Misiva de Hectór Maseda Gutiérrez, Prisionero de Conciencia, a su Esposa
Laura Pollán, Dama de Blanco
2006-04-30
Prisión provincial de Aguica, Matanzas.
Mi bella Afrodita:
Radiante Sol que ilumina mi sendero. En ocasiones yo mismo me sorprendo
de mis premoniciones. Hace dos días, en mi carta número 340, felicitaba
a Las Damas de Blanco por las actividades que desarrollaron en
recordación del 3 aniversario de la injusta encarcelación realizada por
las autoridades cubanas a 75 patriotas cubanos que osaron desafiarla
abierta y públicamente.
En esa misiva te anunciaba que cuando estas llegaran a la conclusión
que las Damas de Blanco no se amilanaban ante las presiones que la
policía política ejerce contra ustedes, comenzaría a efectuarla contra
sus seres queridos, es decir, nosotros los 75. Mi hipótesis
–lamentablemente- se ha convertido en una amarga realidad. Veamos los
hechos de la provocación más reciente:
1ro) Todos los martes yo debo ir al puesto médico de la prisión donde
me encuentro ubicado para que me chequeen la tensión arterial (TA), el
peso corporal (PC), y cualquiera otra dolencia que pueda tener.E ste
chequeo fue ordenado por un teniente coronel de los servicios médicos de
la Seguridad del estado nacional, en visita que me realizó a la celda de
“La Pendiente” donde yo me encontraba recluido en septiembre–octubre
(según me informó el Jefe del Puesto médico de aquella prisión Dra.
Dailin Rodríguez Duran (90752).
2do) El m artes 11 de abril pasado no me llevaron a que me realizaran el
chequeo, a pesar de recordarle al Jefe de turno de ese día y al guardia
del destacamento. Similar reclamo hice al día siguiente y tampoco fui
llevado al chequeo. Por tercera ocasión (el jueves 13 de abril) le hice
similar reclamo al Jefe de turno de esta jornada, suboficial Joel Abascal.
3ro) Aproximadamente a la 1 pm. de ese día 13 el guardia del piso vino a
buscarme al cubículo y a viva voz anunció en todo el destacamento que
los reclusos que tuvieran necesidad urgente de ir al médico salieran.
Así las cosas, otros dos reclusos salieron junto conmigo. Cuando
llegamos a la planta baja ya estaban otros nueve prisioneros, al parecer
para lo mismo. En ese momento me esposaron con otro preso. Así formaron
sus seis parejas con los doce internados. Nos sacaron al patio y tomamos
la dirección del puesto médico, el sub. oficial Almaje nos indicó que
cogieramos en dirección casi opuesta: hacia el vivac (especie de prisión
preventiva para los presos que inician huelga de hambre, llegan o salen
trasladados de la prisión, o tienen un conduce fuera de la instalación).
En ese sitio está la oficina del Jefe de orden interior, subteniente
Tolón. A partir de ese momento sospeché sería víctima de alguna
canallada de los uniformados.
4to) En el vivac y para molestarnos nos requisaron desnudos, artículo de
vestir por artículo de vestir, sin necesidad de ello pues se supone
iríamos al puesto médico, no fuera de la penitenciaria ni tendríamos
visita o pabellón.
5to) A los doce reos nos encerraron –a continuación –en el estrecho
pasillo que conduce a una celda de castigo. Oscuro en forma de U, sin
apenas ventilación, donde solo podíamos estar de pie por la suciedad,
mal olor y estrechez.
6to) En esta situación nos tuvieron castigados sin ninguna razón por
espacio de 2 y media a tres horas. No se nos explicó los motivos de esa
medida represiva. Este movimiento los operaron el suboficial Joel
Abascal, Jefe de turno y el suboficial Almaguer, bajo la dirección
directa del Jefe de orden interior subteniente Tolón., quien desde su
oficina nos observó cuando llegamos al vivac. Despues Tolón y Almaguer
se alejaron del lugar para no escuchar nuestros reclamos.
7mo) Es posible -yo no lo sé – que algunos de los presos que me
acompañaron frecuentemente fingieran dolencias para que los sacaran del
destacamento. Pero Fidel Valdés Montes (dest. 3 cub. 4) operado hace un
año y medio de vesícula y que a diario lo curan pues su herida de la
operación no acaba de cerrarse. Otro recluso que después conocí se
nombra Osmani del destacamento número 10, se quejaba de falta de aire.
Un tercero que tenía ambos pies llagados, caminaba con dificultad y
apenas podía mantenerse en pie. Y yo a quien debían hacerle el chequeo
médico no estábamos fingiendo ningún malestar.
8vo) Los deseos de orinar y no tener donde, la incomodidad por estar
parados sin podernos sentarse en el piso o en cuclillas. La falta de
oxígeno. Las dolencias de cada cual. El engaño y la mala acción de que
éramos víctimas. El tiempo y la postura física a que estábamos obligados
a mantenernos durante tanto tiempo que ya se había convertido en una
lacerante tortura física, a pesar de nuestras dolencias que requeríamos
ver al médico (…); elevaron la incomodidad y el fastidio de todos. Fue
entonces que comenzaron las protestas y los gritos de algunos prisioneros.
9no) Se presentó el suboficial Almaguer no para atendernos sino para
amenazar a algunos de nosotros con golpizas de no hacer silencio. No fue
hasta transcurrido el tiempo señalado en el punto sexto que Almaguer
recibió la orden de volver ante nosotros. Comenzó por sacarnos de uno en
uno, esposados y llevados ante el subteniente Tolón quien “deseaba”
saber qué ocurría con cada uno de nosotros. Después era que lo llevaban
al puesto médico y al concluir lo devolvían al hueco donde estábamos
encerrados.
10mo) Luego que Almaguer sacó a tres o cuatro interesados como ya
describí, fue que se dirigió a mí para preguntarme por qué deseaba ir al
puesto médico. Le respondí que para lo mismo que iba todos los martes y
que tanto él como los demás jefes de turno y guardias de piso conocían.
No obstante me dejó encerrado en aquel sucio, oscuro, no ventilado y
apestoso sitio. Mientras mi disgusto ante semejante arbitrariedad y
violación. Efectivamente Almaguer por ser quienes realizaron esta
operación, en su carácter de Jefe de grupos militar de piso ese día. Al
subteniente Tolón, Jefe de orden interior de la prisión de Aguica, por
ser quien ordenó directamente realizaran maniobra tan baja e inhumana
con doce reclusos que solamente solicitamos se nos diera asistencia
médica, como es nuestro derecho. También acuso al capitán Emilio Cruz ,
2do jefe de l prisión , por ser desde hace años el autor intelectual de
estos métodos represivos que implican tratos crueles inhumanos y
degradantes que se manifiestan como terror psíquico y físico contra
personas que reclaman correctamente recibir la atención médica requerida
y que los uniformados están obligados a facilitarles.
Una vez que le des forma a esta acusación quiero presentarla ante la
fiscalía militar de la república además de enviarles copias como
denuncia a la sección 21 del DSE nacional, la Dirección de Cárceles y
Prisiones, MININT y al Consejo de Estado. Para que luego no digan
alguien que había desconocimiento. Que te firmen la copia de recibido.
Por otro lado te exijo a ti no reduzcan las Damas de Blanco las acciones
y divulgación de su trabajo. La reacción, esquizofrenia obsesiva y
compulsiva de los militares matanceros, demuestra que el camino para
ejercer presiones de las Damas de Blanco es el correcto. Bajo ninguna
circunstancia cejen en su empeño. Por favor ¡haz lo que te digo!. No me
hagas sentirme solo en esta lucha. Sé puedo contar contigo para esta
nueva escena de la lucha ideológica que llevamos adelante. A Emilio y
sus secuaces hay que cortarles las uñas y si no basta, también las manos
para que no hagan mas daño al prójimo.
Besos y abrazos fraternos y saludos a los de siempre. Te adoro cariño
mío. No te preocupes por mí. Estoy bien y en pie de lucha. Jamás te
decepcionaré
Tuyo.
Héctor. [Firmado].
Nota de Misceláneas de Cuba: La misiva arriba trascrita fue enviada a
nuestra redacción por Laura Pollán el pasado 28 de abril. En aquel
correo electrónico la Dama de Blanco pedía un S.O.S. por su cónyugue, al
tiempo que nos entregaba unas líneas ya anteriormente publicadas y
difundidas por este medio informativo. La foto de Héctor Maseda
Gutierréz fue tomada de www.cubanet.org. Trascripción de la carta:
Osvaldo Alfonso Valdés.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5312
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