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Saturday, December 02, 2006

Estamos en Guerra?

¿Estamos en Guerra?
2006-12-01
Roberto Miranda Díaz, Vicepresidente del Movimiento Liberal Cubano

Una de las características más notable de la cubanía es la comunicación
desenfadada. Sin distingo de clase, grupos raciales o etáreos, el cubano
hace saber a todos lo que siente, opina o imagina sobre lo humano y lo
divino.

De esta suerte, la cubanidad es un estado de hipercomunicacion
constante, nos adelantamos a Internet y lanzamos la espiritual versión
de Intersoul.

Si la comunicación como concepto implica la acción y efecto de
comunicar, concebida como flujo de dos sentidos, somos alternativamente
emisores y receptores de porciones de información.

En nuestra historia hay una anécdota que refleja, desde un fallo en la
comunicación concebida como institución, la fragilidad que aqueja al ser
humano. Sin comunicación no habría cultura humana ni sociedad; la
incomunicación es de hecho nuestra peor pesadilla.

Cuando estalló la Guerra del 68, el Patriota Salvador Cisneros
Betancourt se encontraba en La Habana realizando labores clandestinas
por nuestra independencia. Como los patriotas habían acordado que el
alzamiento contra España sería en 1869, la información del
pronunciamiento de Céspedes en “La Damajagua”, llenó de dudas a los
conjurados del Occidente de la Isla y a Cisneros Betancourt, que se
encontraba entre ellos en aquel momento. Para definir si la noticia era
real o resultaba una manipulación de los autoridades coloniales,
decidieron recurrir al telégrafo. Si estaba cortado y dónde, resultaría
la confirmación de la guerra, señalando además su localización.

De esta anécdota se desprende que la comunicación como institución
social (nombrada en plural “comunicaciones”) se encuentra entre las
primeras víctimas de la guerra. Pero lamentablemente no es la única,
suele ocurrir que también resultan víctimas el estado de derecho, los
servicios, la industria y entre otras más la conformación de opiniones y
su libre emisión.

Dado que en las últimas cinco décadas, la libre comunicación en Cuba ha
colapsado pudiéramos pretender que nos hemos mantenido en guerra todo
ese tiempo. Si se toma en cuenta que el inicio de esta tragedia coincide
con el inicio de nuestra última guerra civil, entonces no queda otra
alternativa que considerar que estamos en presencia de la más larga
guerra civil que se haya visto.

El criterio anterior lo refuerza la militarización de la sociedad, la
muy rigurosa censura, la existencia de desplazados por el conflicto (20
% de la población), las víctimas entre la población civil (ahogado al
huir, fusilados, presos, etc.), la ausencia de garantías para ejercer
las libertades fundamentales, el caos económico. En fin, resulta que
podemos encontrar todos los síntomas de la guerra real, agravados por el
hecho de que solo un bando esta armado.

El pueblo cubano tiene en el arsenal de su resistencia, al humor como
arma y desde la colonia ha fustigado con viveza e imaginación a los que
tratan de aplastarlo, sea España, Machado o Fidel. Si en la colonia
hicieron befa del sangriento Weyler, hoy se burlan del Gobierno y sus
instituciones. Esto no podría ser de otra manera, pues según una tesis
costumbrista, en el cubano el instinto de conversación antecede al de
conservación.

Nos encontramos entonces entre un campo que requiere más investigación
por los científicos sociales, el humor del pueblo cubano. Este, además
de arma contra el opresor y vía de escape a las tensiones de los
oprimidos mientras se ejercita el ingenio, es el más certero termómetro
de crítica contra instituciones que funcionen mal o personajes públicos
de poco decoro.

Basta averiguar hacia donde enfila sus batería la befa popular, para
encontrar un sujeto a olvidar o una institución a mejorar. Nuestras
víctimas de la reconcentración de Weyler sostenían que: “El general
Valeriano / cuando se vaya de aquí le llamarán Valery por haber perdido
el ano”. Hoy se parodia el lema del ministerio de las comunicaciones de
la siguiente manera “En la guerra como en la paz Mal tendremos las
comunicaciones”. O se hace burla del programa alimentario, cuando
alguien propone muy seriamente instalarle la antena del televisor a la
nevera para que todos lo productos que abunda en el noticiero queden al
alcance nuestro.

En fin, creo que padecemos una guerra civil que dura ya medio siglo, en
la cual a los fusiles se oponen las trompetillas. Aunque los soldados
son dolorosos, en nuestro país siempre ha triunfado la trompetilla en su
lucha contra la injusticia.

Pronto exportaremos el problema, y será el cielo quien se llene de
exilados del infierno, cuando nuestro “censor mayor” abandone este
valle, que deja anegado en lágrimas.... de otros.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=7979

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