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Thursday, August 24, 2006

La pinata castrista

Posted on Thu, Aug. 24, 2006

La piñata castrista
DANIEL MORCATE

Como parte de sus ritos de control, la dictadura castrista ha
intensificado su propaganda sobre las propiedades robadas a sus
legítimos dueños. Por toda la isla resuena el eco de las advertencias
oficiales. La tónica es que, ante la noticia de la enfermedad de Fidel
Castro, los exiliados se han colocado al acecho de sus antiguos
negocios, terrenos y viviendas usurpados. Fue tema central de ese
sainete de la televisión del régimen llamado Mesa Redonda. Lo que no
dice ni dirá la propaganda castrista es que la mayoría de los antiguos
países comunistas han hallado formas civilizadas y pacíficas de
rectificar el despojo que padecieron millones de sus ciudadanos.

La piñata con propiedades ajenas es uno de diversos métodos que utilizan
los regímenes totalitarios para asegurarse la complicidad de sectores de
la población. El robo sistemático se racionaliza con apelaciones a la
''justicia social'' y ataques indiscriminados a los confiscados, a
quienes se declara enemigos de clase. Pero el propósito esencial es
manchar con el robo las manos de los que imparten las órdenes, de los
''interventores'' que las ejecutan y de los que se apoderan de los
bienes saqueados. China, Vietnam y Cuba han perfeccionado el método
hasta incluir a multinacionales capitalistas en el usufructo de
propiedades ajenas. Algunas de estas empresas incluso defienden el
expolio en tribunales democráticos, invocando reglas amañadas de las
dictaduras de las que son socias.

Casi todos los países liberados del totalitarismo han emprendido la
rectificación de este metódico latrocinio bajo la presunción de que no
se erigen sociedades civilizadas sobre la base de semejante atropello,
del mismo modo que no se erigen al abrigo de otros crímenes de lesa
humanidad. La rectificación no ha sido fácil ni satisfecho a todos,
desde luego. De hecho ha arrancado de la depauperación en que los
gobiernos comunistas, sin excepción, dejaron a sus países. Pero mientras
más profundo y creativo ha sido el esfuerzo mejor ha restañado las
heridas y mayor confianza ha inspirado en los inversores.

El primer paso que han dado los nuevos gobiernos democráticos ha sido el
ofrecer una disculpa oficial a las víctimas del despojo. En algunos
casos la disculpa se ha acompañado de devoluciones totales o parciales
de los bienes robados. Pero más típica ha sido la creación de mecanismos
de compensación que se aprobaron por consenso democrático. En los
antiguos satélites soviéticos y en Nicaragua se otorgaron bonos
estatales a los expropiados con distintos resultados prácticos. En la
República Checa, Polonia, Hungría y Rusia se distribuyó el vasto
patrimonio de los partidos comunistas. La distribución se hizo mediante
privatizaciones de grandes empresas, ventas de las pequeñas a
trabajadores y devoluciones condicionales a propietarios originales. Y
los terrenos y fincas que habían degenerado en planes colectivos de
trabajo semiesclavo, se revendieron a sus dueños legítimos a precios
razonables.

Creo que, al cabo de casi cinco décadas de dictadura, pocos cubanos que
han sido víctimas de la estafa totalitaria reclamarán propiedades. Su
prioridad será más bien contribuir a la recuperación emocional y física
de su país sumido en la indigencia. Pero está claro que aquellos que lo
hagan estarán en su derecho y podrán inspirarse en modelos de naciones
descomunizadas. La Cuba poscastrista daría un paso importante hacia la
legitimidad democrática si adoptara un programa de acción afirmativa
para compensar a los expropiados que también sufrieron prisión política
y a los familiares de quienes fueron asesinados. Así se les recordará a
todos los cubanos que quitarles los bienes a otros no es una manera
especial de hacer revolución, sino una forma primitiva de pillaje.

http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/15343838.htm

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