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Friday, January 12, 2007

Aedes versus Castros

Aedes versus Castros
2007-01-12
Antonio Torres Justo, Periodista Independiente

Muy pocos dudan de la maestría de Castro para auxiliarse con eficacia de
los medios de difusión masiva. Puede que sea uno de los políticos que
mejor se ha aprovechado de los mismos. Influye, eso sí, pues funge como
el mero dueño de la prensa, la radio y la TV en Cuba.
Pero así y todo, su talento no se debe empequeñecer ni desconocer aunque
algunos argumentan que se hace más propaganda que la Coca-Cola y está
muy alejado de venderse como el famoso refresco. Innumerables sus
entrevistas concedidas a los grandes medios de todo el orbe. En estos
tiempos el libro de Ignacio Ramonet, Cien Horas con Fidel, recorre
idéntica ruta propagandística.

En el estanquillo de periódicos del barrio comentaron que en Italia se
vende el ejemplar de Cien Horas en cien euros. Una cubana presente, al
escuchar aquello, tuvo que agarrarse del mostrador porque el vértigo
hizo presa de ella. Cien euros es una cantidad de dinero respetable,
expresó azorada. Con ese dinero en mi casa pasamos un mes glorioso, con
la jeta sonriente y hasta me podría mandar a hacer una prótesis que tan
buena falta me hace. Tienen que estar locos de atar para gastar tantos
fulas en un libro, remató y se alejó todavía tambaleante y mascullando sola.

Me gustaría conocer en cuanto podríamos vender nosotros los cubanos un
libro semejante. Si a Ramonet esas míseras cien horas se las pagan a
euro cada una, a nosotros por los 48 años que llevamos con Castro a
cuestas y loma arriba, por las más de 420,000 horas nos correspondería
una fortuna. Suficiente para liquidar la deuda externa per cápita que
arrastramos y de seguro nos sobra algo para repartir entre cada cubano,
incluidos los que apoyan al régimen, pues a todos nos corresponde por
igual deuda y ganancia. Somos un mismo pueblo.

Que el libro se edite allende nuestras costas no quiere decir que
quedemos excluidos, como en tantos otros vergonzantes casos, de leerlo.
Al diario Juventud Rebelde le encomendaron la histórica faena de
hacernos partícipes de lo que podría convertirse en el testamento
político literario de Castro. Por el módico precio de un peso, moneda
nacional cada ejemplar, se puede adquirir el tabloide que presenta uno o
varios capítulos del libro.

Algunos he leído, los que me llamaron la atención por el tema a tratar.
Si algún iluso esperaba por confesiones inéditas, sufrirá cruel
desengaño y se quedará con los deseos porque otras entrevistas, a no ser
con San Pedro, admiten la sospecha de improbables. De cualquier forma
era de esperar la misma cantinela, no de balde contamos con la
experiencia de más de 420 mil horas.

No negaremos que la gente los compra. Uno para coleccionarlo y poder
completar la serie, ya que el libro hasta hoy, es de privilegiada y
limitada adquisición. Otro porque sus hijos lo necesitan en la escuela
para su instrucción política y aquellos para leerlos y luego infligirle
indecoroso uso.

Estos tabloides nos recuerdan que en el siglo XIX grandes de las letras
escribieron sus novelones por entregas semanales, en forma de
folletines. Algún parentesco bíblico folletinesco poseen estos tabloides
que hoy presentan estos capítulos y más adelante aquellos otros. Sea el
símil acertado o no, las cien horas circulan en pos de rango bíblico.
Será el nuevo libro de la ley que deroga cuantas disposiciones legales
de igual o inferior categoría se oponga a lo que allí se cuenta.

Tabloide aparte, un alado protagonista se apodera de los medios
informativos nacionales: el mosquito Aedes Aegypti, insecto este que por
endémico o anémico no deja de mencionarse. El volátil personaje ocupa
las primeras planas ahora que Castro por razón de secreto de estado ni
se le ve ni se le oye y hasta la gente en la calle demuestra
indiferencia por él. La consabida ingratitud de los hombres de que
escribió Martí. El terco martilleo sobre la mente de los cubanos con el
insecto no cesa. De seguro la Mesa Redonda, tan indigerible bodrio ella,
le dedicó tiempo.

Al declinar la constante mención a la figura, hechos y dichos de Castro
y ya que el culto a la personalidad es dogma del sistema y a Castro. El
menor no parece, hasta el momento, interesarle para nada aparecer cada
día en la prensa, la radio o la TV, la atención se orientó al mosquito.

Sin desdeñar el daño que provoca el insecto a nivel social y los
recursos y esfuerzos destinados a perseguirlo y combatirlo cuando ya es
plaga, porque por pura costumbre no le dedican atención en el periodo
preciso y cuando ya Troya se encuentra envuelta en llamas es que
comienzan a investigar si las cisternas tienen agua, al estado le tiene
que inquietar esta constante presencia que suple la otra notable ausencia.

Ya infinidad de camaleones ideológicos proyectan sustituir el cuadro de
Castro colgado en la sala por el de Aedes. La propia supervivencia del
régimen parece estar en juego y no a causa de las debilidades y peligros
que señaló Pérez Roque. Un simple y desdichado insecto, que ya en una
ocasión atentó contra una pierna de Castro y lo postró en cama, es el
agente activo.

La única razón que justificaría la total apatía estatal sería que la
solución a tan crítico problema existe, está ahí. Nada más esperamos a
que aparezca el capítulo de las Cien Horas dedicado al aedes y al
momento la epopeya dirá presente.


http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=8444

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