archive,
Documents, agosto/25/06), y que pensamos que continuarán saliendo para
conocimiento de todos, un infarto venga en su ayuda, cuando el presunto
espejo reclame su cuerpo. Entonces, vamos a ver cómo reaccionará ese
pueblo. Aunque es muy probable que actúen más o menos parecido al
General Pinochet que integró también el Plan Condor.

Y para terminar recalemos en el Caribe. Este Caribe multiétnico, un poco
ojos y oídos del mundo, donde se sigue especulando sin pausas, sobre el
final de Fidel Castro. Cábalas, tableros de Ifá consultados, sesiones de
espiritismos, cubanólogos de marca mayor y marca menor, adictos al
Tarot, miembros de cuerpos médicos con vasta experiencias radicados
fuera y dentro de las fronteras de la Isla; dirigentes mundiales en pro
y contra Castro, viejas cartománticas oliendo a rancio humo de tabacos y
refugiadas en cuevas inaccesibles, vaticinan y vaticinan poniendo fechas
y más fechas límites del final de este hombre engendrador de las más
variados acepciones políticas durante el pasado y nefasto Siglo, esperan
entre la impaciencia su desenlace final, y otros en el fervor de que
continúe vivo.

Las velas encendidas no saben si apagarse antes de gastarse, o proseguir
brindando luz bienhechora. Si así fuera su fin, vamos a ver cómo
reaccionará el pueblo de la Isla. Aunque en el Miami cubano, ya hasta
hubo un ensayo con tintes de alegría, cuando meses atrás se comentó que
el Comandante en jefe había partido para siempre. Pero bueno, en Miami
todo es posible.

Por lo tanto, en el panorama mundial de este tipo de gobernantes en la
actualidad, el péndulo fatal oscila entre Videla y Castro a ver quién le
tocará primero (que quiéranlo o no reconocer sus enemigos este último,
tiene admiradores por doquier). Ambos se disputan ese lugar. Aunque nos
imaginamos que a ninguno de los dos les gustará ocuparlo. El afán de
vivir es inherente a cualquiera de los seis mil millones de pobladores
de este Planeta. Y los dos no son unos E.T.

Por lo tanto, a esperar. No impacientarse. No seamos víctimas del
infarto al miocardio ni de una fulminante trombosis cerebral de tanto
vaticinar lo que tarde o temprano debe ocurrir por no ley nada divina y
si muy por la terrenal. Esperemos.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8335

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