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Thursday, May 04, 2006

Los ninos de los internacionalistas

POLITICA
Los niños de los internacionalistas
Jaime Leygonier

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Maestros y psicólogos han
venido observando que los niños pequeños cuyos padres son enviados al
extranjero por el Estado a misiones internacionalistas muestran
trastornos de conducta y traumas propios de niños abandonados.

Claudia, de 8 años, añora a su padre, médico enviado a Venezuela. Se
volvió muy retraída, y a veces no participa en los juegos de los
pequeños de su edad.

Claudia corre a ver el noticiero de la televisión porque espera ver a su
padre cuando exhiben propaganda sobre médicos en el extranjero.

Se mostraba muy cariñosa con los maestros, tal vez porque hacía de ellos
figuras paternas, pero cuando le cambiaron un maestro le niega el saludo
y las muestras de afecto cuando lo ve. Parece temer encariñarse con
figuras masculinas, por temor a la separación, que considera abandono.

A Claudia la vi romper su retraimiento y mostrar todo el sufrimiento que
esconde. Fue el 28 de enero de 2005. El padre se encontraba en Cuba de
visita y la acompañó a la parada infantil por el natalicio de José
Martí. Los niños fueron disfrazados de personajes de La Edad de Oro y de
mexicanos, por llevar el nombre de República de México la escuela a
donde asisten.

Cuando el padre quiso dejar a la niña en la escuela y despedirse,
Claudia, vestida de mexicana, sufrió una crisis de nervios: "¡No te
vayas, papito, no te vayas!"

El padre le respondió: "Tengo que ir al trabajo. Yo te veré en la casa
después de tus clases".

"No, papito, tú te vas a ir, no te vayas", la niña temblada como una
poseída.

Natalie es inteligente como Claudia. Tiene 9 años. Cuando tenía unos
meses de edad su partió "en misión" al extranjero por dos años. La
abuela se encargó de ella.

Natalie no es retraída. Todo el tiempo trata de llamar la atención. Su
ansia es gustar. Derrama cariño sobre todos los adultos. Con su
vedetismo sabotea las clases y no le gusta a sus compañeritos.

Natalie maltrata a su abuela, persigue a su madre. Es celosísima. Su
exigencia de atención, se hambre de protagonismo, en contraste con el
mutismo de Claudia, obedecen al mismo miedo de no ser querida, a la
conciencia de que fue abandonada.

Mientras los niños sufren, la TV exalta la abnegación de las doctoras,
que dejan a sus criaturas en manos de la abuela para atender a niños
ajenos en países ajenos.

En esa batalla política de Castro, los niños resultan "víctimas
colaterales".

Los trabajadores cubanos en el extranjero, mano de obra calificada muy
barata, van por el interés de ganar algunos dólares para paliar su
pobreza, y por miedo a ser reprimidos si se niegan. En Santos Suárez, la
doctora Isabel se negó a ir a misión porque no le garantizaban un
sustituto para sus pacientes. Fue castigada.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/may06/04a9.htm

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